Dame una oportunidad

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Dicen que cuando pierdes algo o alguien es cuando te das cuenta de lo mucho que lo necesitabas, de que necesitabas esa atención. Te das cuenta de que lo querías, que necesitabas escucharlo alagando tu persona. Te das cuenta que era la única persona que te entendía, de lo honesta que era contigo y que estaba para ti en los momentos buenos y malos. De que era la única persona con la que podías sentirte libre, sentirte única, poder ser tú.

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Pero ya era tarde cuando te diste cuenta de lo mucho que perdiste. Y ya no había nada que pudieras hacer, porque esa persona hizo todo lo que estuvo a su alcance pero tu no lo viste. Te pidió una oportunidad pero tú no lo consideraste y lo rechazaste al momento sin tapujos, y sí, te diste cuenta demasiado tarde que estaba destrozándose por dentro.

No te diste cuenta que cuando te dió la espalda deprimido y roto, lloró, derramó lágrimas por alguien que no lo merecía; porque él era demasiado bueno, porque estaba luchando con viento y marea para llegar hacia un corazón negro, un corazón que no sabía que era el amor, un corazón que no sabía que era la sensación de las mariposas en el estómago. Pero el estaba decidido a moldear ese pequeño corazón, un corazón inexperto, él había tomado la decisión de convertirse en el carpintero y crear la llave de entrada para ese corazón envuelto en una almadura amarga. Y no se rendiría.

"....porque no siento nada por ti." Seis palabras que lo pasmaron, lo frustraron, lo avergonzaron; que lo hicieron sentir la persona más desdichada y con la peor suerte del mundo. Palabras que desgarraban y destruían, dichas sin saber su peso ni consecuencias.

"Dame una oportunidad..." tres palabras que no tome en cuenta y que solo me parecieron lo más absurdo que podía escuchar en ese momento. Me pareció agobiante estar pasando por esa situación, sin saber que lo que era absurdo era no tomar en cuenta sus sentimientos.

Él no quería derrumbarse delante de ella para no verse patético, pero al escuchar esas palabras sólo hicieron que se olvidara de todo, y sólo decidió seguir insistiendo, sin querer creer que no sentir sentimientos hacia él era su forma de recharzarlo. Pero ella insistió en que esa era la razón por la cual ella negaba y tiraba tan fácilmente sus sinceros y más genuinos sentimientos.

Él no podía creer que recibía una contestación tan vacía, tan amarga, tan odiada por toda aquella persona que estaba llegando a su límite y que ya no podía con esa gruesa y pesada espada que lo atravesaba silenciosa y lentamente.

Notando que ya no podía con tanta humillación y sin poder escuchar más se dio la vuelta y sin despedirse se fue, pidiendo que solo estuviera soñando y que, cuando realmente despertara y se diera cuenta que no era cierto lo que estaba pasando, que solo era una mala broma que le estaba jugando su mente, se fué.

Corazón negro, Corazón inexperto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora