People are strange

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Mizore volteó y vio a un chico con una jarra en mano. El mismo chico que lo había quemado a la hora del almuerzo. Se levantó y con un movimiento de su mano, su mano herida y vendada, hizo correr una briza helada congelando el líquido de la jarra. Aquello era apenas una advertencia. La respiración del chico se aceleró, pero sus pasos no se detuvieron.

--Déjame en paz, no quiero nada de ti.

--Lo lamento, Shirayuki-sempai—.Dijo Andy mientras de su boca salía tanto vaho como no recordaba que hubiera salido antes en su vida--. No fue mi intención lastimarte, es solo que... me emocioné un poco... de acuerdo tal vez demasiado. Y es que es la primera vez que estaba entre amigos.

El enojo de Mizore disminuyó un poco al oír eso. Ella misma se consideraba una chica solitaria antes de conocer a Tsukune y Moka. Sabía tan bien como cualquiera lo que significaba la soledad y sentirse rechazada. Dejó de apretar el Kunai que había formado a sus espaldas. Lo dejó continuar.

--Yo, nunca había estado en una escuela antes, solía estudiar en casa. Era tan...

--Solitario--. Habló Mizore a media voz. Andy se había acercado lo suficiente para poderla oír aun con el viento soplando en el acantilado.

--¡Sí! Por eso no quiero que sigas enojada conmigo. Yo quisiera que fuéramos amigos.

Mizore comprendía, sí. Aquel chico se encontraba en la misma situación que ella cuando conoció a Tsukune. En el pasado la soledad y el miedo la habían hecho tomar malas decisiones. Pero ahora ella tenía amigos. Ellos gentilmente le habían brindado una segunda oportunidad y apoyo incondicional. Ella podía darle una segunda oportunidad. Es verdad, la herida aún le dolía pero no tanto como le había dolido en un inicio el rechazo de Tsukune. Además, si él y las chicas lo habían aceptado tan fácilmente, ella podía darle una segunda oportunidad.

--Moka y Tsukune, incluso Kurumu... y por lo que veo, también Yukari, te han aceptado tan fácilmente. Ellos no se equivocan, no lo hicieron conmigo. No creo que lo hicieran contigo, tampoco.

Extendió su mano y de un remolino en miniatura aparecieron un par de vasos de hielo. Andy sonrió, había hecho las paces con Shirayuki-sempai. Intentó servir la limonada pero el líquido no resbaló, fue entonces que se dio cuenta que estaba totalmente congelado. Creyó que podría descongelarlo reuniendo un poco de calor en sus manos y concentrándola en la jarra, pero ésta solo se cuarteó entre sus dedos. Por un minuto imaginó lo que era capaz de hacer Shirayuki con sus poderes y un escalofrío le recorrió la espalda. Se alegraba de haber hecho las paces. Mizore recogió el Kunai de hielo y picó la limonada congelada. Sirvió la escarcha en los vasos y la probó. Andy hizo lo mismo.

--Me gusta más así. Está muy dulce. ¿De dónde son los limones?—Preguntó Mizore.

--Los encontré en la zona, en medio del bosque. Quería recoger flores pero...

--¿¡Del bosque!?—Preguntó Mizore una vez más, esta vez asustada.—Esos son no son limones normales.

De repente Yukari recordó la clase de Aspara-sensei, la profesora de cocina, en donde les advertía de los limones del bosque. "Nunca deben comerlos. Es fácil reconocerlos, para empezar porque son los que crecen en el bosque, y segundo porque tiene un aroma inusualmente dulce. Eso se debe a que tienen propiedades narcóticas".

--¡Oh no! No se muevan de aquí. Iré por ayuda—. Dijo Yukari presa del pánico, corriendo hacia la academia.

Mizore la vio marcharse mientras su visión se volvía borrosa y divertida. En una situación normal ella estaría asustada, habían cometido un error terrible, pero en aquella ocasión aquello parecía extraordinariamente divertido. Aquel chico parecía tener mala suerte en serio, y eso era gracioso. Yukari también era graciosa asustada. Mizore comenzó a reír mientras veía a Andy toquetear su oreja derecha.

--¿Qué pasa?—Dijo sonriendo Andy--. Me hormiguea la oreja. Me siento como si me derritiera—. Miró su mano y su pie pero allí seguían, sin ningún cambio. También sentía como aumentaba su temperatura.

--Esos no son limones normales, bobo. Su jugo es como... alcohol, pero más potente. Tenemos prohibido comerlos--. Y continuó riendo.

--¡Enserio! Perdón, Shirayuki-sempai, pero parece que hoy me levanté de la cama con el píe izquierdo--. Dijo Andy riendo cayendo en la cuenta de que había drogado a su sempai y en el proceso a él también.

--Pero ya no me duele la mano, ¡Sííííí!—Mizore sacudió su mano.

El tiempo pareció detenerse para ellos, y el movimiento de las hojas era muy divertido. Mizore lanzó el Kunai a un árbol celebrando haber dado en el blanco. Andy disparó de la punta de sus dedos un dardo de fuego que chamuscó la zona sobre el Kunai. Ambos estaban disfrutando aquella sensación de sentirse poderosos y eufóricos.

-- People are strange when you're a stranger. Faces look ugly when when you're alone. —Comenzó a cantar Andy en un acento britanico exagerado.

--Oh sí!!--. Dijo Mizore. Apenas comprendía palabras aisladas tratando de darles un sentido, pero le gustaba el ritmo. Y así, como embrujada por el flautista de aquel cuento de las ratas, comenzó a seguir con brinquitos a Andy que seguía cantando.

Aquella melodía le había venido a la cabeza recordando todo lo que había pasado en el día. "No puedo creer que esté aquí, ¡Dios! Qué gente tan extraña, esta chica congeló la limonada ¡con apenas mover un dedo!" Deambularon por... era difícil decirlo, no tenían sentido del tiempo, dos minutos, quizá diez o media hora, no hubieran sabido si se los hubieran preguntado. Se sentaron entre árboles, a veces sonriendo como bobos con los ojos entrecerrados. A veces contemplando alguna roca, algún árbol o algún arbusto como si hubiera sido el primero que veían en su vida. Los colores eran tan vivos, y un calor agradable recorría sus cuerpos.

Los efectos comenzaron a disminuir hasta que desaparecieron. Mizore supo que había pasado por completo el efecto cuando el dolor volvió a su mano. Deseaba estar enojada con Andy pero al verlo tirado en el pasto seco, mirando al cielo, le pareció tan infantil e inocente, y tan indefenso que no quiso hacerle nada. "Tsukune no lo haría" pensó.

Cuando se levantó por fin, desorientado, Andy fijó la mirada en un objeto. Era un cráneo.

Ice and FireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora