🐺: ❝ El Miedo del Omega ❞

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Había intentado nadar.

Había sido un impulso, tan natural como el respirar. Tan pronto como los débiles fulgores del reluciente astro lunar resplandecieron tenuemente entre la oscuridad que lo ceñía, supo que algo andaba mal. Tal vez debió haberlo supuesto al instante en que descendía en la perpetua oscuridad, o tal vez... debió haberlo considerado en el momento en que se dio cuenta que no podía respirar.

Estar sumergido en el agua no era algo completamente desconocido para él, después de todo había buceado en el mar junto con sus amigos, incluso recuerda un par de veces en las que había sido empujado en una piscina sin previo aviso. Sin embargo, jamás lo había hecho con intenciones suicidas. Nunca se había sumergido ante las aguas frías del lago con la intención de quitarse la vida, hasta ahora.

Se atragantó. Estúpidamente intentó inhalar por la nariz; un grave error. El ardor de sus pulmones no se lo permitía. Anhelaba desesperadamente el cálido oxígeno que tanto necesitaba, y ante su necedad, abrió sus labios en un intento desesperado por conseguirlo; sin embargo, solo provocó que perdiera el poco aire que le restaba. Estas escaparon en forma de pequeñas burbujas que flotaron a su alrededor burlándose de su cruel destino.

Podía sentir su pecho adolorido, como si alguien estuviera rasgando el tejido entre sus costillas rogando ser liberado del dolor que oprimía su corazón. Durante estos últimos días había tenido mucho cuidado para nunca dejar salir ese dolor, esa agonizante tristeza que podría destruir todo lo que amaba, pero estaba tan cansado... tan harto de pensar en segundas opciones y rezar a Dioses sordos que jamás habían cumplido sus plegarias.

Estaba afligido, no.

Estaba destruido.

Estaba roto en más de un sentido; solo él y los Dioses sabían lo que había pasado en sus pensamientos para llegar a un punto sin retorno. Estaba roto, y la cruda verdad quemaba en su garganta dejándolo boquiabierto y gimiendo en silencio, mientras luchaba por llevar algo de aire a sus pulmones. Estaba roto; solamente era una persona que se había quedado solo en una casa vacía, destinada a empolvarse y caerse a pedazos. Su corazón, lastimado y ansioso de afecto, no podía soportar más noches en vela esperando por alguien que jamás volvería. No quería recordar los cumpleaños no celebrados y los aniversarios perdidos, las habitaciones abandonadas y una casa que jamás había estado destinada a ser para una familia de tres.

No quería morir, pero tampoco tenía planes para seguir viviendo. Un extraño vacío había estado creciendo dentro de él desde hace semanas; tan abrumador, tan presente. Era agobiante, lo piensa por un segundo cuando la culpa y el miedo empiezan a roerlo. ¿Qué tanto se perdería si lo lograra? Casi podía sentir una risa amarga brotar desde el fondo de su garganta solo para ser obstaculizada por el agua, por lo que se pierde entre los pliegues de su laringe y en las pequeñas burbujas que escapan de sus labios.

Sin embargo, se sobresalta cuando escucha un coro de voces incomprensibles que se distorsionan a causa del agua; una cacofonía estridente que se hacía eco entre la oscuridad. El caos perpetuo lo asustó, le hizo sentir la necesidad de apresurarse dejando que el poco oxígeno restante escapara en forma de diminutas burbujas. Los tenues rayos lunares iluminaron su descenso, mientras luchaba contra las danzantes manchas negruzcas que intentaban nublar su visión.

Sus movimientos eran erráticos. Estaban impulsados por el instinto de supervivencia básico y primitivo del ser humano, pero su cuerpo se sentía cada vez más pesado y sus reflejos eran cada vez más lentos. Sin embargo, una parte de él seguía luchando para mantenerse vivo intentando nadar con desesperación entre el mar oscuro. Un intento en vano por sobrevivir.

El cansancio no tardó en afectarle, al igual que la falta de oxígeno. Una dolorosa presión se instaló en su pecho en forma de escozor; arrepentimiento. Hacía mucho tiempo que las emociones que habían cegado su juicio se habían desvanecido, solo para ser reemplazados por un chillido lúgubre que le revolvió el estómago.

❝OMEGA❞〔rubegetta 1°〕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora