Reflexiones

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Despertar junto a esta mujer siempre fue el mayor logro de mi vida. Sé que no hay nada tan grandioso que pueda comparar, pero sobrevivir a la escuela sin mayores problemas fue un logro. Valentina superó cualquier expectativa de mi existencia. Apuesto a que lo dioses no tenían pensado nada especial para mí, excepto ser testigo de la presencia que tenía esta musa, estar entre nosotros, simples mortales. Además de tener un corazón inmenso, ser prácticamente una perfección de la naturaleza y saber cómo mimar a todos los que lo necesitan a tu alrededor, a pesar de nunca haber recibido el amor que merecía, podría decir que ella, mi deliciosa novia, tenía superpoderes. Sé que tal vez debería tener un cierto miedo a lo desconocido, a esa fuerza que mostró, pero confieso que me puso más cachonda que asustada. Las marcas en mi cuerpo nunca desaparecerán, las tendré hasta el final de mi vida, pero siempre me recordarán el momento en que Valentina perdió el control sobre mí. Yo era todo lo que ella quería proteger. Dicho esto, mi lujuria no fue todo lo que sentí cuando la vi mostrar de lo que era capaz. También sentí que ella era mucho más especial que yo. ¿Qué podría aportar en la vida de esa mujer? El departamento en el que vivíamos era suyo, el trabajo que tenía y quien me lo dio fue ella, mi salario, seamos sinceras, salía de su empresa. De todos modos, desde que nos conocimos, siempre supe que ella era muy superior a mí, en todos los casos de la vida. A pesar de todas las dificultades que tuvo en su infancia y adolescencia, logró convertirse en una joven culta e interesada en diferentes temas. Lograba alcanzar la comprensión de la gran diferencia en nuestras condiciones. La mía, sin eso en mi mente, me arrojaba a un mundo que no podía seguir, que siempre era una locura en su velocidad. Yo no interfería en su vida diaria. Sé que mi presencia la ayudaba a controlar sus instintos que podríamos considerar indomables, pero me preguntaba innumerables veces si la necesitaba más de lo que ella me necesitaba a mí. Eso, con cada día que pasaba, me asustaba más.

- Juls, se está quemando!

- Hey

- ¡Se está quemando! La comida ... se está quemando.

- Dios mío ... lo siento. No me di cuenta. ¿Dónde estaba mi cabeza? Lo sabía, pero Valentina se acercó, cuestionando mi falta de atención.

- ¿Está todo bien? Parecías ida en tus pensamientos, muy lejos

- Está bien, solo estaba pensativa.

- ¿Y dónde estaba tu cabecita para quemar un huevo revuelto así? - Miré la olla.

El huevo, que se suponía que era amarillento, quedó marrón de tanto tiempo que lo dejé debajo del fuego.

- si. Creo que quemé el huevo.

- Yo también lo creo, mi amor. ¿Te pasa algo? ¿Quieres sentarte y yo hago el huevo?

- No, hermosa. Yo termino aquí Ya estoy fuera del trance. - Me reí, pero a Val no le pareció muy divertido.

- ¿Estás segura de que no quieres contarme sobre ese trance? Se veía tensa. - ella estaba a mi lado, acariciando mi hombro mientras apagaba el fuego para comenzar el proceso de mi huevo revuelto nuevamente. Respiré profundamente, ya que sabía que si lo explicaba, sería peor. Nunca terminaríamos esta discusión en la vida.

- Sí, estoy bien. Lo prometo ¿Puedes alcanzarme otro huevo mientras voy al baño rápidamente?

- Hummm puedo, pero no pienses que escaparás del tema. Pero ahora te doy espacio. Ve. - Ella ya me conocía tan bien que incluso yo intentaba suavizar lo que ella sentía que creía. Hemos vivido juntas durante un año y en ese tiempo ha logrado conocerme muy bien, mis tics nerviosos, mis momentos de trance. Pero no creo haber expuesto nunca esa sensación de haber quemado los huevos revueltos para nuestro desayuno. Una vez, quemé el café. Cosa que ella hacía casi todas las mañanas y me encantaba, felizmente comía el pan tostado, los panqueques, los cafés fuertes que preparaba, todo porque la amaba desde la primera vez que la vi.

Lo que queda atrás | Juliantina I TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora