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cuatro

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                    Caminar hasta el Columbus Circle no era el problema, el problema era que cada día comenzaba a hacer más frio, y esperar el autobús fuera de Central Park tampoco era algo que lo hiciera mucho más llevadero, a su contrario, parecía más frio en este lugar. Sin embargo, era mi única ruta hasta mi departamento cada día.

Y, por muy loco que sonara, comenzaba a preguntarme cada día si me encontraría con aquel hombre de traje y su pequeña hija. Ciertamente no me encontraba ansioso por dichos encuentros y no todos los días sucedía; cuando no pasaba ni siquiera llegaba a recordarlo, simplemente era curiosidad. Sí.

Probablemente ni siquiera era su rumbo usual, por lo que jamás había seguido un patrón que recordara fácilmente, calificaría sus apariciones más bien aleatorias y eso era bastante decir.

Los días pasados nos habíamos encontrado un total de tres veces y cerca del final del mes de octubre, alrededor de unos diez días en total, lo cual tampoco era mucho. Sin embargo, la pequeña Sunny -como recordaba su nombre-, a veces me saludaba o sonreía cuando me veía llegar, cosa que respondía con una pequeña sonrisa o un gesto con la mano. Era realmente sencillo y yo, necesitaba dejar de referirme a su padre como "el hombre atractivo", de verdad.

Esta ocasión la parada se encontraba vacía, cosa que era bastante anormal, pero no podía quejarme. Unos minutos más tarde, hizo su aparición; y esto era a lo que me refería, no tenía ningún tipo de sentido.

—Buenas noches. — Murmuró por lo alto una vez que se acercó con la pequeña Sunny, y probablemente no noté aquella cara larga en su rostro porque era un muy buen actor frente a su hija.

Asentí en modo de respuesta antes de murmurar un "buenas noches" también. Me quedé estático durante los siguientes minutos, mismos en los que con cuidado ayudaba a sentarse en la banca casi a mi costado a la pequeña, mientras él tomaba del otro lado asiento, siendo separados por unos cuantos.

Sunny, estaba tarareando una canción que no reconocía, por lo que comenzaba a suponer que estaba volviéndome más viejo o realmente no conocía nada de los programas infantiles hoy en día. Estaba bastante concentrado en ese hecho, tanto, que casi había olvidado que ambas personas -mismas a las cuales dirigía mis pensamientos-, se encontraban sentadas justo a mi costado.

"Maldita sea. ¿Qué es lo que quieres ahora?" Escuché murmurar al hombre a mi costado, me giré levemente visualizando que era lo que estaba ocurriendo. Él se encontraba mirando la pantalla de su teléfono mientras la pequeña Sunny continuaba ajena a todo; tarareando.

—Disculpa, uh. — Antes de darme cuenta, el sujeto se encontraba frente a mí con una cara completamente abatida y sus ojos bailando entre el aparato en sus manos, su pequeña hija y yo. — ¿Podrías cuidarla un momento? Tengo que atender esto y-... yo no quiero que escuche... — Mi corazón dio un ligero brinco ante su petición, pero sin poder negarme, asentí rápidamente.

—Claro, yo la cuido.

Sin decir nada más, aceptó la llamada y dirigió el aparato hasta su oído mientras caminaba unos cuantos pasos alejados de la parada. Suspiré profundamente, no sabía que era lo que podría tenerlo tan preocupado por responder una llamada, sin embargo, me giré para poder mirar más de cerca a la pequeña qué aún se encontraba sentada casi a mi costado, lo que me sorprendió fue que me miraba expectante y sonriente.

—¿Cómo te llamas, bebé? — Pregunté a la pequeña tratando de distraerla para que no fuera en busca de su padre.

—No bebé, soy Sunny. Kuu Sunny. — ¿Kuu? Probablemente el apellido estaba mal dicho. Me encogí de hombros ante mis pensamientos y le sonreí. — ¿Tú? ¿Cómo te llamas tú? — Preguntó aún expectante.