Capítulo 1

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Londres, 1856

Lady Anabell se encontraba caminando de una lado a otro en el vestíbulo esperando el correo, aunque Steve le habia dicho que el se haria cargo, estos últimos meses habia llegado a sentir nada igual por el Marques de Suffolk, aunque hubiera deseado pasear con él antes de empezar la temporada habia entendido porque habia viajado tan inesperadamente al Deucado de  Devonshire a mostrar apoyo a su viejo amigo, el Duque De Inverness, su esposa habia muerto dos meses después de haber dado a luz a su pequeña hija, y por palabras propias de Luicus sabia cuan enamorado esta él de su esposa, algo trágico.

Y sin duda habia amado más a Luicus, apesar dw su miedo a el mar fue a consolar a su amigo, algo honorable, eso era lo que más le gustaba de él su honor.

Tocaron la puerta, sacandola de sus pensamientos nerviosa pasó las manos por su hermoso vestido color lavanda, algo fresco para el verano, era el chico del correo, abrio la puerta rompiendo el estricto protocolo de su madre, tan frivola madre. Sonrió amablemente, al joven.

—Buenos días, mi lady, aquí esta el correo —dijo el joven, aunque no podia apartar la mirada de la joven, jamás la habia visto por aqui, era hermosa y tenia unos hermanos ojos azules.

—Gracias señor, que tenga un buen día —dijo amablemente cerrando la puerta en la cara del muchacho de manera descortés.

Busco su nombre apresuradamente entre las cartas, aunque al revisarla todas y notar que ninguna iba dirigida hacia ella, se sintio decepcionada, y se puso a pensar que tal vez él no queria seguir escribiendole, un millón de posibilidades pasaron por su mente.

Del otro lado del bullicioso y ruidoso Londres, se encontraba Lady Alice bordando un pequeño conjunto, a decir verdad con mucho esfuerzo, odiaba aquello, ojala su padre le fuera dejado tomar esas clases de medicina, amaba hacer aquello, ayudar a otros, sin duda pasar tiempo en casa era algo horrible entre los constantes gritos y reclamos de su madre, aquello era peor que recivir una abofetada suya, aunque habia aprendido que su padre usa el peor de ellos, el silencio, no podia entender como era ello su culpa ¿por nacer mujer? Dios sin duda la habia castigado, con unos padres apáticos, carentes de cualquier amabilidad, ellos solo veian aquello que podian llenar sus bolsillos, eran el uno para el otro, avariciosos.

Habia envidiado siempre a Lady Susan y Lady Rosalía sin dudas ver el amor de sus padres asi ellas, ver esas muestras de afecto le rompian el corazón saber que jamás ella tendria unos padres como ellos.

Durante un tiempo encontró algo que atrajo todo su empeño, era su pequeño secreto, era algo suyo que nadie podia arruinar. Supiro pesadamente, aptovechando que su madre habia salido y no podria molestarla decidió escribir un poco era lo que mejor se le daba, escribir historias, soñar imaginar París, Roma aquéllas ciudades con las que soñaba visitar. Y empezo escribir rápidamente, dejandose llevar por aquello.

L....

Al terminar guardo la carta y decidio que al final de la tarde iba al correo a enviar la carta, amaba hacerlo, porque otras personas ponian leer sus esctitos sin saber quien era, sin duda el verano empezaba a desaparecer, muy pronto iniciaria una nueva temporada y el otoño, de nuevo seria la bienvenida de esta, abrazandonos con el frío.

Luicus se encontraba atados de manos, durante esos meses habia venido hacerle apoyo a su amigo, algo que sin duda habia fracasado, sabia el dolor de perder a un ser querido, pero sin duda ver a la pequeña era la viva imagen de su madre, Edmun estaba destrozado, en realidad no sabia como ayudarlo, aunque en parte en alivia su dolor en el alcohol jamás habia visto a su amigo asi de desesperado, dolido no lo reconocía.

Todas esas preguntas volvial loco a su mente, eso hacia el amor, te hacia sentir asi de acabado, porque estaba seguro que su amigo acababa de perder al amor de su vida, ahora pensaba en aquella rubia que lo traia loco, se sentia ansioso por regresar a Londres, y cortejarla, ahora sabia que el destino siempre estaba en constante movimiento y que no podia quedarse quieto a esperar a ver que sucederia.

Y sin duda Luicus estaba seguro de ello, y el destino o la casualidad como algunos le dicen estaba apunto de jugar con tres corazones, dobles, bondadosos y uno que otro reencoroso.

Pero el amor puede hacernos tomar desiciones precipitadas.

El honor, por hacer lo correcto hace perder aquello por lo que a veces rompe nuestra moral.

La Desición del Marqués ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora