Capítulo 8

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Todo Londres estaba emocionado por acudir a la velada que realizaba el vizconde de lexington para su hija, aquella jovencita que se había visto envuelta en aquel escándalo hace poco semanas con el Marqués de Suffolk, pero lo que más les intrigaba era como se iban a comportar aquellas señoritas, apesar de que muchos renegaban y hablaban mal de aquella sección, a todo Londres les encantaba estar al día con los chismes, aquella cuidad no podía vivir sin uno. Y donde no lo había lo inventaban, solo para crear especulaciones.

La casa de los lexington preparaban todo para aquella fiesta, aquello solo era una aparición más para mitigar los chisme del que el Marqués no se casaría con ella, Alice sabía que su palabra para él era importante; pero Alice no podía sacar de su mente aquella escena hace dos semanas en la casa de este, como abrazaba y besaba a Anabel, algo en ella había despertado esa sensación de ganar en esto, sabía que Anabel no era de esas jóvenes que les importara su reputación, casarse con aquel hombre podría ser su bendición y escapar de aquella familia que la atormentaba.

La madre de Alice le había mandado a confeccionar el vestido más hermoso de aquella temporada, era de seda color crema con hermosos bordes verdes en las orillas aquello hacia juego con sus ojos, con un escote cuadrado que dejaba a descubierto un poco sus hombre y aquel vestido lo cubría en las magan un poco de encaje mostrando un poco la piel de sus brazos.

La fiesta di comienzo y al igual que las personas observando todo a su alrededor, ya se encontraba el marques se sentía apenado con ello, jamás había sentido vergüenza hacia una persona, se encontraba nervioso, verla era como recordar constantemente que veía a Anabel a escondidas, tal vez aquello fuera un error pero le parecía correcto a su corazón.

Todo el mundo guardó silencio cuando anunciaron que la festejada hacía su aparición, aquella joven parecía un Ángel su piel pálida, aquel cabello se recogía en una suave trenza con un pequeño moño, con una pequeña tiera; su vestido era algo elegante e exquisito al mismo tiempo no habían visto, algo como aquello parecía el modelo al que había usado la actual duquesa de  Cambridge, la que en algunos meses sería su cuñada.

Alice se encontraba nerviosa, sentir todas aquella miradas sobre ella, ese día sería su decimoctavo cumpleaños, bajo lentamente las escaleras sonriendo a todos, su mirada se detuvo en Anabel se encontraba en una de las esquinas de aquel salón al lado de sus padres, rápidamente buscó a Luicis quien se encontraba al lado de su padre esperando su llegada, termino de bajar los escalones faltantes y con un pequeña reverencia a su futuro esposo, el Marqués le tendió la mano para guiar la y empezar el vals, esa era como su primer evento oficial como futuros comprometidos que se celebraría en algunas semanas. El suave compás de la música empezó, Alice sabía aque esa era su oportunidad para demostrarle a Anabel que ella también sabía jugar.

Se acerco un poco a Luicis.

—Me alegra que haya decidido venir— dijo ella de pronto, rompiendo el silencio que había entre ambos—. Ya que no había resivido alguna respuesta de parte suya.

Los ojos de Alice brillaban mientras lo observaba atentamente, y todo el mundo lo hacía y murmuraban lo hermoso que ambos lucían.

—Espero me perdone, he estado algo ocupado—dijo ruborizandose de la vergüenza, Alice por un momento quiso mofarse pero hacerle saber que conocía el motivo por el cual no había respondido sus cartas. Era como dejar ver todas las cartas que tenía en manos—. Espero compezarla, mi lady.

—¿Le parece una cabalgada? Me encanta salir a montar— propuso, aquello era sensato salidas públicas.

—Sí, a si lo desea, mi lady. Estamos para complacerla— dijo él, sonriendole.

Durante la noche Alice no se separó de Luicis, aquello sin duda había molestado a Anabel, quería hablar con él, lo había extrañado. Estaba muriendo, se sentía furiosa de cada sonrisa que el le dedicaba, de la manera amena que conversar y bailaban como si nada más existiera.

Sintio una presencia detrás de ella, dio un paso atrás dándole la sorpresiva presencia del duque Stefan, aquel hombre era una intriga en el mismo, era callado, silencioso y sobretodo misterioso.

—¿No le parece que deberíamos hacer algo al respecto — musito, desde lejos la habia observado las muecas que hacía cada vez que observaba a la pareja—. Yo también amo a Alice.

—¿Y qué propone?— preguntó dándole atención a cada una de sus palabras.

Stefan sonrió abiertamente, dándole un trajo a su bebida se colocó al lado de la joven, si ella estaba dispuesta ayudarlo sería mejor.

—Se cuál es su mayor secreto, solo debes ayudarme a presionar del otro lado—dijo mirando en dirección del Marqués, Anabel asintió aquello no era tan difícil—. Que yo me encargo de Alice.




Revista secretos de sociedad

Dicen por ahí que por amor estamos dispuestos a todo ¿Qué arriesgarían mis queridos amigos? Una alianza, por dos amores... Uno correspondido otro tal vez no, pero lo más importante de ello ¿Quién será el ganador?

Antes un juego de tres, ahora un juego de cuatros, esto si que es atrevido mi querido Londres.

La Desición del Marqués ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora