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—¿Creen que algún día pueda tocar una?

—Aquí va de nuevo... —Ryan se metió una generosa cantidad de papas fritas a la boca.

—Sí, claro. Pega un brinco hacia el cielo y luego me cuentas —se burló Jomei, ganándose un puñetazo en el brazo izquierdo—. ¿Por qué no le pides a Nagi-...

—Ya les dije que yo escupo niebla, no nubes —recordó cansada.

—¡Es casi lo mismo!

—¡Per-...

Un leve toque en la puerta la interrumpió, y los cuatro voltearon para encontrarse con la imponente figura de Nozomi y la no muy robusta figura de Izuku a su lado.

—¿Se puede saber qué están haciendo?

Ryan soltó su paquete de papas y se paró de forma recta cual soldado, con los otros tres siguiéndole el paso.

—¡Lo sentimos, Amane-san!

Nagisa les obligó a agachar la cabeza tanto a Jomei como a Lex.

La pelinegra suspiró.

—Entiendo que el descanso es importante, pero si van a gastarlo en tonterías; prefiero que vuelvan a sus departamentos y continúen trabajando. Sobre todo ustedes dos —miró a Lex y a Jomei—. Ya no son residentes, deben empezar a comportarse.

El corazón de Izuku se derritió cuando observó los pucheros en los labios de los jóvenes. Parecían dos cachorritos tristes.

—Estoy seguro de que lo entienden perfectamente, Amane-san. No volverá a repetirse.

Ante la sonrisa animada de Izuku, Nozomi no pudo hacer nada. Siempre lograba comprarla.

En respuesta asintió, y se fue sin agregar nada más.

—¡Usted es el mejor, Midoriya-san! —Lex le dio un fuerte abrazo—. ¿Podemos casarnos?

—Me temo que no, pero gracias por la oferta —rio alegre, dándole varias palmaditas en su cabeza—. Es suficiente, Amane-san tiene razón; deberían volver a sus puestos.

—Entendido —respondieron al unísono.

Pero antes de que pudiera poner un pie fuera de la sala: Nozomi volvió a entrar en ella. Notablemente agitada.

—Urgencias. Ahora —les habló al peliverde y a Nagisa en especial.

Los dos no dudaron en correr tras ella.

—Kale, dieciocho años, asmático y con una perforación en el abdomen. Él y su hermana tuvieron un accidente, iban en bicicleta —informó Yui, bombeando la bolsa de aire conectada a un tubo puesto dentro de la garganta del chico.

Nagisa tomó su lugar.

—Su presión está bajando...

—Desfribilador —pidió Nozomi y Yui le alcanzó la maquina en un parpadeo.

Mientras ella se encargaba de reanimarlo, Izuku fue junto a la hermana del paciente.
La menor de quince años solo poseía un brazo roto y una leve contusión en su cabeza gracias a que su hermano recibió todo el impacto del vehículo. Lastimosamente la fractura requeriría cirugía, así que juntos llevaron a los hermanos a Cirugías para poder atenderlos por separado con mayor facilidad.

Luego de unas horas, los jóvenes se encontraban descansando con sus padres al lado, llorando y agradeciéndoles una y otra vez por salvar a sus pequeños mientras las tres mujeres e Izuku les sonrían amablemente; retirándose de la habitación poco después para darles privacidad.

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