XI. Chupi delicioso

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El ascensor comenzó a subir y a medida que iba llegando a mi piso lograba escuchar, cada vez más fuerte, una canción de J Balvin y Anitta, lo que me pareció raro porque mis vecinos no solían escuchar esa música.

Pero, tan pronto llegué frente a mi puerta, noté que la música venía de adentro de mi departamento.

—Genial... —susurré, giré el picaporte y la puerta se abrió rápidamente.

La cerré detrás de mí y caminé en dirección al salón donde vi a mis mejores amigos bailando, cantando e incluso bebiendo.

Sin importarme nada, apagué los parlantes, causando que las voces de Nicholas y Minerva inundaran el lugar, desafinadas y con una terrible pronunciación del español.

—¿Qué haces? —me gritaron los dos molestos al verme.

—¿Cómo entraron? —pregunté ignorándolos.

—Sigues dejando la llave de emergencia debajo del matafuego —dijo Minerva sacudiendo mis llaves en el aire y yo se las quité de un manotazo.

—Chicos, ¿Que hacen aquí? —hablé con cansancio.

Ellos se miraron arqueando una ceja y luego me dirigieron una mirada de obviedad.

—Pasado mañana me iré a Canadá a filmar, tú en poco tiempo vas a Londres, Minerva se quedará aquí, no nos veremos por quién sabe cuánto tiempo; teníamos que despedirnos, rubia —habló Nick acercándose a mí—. Te extrañaremos. —Hizo un mohín.

Vaya, ellos se tomaron un avión hasta aquí porque me extrañaban y yo los trato de esta manera.

De repente me sentí muy mal.

—Está bien, tienen razón; necesitamos una última noche juntos en Los Ángeles. —Acepté sonriendo y nos fundimos en un tierno abrazo.

Nick volvió a poner su música y Minerva me acercó un chupito al que no me pude negar, pero del que rezaba no arrepentirme.

Nick volvió a poner su música y Minerva me acercó un chupito al que no me pude negar, pero del que rezaba no arrepentirme

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Ellos me ayudaron a empacar todo lo que llevaría mientras hacíamos bobadas entre nosotros.

En un momento, Minerva tomó mi celular y comenzó a inmortalizar el momento. Primero eran unas fotos raras, luego vídeos nuestro haciendo morisquetas o cantando y al final terminó filmándome mientras bailaba con Nick.

—¡Hermosos! —nos gritó en apoyo.

—Ya lo sabemos —presumí mostrándome "sexy".

—¡El autoestima por el cielo y el perreo hasta el suelo! —nos reímos.

Le obedecimos y bajamos hasta el piso, espalda contra espalda; lastimosamente perdí el equilibrio y caí hacia atrás llevándome conmigo a Nicholas.

—Ay, wey —soltó preocupada Minerva, sin embargo, se largó una tremenda carcajada.

Nick y yo nos miramos en el suelo y comenzamos a reír.

Why [Tom Holland y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora