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— ¡Br-Brian! —exclamó riendo y estremeciéndose por las cosquillas que su esposo le hacía estando sobre él.

— Te ves tan pequeño cuando ríes —comentó el mayor con una sonrisa.

— ¡Pero no pue-puedo respirar! —reclamó sin dejar de reír.

— Bien, bien, me detengo —accedió sentándose a su lado. Roger seguía intentando recobrar la respiración acostado en la cama y con el rostro rojo por la falta de aire.

— Hijo... de... perra... —logró decir mientras recobraba el aliento de forma dificultosa.

Brian rió por aquello y dejó un beso en su frente. Roger seguía respirando de la forma que llevaba ya un rato haciéndolo y sin moverse de dónde estaba.

— Vamos, no es como si fuera a darte una crisis de asma —comentó el mayor y Roger le dio un pequeño y ligero golpe en el brazo, tanto que Brian por poco lo sintió.

— En ese... caso... intenta no... respirar... por tres... minutos...

— Bien, lo intentaré.

— ¿Ah?

Brian tomó aire y lo retuvo en sus mejillas, las cuales engordaron notoriamente, sin volver a respirar. Roger volvió a reír por aquello, y luego a respirar de forma dificultosa.

— No seas bobo, respira —rió. Brian soltó el aire y también lo hizo.

— ¿Ves? Puedo respirar bien —dijo. Roger rodó los ojos y se sentó para luego ser él quien lo atacara con las cosquillas. Brian rió, solo que no tanto como su marido, y sus mejillas se pusieron ligeramente rosadas. Roger continuó con las cosquillas a tiempo que se sentaba en su estómago para poder realizarlas en las axilas y hacerlo reír más.

— ¡Bu-Bueno, bueno, para! —rió Brian.

— No quiero —sonrió Roger y continuó la acción.

— ¡Deja de imitarme! —exclamó entre risas y como pudo logró tomar ambas manos del menor, logrando impedir que continuara haciéndole cosquillas.

— Hey, eso es trampa —repuso Roger, pero Brian no le respondió, puesto que simplemente tomó su cintura y lo atrajo a sí para poder besarlo. Roger sonrió y correspondió pero se separó un poco.
— ¿Y tú, no que no podías respirar? —preguntó enarcando una ceja. Brian emitió una pequeña risa.

— Con tal de besarte soy capaz de incluso desarrollar branquias —respondió.

Roger se enderezó y sonrió de forma boba mientras se acomodaba un mechón de cabello tras la oreja con un color carmesí en sus pálidas mejillas.

— Gracias...

— Vaya...

— ¿Qué?

— Jamás pensé que vería una vista tan maravillosa —comentó mirándolo. La sonrisa en el rostro de Roger aumentó y le dio un beso suave para luego volver a enderezarse.

Brian lo tomó de la cintura y lo levantó un poco para poder sentarse. Una vez ambos cómodos, el mayor acarició su cabello y le sonrió. Roger simplemente lo abrazó y se acurrucó contento.

— ¿Qué haremos cuando no tengamos más arriendo? —preguntó Roger.

— Buscar dónde vivir —respondió sin dejar de acariciar sus largas hebras.

— Pero... ¿si no encontramos qué haremos?

— Arrendar en otro lugar, supongo.

— Ojalá nos funcione todo.

Mature [Maylor] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora