Pet Sematary*

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El lugar era un bosque. Los últimos rayos de sol iluminaban el lugar aunque el sol ya no era siquiera visible. Era cuestión de minutos para que anocheciera. Aun así, nadie planteó la opción de regresar por donde habían llegado. Kurumu y Mizore prepararon sus garras. Yukari señaló el camino con el mapa. Andy cuidaba la retaguardia. Un búho ululó en las cercanías, y un escalofrío recorrió la espalda del grupo. Ninguno se sentía cansado.

El sendero terminaba en donde un gran arco de madera roída y manchada les daba la entrada a una planicie circular con pequeñas rocas amontonadas por aquí y por allá. Otro búho cantó su serenata a la luna ahora visible entre nubes grises. El este estaba oscuro, y pronto el oeste terminaría por perder su luz también. El grupo recorrió el lugar. Las rocas tenían formaban círculos concéntricos.

--Está en el mapa—Dijo Yukari refiriéndose al suelo que pisaban.

Un gato maulló desde debajo del arco. Era un gato gris con el pelaje alborotado. Sus ojos brillaban con la tenue luz como ámbar, pero a diferencia de los ojos de Andy, éstos no desprendían vida. El gato volvió a maullar.

Una garra surgió del suelo. Sujetó el tobillo de Moka y esta gritó. Cuando logró zafarse se unió a sus amigos en el centro. Las criaturas surgían de la tierra, arrastrándose, sin hacer ruido. Cuerpos putrefactos de animales los miraban desde todas direcciones, estaban rodeados. El olor a muerte inundaba el lugar entero. Un venado golpeó el suelo, y las demás criaturas comenzaron a gemir o hacer entrechocar sus dientes y mandíbulas. El grupo pensó en huir, todos miraron el arco por el que habían entrado pero en lugar del gato ahora había una criatura con cuerpo de hombre, cabeza de venado y colmillos de lobo. Su piel, café y sucia donde no era putrefacta dejaba entre ver su esqueleto, sus costillas y algunos órganos sangrantes. Sus ojos eran blancos y lechosos, sin alma.

--No se muevan-- Susurró Andy--. Esto ya no es la academia Youkai.

--Como sabes?—preguntó Kurumu al borde de las lágrimas de horror.

--Porque he leído de este lugar. Es un cementerio maldito.

La criatura olisqueó el aire con los ojos cerrados, deleitándose con el aroma que respiraba. Jadeante, levantó un brazo desproporcionadamente largo, y señaló con el dedo a Tsukune, emitió un aullido. Las criaturas comenzaron a aproximarse lentamente. Kurumu desplegó sus alas, y con sus garras, largas como una daga, mutiló la pata del venado que había golpeado al suelo. Mizore levantó una pared de hielo en el flanco derecho. Yukari lanzaba cartas mágicas desde su varita, las cuales atravesaban a los pútridos animales. Nada los detenía. El venado, una vez se pudo levantar, continuó su camino cojeando. Los que habían quedado a raya con la pared de hielo comenzaron a chocar sus cráneos contra esta, y no se detuvieron una vez la cuartearon. Los proyectiles de Yukari solo dejaban agujeros en los cuerpos de los monstruos.

"Es como un mal sueño. No podemos escapar", pensó Andy paralizado por el miedo.

--Algo no está bien—Rompió en llanto el chico.

Tsukune se apresuró a tomar una rama, larga como un bate de baseball con la cual defenderse. El venado cambió su dirección, interceptó a Tsukune y lo acosó para separarlo del grupo moviendo su cornamenta hacia arriba y abajo. Lo dirigía hacia el hombre-venado.

--¡Tsukune!—Gritó Moka. Todos voltearon a verlo. Cada vez más cerca de aquella cosa maligna.

Andy salió de su estado de Shock. Si no hacía nada, dejaría morir a Tsukune como había dejado morir a su hermano. Gruñó y estiró sus brazos hacia el venado. Sus ojos ya no eran cafés, eran ámbar encendido de nuevo, eran ascuas en medio de la noche. De los ojos del venado salieron llamas, y de su boca jadeante, se desprendió su quijada, también en llamas. El animal explotó haciendo volar vísceras en todas direcciones.

El hombre-venado gruñó y se aproximó corriendo. Moka empujó a Tsukune fuera del camino de la criatura. Esta la embistió. Aquel golpe hubiera matado a Tsukune, pero no a Moka. El wendygo se alejó dando tumbos. Tsukune aprovechó para acercarse a Moka y desprender el rosario de su pecho.

Era la primera vez que Andy sentía una vibra tan estremecedora e imponente. La sangre del vampiro hervía en las venas de Mokas. Su cabello se tornó blanco y sus ojos rojos.

--Niño nuevo. ¿Vas a pelear o llorar?—Gruñó la nueva Moka.

Andy se sorprendió. Nunca imaginó que Moka, la misma Moka que se le había acercado con una sonrisa a saludarlo, la misma Moka que sugirió al grupo mostrar su verdadera forma antes que él por cortesía, le inspiraría tal miedo y respeto.

La lucha se reanudó. Kurumu mutilaba y decapitaba. Yukari golpeaba y esquivaba. Y Mizore lanzaba metrallas de hielo desde su mano cuando no despachaba algún jabalí zombificado o un caballo salvaje putrefacto con su garra de hielo. La criatura se recobró por completo y encarreró en contra de Moka. Andy le disparó una bola de fuego, pero no hizo desistir a la criatura, solo la enfureció. Corrió hacia el chico, y Moka, con velocidad invisible a los ojos de todos, se puso en su camino, a centímetros de que embistiera a Andy. Lo tomó por los cuernos y lo estrelló contra el suelo. El impacto levantó mucho polvo.

Lo siguiente que supieron fue que la tierra los había tragado. De nuevo estaban atrapado en un túnel. Sobre sus cabezas la tierra se había removido cubriéndolo todo de nuevo.

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*Referencia a la canción en sus diferentes versiones (la de Ramones, la de plain white t's y la de starcrawler), todas ellas igual de buenas, a su vez en referencia al libro de King.

Ice and FireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora