Capítulo 3

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Lady Alice  se encontraba en el sofa marron claro bebiendo té con su madre, una compañera nada agradable, su madre era una mujer tierna por fuera pero venenosa por dentro, ambiciosa, fría y calculadora; capaz de hacer cosas por co seguir lo deseaba al costo que fuera, eso habia pasado después que su madre de esta misteriosamente se habia ido cuando tenía dos años, ella le recordaba aquello llamándola bastarda lo que claramente no era, pero Lady Elizabeth era muy feliz en ello, amargarle los pequeños placeres de la vida.

Suspiró quitando la mirada de su taza, la verdad no le apetecía el té, pero sin duda si no accedía luego su padre la tacharia de grosera y maleducada con la mujer que le habia criado luego que su madre la abandonará. Ella sin duda era una buena manipuladora, y lo sabia de primera mano.

—Si sigues suspirando pensaré que traes en pensamientos a un hombre—dijo con sus labios curvados en una sonrisa maliciosa—. Pero sé que no es así, asi que dime hija qué te trae tan despistada.

Sus ojos color ambar la miraban fijamente, detallando cada movimiento,Alice apoye su espalda completamente en el sofá cruzando las piernas en el proceso, siendo ordinaria.

Alice casi quiso sonreír pero se contuvo era mejor no provocarle.

—Nada que te interese he de decir—informó la rubia, sonriendole cortés ha sabiandas que estaba enojada, esa pequeña arruga que se formaba entre sus cejas era claro de ello—. Yo que tu me fijaría más en mí, te estás poniendo vieja y arrugada, entonces, cuando te mueras festejare ello.

Elizabeth sintió el enojo recorrer su cuerpo cómo se atrevía a decirle aquello pequeña insolente, si no fuera porque él imbécil de su marido el vizconde, puso todo el dinero al dote de Alice hace tiempo que la hubiera matado, pequeña bastarda era lista.

—Espero no ser yo quién tenga que verte en un lindo hueco—su tono era todo menos agradable, era sutil y afilado—. Entonces llorare y adivina, sera la mujer más feliz del mundo.

Brindo levantando su taza de té, dándole un sorbo, Alice hizo lo mismo sin apartar la mirada de ella.

—Pero sabes que es lo mejor—dijo de pronto, se habia recuperado volvia atacar de nuevo—. Verte convertirte en una solterona, y me reire de ti y asi las dos nos tengamos que quedarnos en la calle, pero a diferencia de ti yo si tengo familia una que fácilmente puede darme asilo, pero tú eres una bastarda por eso tu madre de abandonó.

Alice sintió sus ojos empañarse de lágrimas más se contuvo de llorar, con la barbilla en alto, colocando aquel muro de sentimientos que la volvían un majar de lágrimas, su madre, y Elizabeth sabia perfectamente como tocar sus puntos débiles lo habia aprendido con los años.

—Un día te tragaras todas tus palabras, entonces sere yo quien me ria de usted—mencionó con simpleza, como si ninguna de las palabras dicha le hubiera afectado.

El salon de sol, como lo habían nombrado ya que aquel magnífico lugar estaba decorado con toques dorados y cremas, era un lugar magnífico de admirar techos altas, una chimenea que mantenia el lugar caliente en los inviernos, una enorme ventana en el cual se podia apreciar el jardín exterior, pero lo qué más le agradaba de aquel lugar era poder escribir, algo que hacía a escondidas, amaba escribir, sobre lugares que habia leído en otros libros, tachados por algunos noble como lujuriosos y invitaban a las mujeres a guiarse por el mal camino, su escritor favorito era Gustavo Flaubert, y su libro por el cual había sido casi asesinado Madame Bobary sin duda era una realidad distinta.

Le gustaba aquello, pensar que podía llegar mas allá de ser solo la que le dé niños a un hombre, quería ser libre en un mundo de hombres, algo complicado e imposible, pero no estaba mal soñar con aquello.

Le gustaba el realismo, aunque también aquello que derrochara amor, y Shakespeare era algo muy bueno en ello.

Amaba ese lugar era su refugio, donde podia dejar su mente volar, imaginar otras tierras, imaginar un futuro donde se creía ver a ella misma, tomando desiciones por si misma.

Leia aquel período todos los dias tenía dos secciones favoritas, donde  publicaban historias anónimos y la sección de chismes, querías saber todo lo que sucedía solo tenías que leer Revistas secretos de Sociedad.

Buenos días querido Londres, el verano se ve también como se siente, tenemos mucho porqué empezar se preparan para esta nueva temporada, quién será el proximo en casarse, yo tengo mis propias teorías o como le digan; pero sin duda apostaria por LordL me han dicho que ha estado interesado por cierta dama, lo cual es alguien que conozco demasiado, pero bueno han visto al misterioso cabellero que ronda la cuidad, no es nada menos que el LordS, que puedo decir ese hombre sabe como ser elegante, misterio y romanticamente oscuro, los murmuros desde el Deucado de Florencia se hacen fuertes, esta aqui para nada menos que buscar una esposa y LordA no es la excepción el único soltero que queda del grupo de amigos íntimos del Duque de Cambriage, bueno Ladies vayan preparando su mejor vestido, joyas y demás porque el primer baile de esta temporada será en Clarence's  House a mano de estos preciados amigos de la reina.

¿Y están invitados? Por qué yo sí.

—Asi no digos que quedarás sola—se carcajeo—te apusto que es una vieja solterona, o tal vez una viuda sin nada que hacer.

Alice sintió rabia como si fuera mejor que esa persona.

—Bueno creo que no hay mucha diferencia, padre prefiera a las damas de la caberna que a usted, eso ya no le da un pequeño razonamiento claro, porque yo si lo veo—se levanto dejando el periódico en la mesa—, porqué esa serás dentro de algunos años, y peor que te quedaras sin un solo peñique—dijo con una enorme sonrisa en el rostro sintiendose victoriosa—, me retiro, no me siento agusto con la compañía.

La joven salio de habitación con un paso firme, aunque no se notara sentía sus manos temblar de la adrenalina que sentía, era momento de darle una cuchara de su medicina a esa vieja, idiota, quien se hacia llamar su madre, ella a su madre no se parecía en nada.

La marqueza apreto fuertemente sus manos volviendola puños clavando sus uñas en estas, estaba colérica como se atrevia aquella idiota cómo se osaba a compararla con una cualquiera.

—¡Quena! —grito llamando a su doncella, aquella cuya maldad era igual a la de su ama.

Quena apareció sorprendida su ama estaba temblando y fuera de si, algo que era muy inusual en ella, su ama siempre estaba en control, siempre.

—Busca una forma de castigarla, por su insolencia asi mí pero sin que Martín se enteré —amenazo la señora, apreto fuertemente la mandíbula incapaz de mantener el coraje que sentía por aque endiablada mocosa.

—Lo haré, mi señora.

Espeto en un susurro bajo, no hubo vacilación ni un solo segundo, por eso Elizabeth la habia mantenido con ella luego de casarce esa mujer era fiel a ella, siempre hacia las cosas cuando quería y como quería, fiel a ella.

Y esa mocosa muy pronto conocería hasta donde era capaz de llegar la Vizcondesa  de Lexington.

Muy pronto.

La Desición del Marqués ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora