Ella

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- No puedo responderte algo que ni siquiera yo sé bien. Lo que sí sé es que tenía que estar aquí ahora.

Hay momentos en nuestras vidas que nos cambian. Con Valentina, serían constantes, o al menos tendrían un impacto muy duradero. No estaba segura de por qué, pero esos ojos tenían algo que despertó todos mis sentidos. Podía transmitir todo su afecto, afecto y preocupación, pero también parecía ocultar mucho dolor. Su energía cambió de ser receptiva a convertirse en un muro inquebrantable en tan solo segundos. Pensé que era la persona cerrada con problemas emocionales, pero la vida iba a mostrar que el conocernos no fue un accidente.

Todavía de pie mirándola, mientras el silencio se cernía sobre esa respuesta, abrí la boca para hacer otra pregunta, pero un grito me interrumpió.

- Tortuga, ¿qué haces con la nueva? ¿Ella sabe que tienes problemas? - Miramos al otro lado de la calle y allí estaba Lucho con su pandilla. Los mismos imbéciles que siempre me atormentan con sus insoportables novias, que se reían de todo lo que hacían. Lucho era el único que no tenía una novia porque dijo que no quería ser arrestado. Dijo que prefería ser el macho alfa que mandaba a todos y no se fijaba en ninguna.

- Val, salgamos de aquí antes de que te causen problemas - Tomé su mano, ya tratando de levantarme cuando se nos acercaron.

- Juliana, no me levantaré por un montón de idiotas - Siéntate ella me jaló el brazo, marcando el territorio como de ella y causando que me asustara un poco. Ella los enfrentaría.

- Valentina, ¿no es así? Eres muy hermosa y me pareces una persona muy normal. No deberías caminar con este bicho raro. - Habló con aire de suficiencia mientras su pequeño grupo sonreía a mi compañía y me miraba con desprecio.

- Lucho, ¿no es así? - Él asintió, sacudiendo su cabeza más cerca de ella. - Déjame decirte algo, Lucho. Si crees que puedes conquistarme con esta patética forma de macho superior y esa sonrisa de conquistador barato, creo que podrías confundirme con una de esas niñas que te acompañan. No cambio a mi bastante rara amiga por alguien que se considere normal. - Las sonrisas en los rostros de las personas en el grupo se desvanecieron, dando paso a miradas confusas y enojadas. - Vamos, Juls. Deja a los normales allí y vayamos a otra esquina para hacer rarezas, las que solo nosotros podemos hacer juntas. - Dijo mirando a los ojos de Lucho, con un tono de desprecio, pero al mismo tiempo con lujuria, como si las rarezas fueran algo más ...

Me quedé callada, con la boca abierta, un poco exitada por el miedo y ... ¿exitada? Ay Dios. Deja de pensar en tonterías, Juliana. Ella acaba de llamarte amiga. Eso es, somos amigas. Sólo eso. Amigas que ahora se reían de caras horribles que ni siquiera podían responder a la provocación de Valentina

- Val, no deberías haber hecho eso. Ahora también pueden hacer de tu vida un infierno. Estaba realmente preocupada por ella. Ni siquiera podía pensar en alguien que maltratara a esta magnífica persona.

- Juls, si te dijera todo lo que me ha pasado, entenderías que estos adolescentes cargados de testosterona, no son nada. No me asustan. - Dijo sonriendo, pero recordando claramente cosas malas.

- Entonces dime. ¿Qué te pasó? Quiero saberlo todo.

- Te lo prometo. Algún día conocerás mis secretos más profundos. - Y con eso, me arrastró a la clase, que estaba a punto de comenzar, lo que me hizo sentir curiosidad e incluso más inmerso en su ser.

*****

El avión había despegado y la señal del cinturón todavía estaba encendida, lo que me dio algo de tiempo para jugar duro y tranquilo con la reunión con Valentina. Tenía tantas preguntas que no sé si me respondería en dos horas de vuelo, pero tenía que recordar, que con ella, mi tiempo era diferente. Ella hizo tiempo. Hicimos tiempo. En estas alturas del partido ya no era una pregunta para mí. Ya le había robado algunas respuestas en el trayecto de nuestra historia, pero otras, que en algún momento podrían haber cambiado nuestro rumbo, ella se negó a darme. Quería tener esas, pero confieso que el miedo a ser consciente de todo, me paralizó y esperaba turbulencias hasta el aterrizaje para no poder salir de mi asiento.

Lo que queda atrás | Juliantina I TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora