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Mientras esperaban con Prudence a que el ginecólogo la atendiera, sus manos se mantenían entrelazadas, y de vez en cuando, Brian depositaba pequeños besos en la mano de su esposo, lo cual lo hacía sonreír y besarle la mejilla. La emoción y el nerviosismo se apoderaba de ambos, y la chica los miraba enternecida y con una sonrisa en el rostro.

— Si todo sale bien, mi amor, cumpliremos nuestro sueño —comentó Brian sin soltar su mano y mirándolo a los ojos.

— Es cierto, lo cumpliremos —sonrió el rubio ampliamente y apoyó la cabeza en su hombro sin dejar de sonreír. Brian le acarició el cabello y besó su cabeza.

Tras un rato, el hombre los llamó y los tres pasaron. Se sentaron, Brian decidió quedarse de pie al no haber otra silla, y esperaron a que el ginecólogo hablara.

— Buenos días, soy el doctor de Prudence y como ella misma me comentó por teléfono, quiere prestar su vientre y sus óvulos como alquiler para que ustedes puedan adoptar.

— Sí —respondió Roger bastante nervioso—. Hemos intentado de todo y nada funciona. Ella me propuso esta opción y la vimos factible.

— Bueno, lo es, Prudence está en un estado óptimo, aunque cabe destacar que ella sería la madre de los bebés, al menos la biológica, si ocupamos sus óvulos, y en caso de que usted, que es su hermano, preste sus espermatozoides, podrían haber problemas de ADN. Es importante que sepan también que es posible que usemos otros óvulos. Es un proceso difícil, pero podemos conseguir una donante.

— Creo que eso sería lo más factible —comentó Brian.

— Lo es, y debo advertirles que el procedimiento tiene posibilidades tanto de funcionar como de no hacerlo. Es muy complicado y nada está asegurado. —explicó el experto—. Por otra parte, al donar ambos de ustedes existen mayores posibilidades de que sirva. Si funciona, lo positivo es que nunca sabrán con exactitud cuál de los es el padre biológico y se sentirán igual de apegados.

— Comprendo... son buenas noticias —dijo Roger positivo—. ¿Ha hecho otras veces este tratamiento?

— Muchísimas —respondió el médico—. Por eso le digo, a muchos le funcionó, pero a otros no. Por ahora no puedo garantizar nada, pero sí sé que tienen probabilidades.

— Cuando me embarace ¿voy a producir leche materna? —preguntó esta vez Prudence.

— Sí, lo más probable es que sí —respondió el médico—. En ese caso le recomiendo tener a mano algún jarrón o mamadera para mantenerla y tener una dieta saludable. A los bebés les hará bien.

— Claro que sí.

— Y... Prud —habló Roger—. Queremos que sepas que puedes contar con nosotros y que puedes ser su madre. Yo nunca podré darles lo que una chica le da, y me encantaría que mi hijo o hija te tuviera... solo si quieres.

— Me encantaría, Roggie —sonrió ella.

— Estupendo, eso es un problema menos, claramente —dijo el médico. Brian no evitó pensar que era bastante frío y directo para decir las cosas—. Muchas veces hay problemas porque la madre quiere conservarlos.

— Nosotros haremos las gestiones necesarias para que Prudence pueda estar con ellos. Jamás podremos pagarle esto devuelta —aseguró Roger. La chica sonrió.

— Está bien, comenzaremos con el procedimiento, vayan a una sala donde les indicarán cómo donar los espermatozoides mientras yo examino a Prudence. Vuelvan en un rato.

— Por supuesto, muchas gracias doctor —dijo Roger.

— Muchísimas gracias, de verdad —dijo Brian estrechándole la mano. El rubio también lo hizo y fueron al lugar indicado.

Mature [Maylor] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora