Chapter 10: Las dos dragonas

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Jeanne. – Gilles se acercó a la santa, esta estaba un poco dudosa de si hablarle, a pesar de haber dicho sobre que podrían descansar, el asunto sobre la bruja dragón seguía bastante activo y estar a su lado podría perjudicarlo de alguna forma. – Eres la verdadera Jeanne ¿cierto? Debemos hablar.

- … Lo siento Gilles, no me gustaría que salgas lastimado por hablar conmigo, eso dañaría tu imagen como mariscal.

- No importa, he esperado poder volver a hablar contigo, además no puedes ser aquella que mató al rey, esos ojos que me miran con tristeza… nadie que sea mala pondría ese tipo de mirada. – La rubia se sorprendió por unos segundos, ya después sonriendo suavemente.

- Gracias Gilles… me has apoyado cuando más lo necesitaba, durante la guerra y en los momentos más duros me brindaste tu ayuda y eso hacía que quisiera seguir adelante y no rendirme… eres una persona importante para mí, por eso no quiero que te asocies conmigo por el momento. Prometo que acabaré con esa otra yo que está destruyendo Francia, es lo menos que puedo hacer. – Jeanne sonrió sinceramente, una sonrisa que parecía brillar totalmente. Gilles bajó la mirada con resignación, soltando un suspiro.

- Muy bien… estaré esperando, siempre seré tu fiel caballero y aliado más importante.

- Eso lo sé, vendrás a ayudarme cuando más lo requiera… por ahora nos despedimos, gracias por lo de antes.

- No es nada, y no es una despedida, es un hasta luego.

- … Es cierto… nos vemos. – Jeanne se despidió de Gilles, alejándose poco a poco para reunirse con los demás, el caballero la vio irse con una sonrisa.

- … Cuídate… mi querida santa.

- Lamento la tardanza. – Jeanne regresó con el resto, Haji estaba tirado prácticamente en el suelo, con Emiya suspirando debido a la falta de resistencia física de su master, Medea riéndose de forma burlona y Martha picándolo con una vara, los demás descansaban, con Marie cerca de Siegfried.

- Bienvenida de regreso Jeanne ¿Ya terminaste de hablar? – Preguntó la reina, la rubia asintió.

- Sería mejor que nos fuéramos de una vez, Siegfried necesita descansar bien. – Comentó observando al caballero, este aún continuaba en dolor por esa herida.

- Lo siento… si no me hubiera causado esta herida antes… - Le costaba trabajo hablar, Jeanne le calló.

- Por ahora debes descansar, vayamos a un mejor sitio donde recostarlo.

- Entendido, es hora de partir. – Con sus respectivas montaduras, empezaron a alejarse para encontrar un mejor sitio donde asentarse, el peligro pasó de momento para ellos.

Para su suerte pudieron encontrarse en un fuerte abandonado donde pueden estar tranquilos, ya al entrar en el recinto abandonado, se pudo recostar a Siegfried en un sillón que estaba por ahí, Haji igualmente fue a recostarse para recuperar algo de energías.

- Por ahora descansa Nii-san, yo veré el resto. – Aconsejó Rika antes de dirigirse donde estaba el saber, ahí se encontraban Jeanne, Mash y Marie. - ¿Cómo está todo aquí?

- Master… todo bien, aunque esa herida de Siegfried está bastante mal. – Comentó la santa.

- Parece ser una maldición… no es algo que pueda curarse de forma normal... – hizo el intento de hablar el saber.

- Tengo habilidades curativas, pero no puedo hacer nada contra ello. – Comentó la Rider con algo de pena.

- Debió ser durante ese gran ataque, llegaron servants intentando destruir la ciudad y uno debió hacerme esto… por suerte otro servant logró esconderme para no morir… creo que tenía un dragón con ella… que parecía una tortuga.

Fate Grand Order: CorrupciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora