Abrí los ojos

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Siempre me vinieron a la mente destellos de esa noche de amor total. El sudor, la saliva, las lágrimas. Nuestros líquidos eran uno, mezclados entre tantas sensaciones y sentimientos. No tenía experiencia sobre las emociones, pero podría haber jurado que pocas personas tuvieron un primer amor como yo. Había tanta conexión de muchas maneras diferentes que en ningún momento se cuestionaron nuestras certezas. La quería, ella me quería a mí. Cuerpo, mente y alma. Es por eso que estar sentada a su lado nuevamente, incapaz de tocarla, era tan difícil.

Nuestra experiencia juntas no tenía años, una relación larga, llena de logros dobles, construcciones para el futuro, pero era tan intensa como si hubiéramos estado 30 años juntas. Sabía sus reacciones a casi todo. La sonrisa de alegría era diferente de la sonrisa de vergüenza, el ceño fruncido de no entender algo era diferente de la reflexiva. Le presté atención como si fuera mi última misión en la tierra. Creo que fue recíproco, porque en ese momento ella me miró y tenía la sonrisa en su rostro que decía "sal de un pensamiento profundo y vuelve a mí".

- Deja de mirarme así, por favor.

- ¿Así como? ¿Como si supiera que estaba lejos de aquí? - Ella se rió suavemente, pero estaba segura de haber sabido donde yo estaba.

- Deja de analizarme y comienza a hablar. Me estás analizando, como siempre. - Hablaba en serio y sin paciencia. Ya estaba viendo el momento en que ella iba a huir al baño o tomar otra botella de agua en el avión solo para evitar hablar, lo cuál hace muy bien.

Ella dejó de reír, tragó y se aclaró la garganta ligeramente para comenzar a hablar. Esperé, observando sus movimientos, esperando que tuviera algún indicio de nerviosismo como en el pasado, donde necesitaría calmarla, pero no sucedió.

Y luego, ella llegó al punto.

- Juls, ella se fue.

Tuve un flashback instantáneo que me lanzó a ese momento después de la pasión y el sexo inolvidable. 

***

Me tumbé encima de ella, desnuda, mientras que ella también, desnuda, me acarició la cabeza y me revolvió el pelo. Ambas tontas, reflexivas, cansadas no solo por el agotamiento físico sino emocional. Esta vez no comenzaría la conversación, porque ya había tratado de sacar algo de ella y mirar dónde nos detuvimos. No es que me estuviera quejando, ya que era inevitable, entregarme completamente a Valentina. Pero lo que también era inevitable era alguna explicación. Esperaría hasta que estuviera lista para abrir. Hasta que se dio cuenta de que no tenía más remedio que la verdad.

- Nunca pensé que sentiría esto por nadie. No sabes lo que me haces, Juliana. Desde la primera vez que te vi.

- Entiendo, Val. Desde ese día en la escuela ...

- Juls, este no fue el primer día que te vi.

Ok. La sinceridad comenzó y con solo una frase me asustó. ¿A dónde íbamos con esto, si ni siquiera el primer día que nos conocimos fue realmente el primero? Se alejó de mi en un movimiento repentino, sin decir nada. Ella vio en mi mirada que me alejé no solo del cuerpo sino con una parte de mi corazón. Nuestra historia ya comenzó con una mentira. Trató de abrazarme pero me mantuve fuerte en mi distancia.

- Por favor escúchame y trata de no enojarte. ¡Por favor!

Asentí para que continuara. Respiró hondo, cerró los ojos con seguridad pensando en la mejor manera de exponerse a mí. ¿Cómo confesaría y al mismo tiempo no se quedarían así las cosas? Valentina estaba sudando ahora por otras razones.

- Creo que tengo que comenzar contándote sobre ese día, el día que perdí a mi mejor amiga, el día que mi madre falleció. - Sentí que la conversación iba a ser muy larga y decidí conseguir nuestras chamarras. Hacía más frío en el auto ya que nuestros cuerpos no se calentaban entre sí. Le entregué la chamarra, la blusa y ella se puso las bragas y yo las mías. - Creo que ya te diste cuenta de que tengo algo inusual, ¿no? - Asentí y seguí muda.

Lo que queda atrás | Juliantina I TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora