Mature [Maylor]

«3»

Al despertar, Roger rápidamente se puso en pie a hacer desayuno para poder ducharse rápido y partir al orfanato. Brian seguía dormido en la habitación, y no despertó hasta que Roger ya terminaba de preparar un café. Así que se puso de pie y caminó a la sala de estar restregándose un ojo. Meddows fue a recibirlo y Brian le acarició la cabeza con cariño.

— Oh, buenos días —saludó Roger de buen humor. Brian notó que tenía un mechón de cabello tras la oreja y que usaba una de las camisetas del mayor vieja que tenía el logotipo de Guns n Roses, además de ir descalzo. Claro, aquel era el vestuario que normalmente usaba para dormir en esa época estival, considerando que la camiseta le quedaba bastante larga.

— Buenos días —dijo con la voz ronca—. Te ves tan bonito en las mañanas...

Roger sonrió por aquello y sirvió el café en una taza para luego entregárselo—. Ten.

— Gracias, mi amor —respondió y comenzó a beber a tiempo que soplaba para no quemarse—. Está genial, muchas gracias.

— No es nada —sonrió para luego dejar un plato con pan tostado a su lado. Él se sirvió lo mismo y se sentó a su lado—. ¿Estás nervioso?

— Algo —admitió—. Bueno, mucho. ¿Tú?

— Muchísimo —admitió. Brian le acomodó más el cabello tras la oreja y sonrió por aquello, más cuando el mayor dejó un pequeño beso en esta—. Bri... —dio una pequeña risa.

— Lo siento.

— Hey, no te disculpes —sonrió y besó su mejilla con suavidad.

— Está bien —sonrió también.

— Cuando terminemos de desayunar iré a la ducha para salir lo más pronto posible.

— Claro —accedió y le dio una mascada al pan—. Te quedó muy bien.

— Solo lo puse a tostar —rió un poco—. Deberíamos estar allá como a las tres y media de la tarde.

— Es una buena hora, espero que no esté tan lleno.

— Espero que nos funcione.

— Yo también... pero de seguro esta vez nos sale bien. Tranquilo, Roggie,

— Está bien... —apoyó la cabeza en su hombro y cerró los ojos. Brian besó su frente y él sonrió.

— ¿Cómo es que eres tan bonito?

— No soy bonito... —rió un poco con las mejillas coloradas.

— Sí lo eres, eres mi pequeño angelito —sonrió con ternura y volvió a besar varias veces su rostro. Roger rió un poco.

— Y tú eres el Amor de mi vida —lo abrazó.

— Y tú también el mío —aseguró.

Tras terminar de comer, Roger fue a ducharse y cuando este terminó y salió del baño, Brian fue a ducharse también.

Cuando ambos estuvieron listos, partieron en el auto al McDonald más cercano para poder almorzar allí. Así que pidieron una hamburguesa y unas papas y se sentaron a comer.

— ¿Crees que nos funcione? —preguntó Roger a tiempo que comenzaba a comer.

— Por supuesto que nos va a funcionar —dijo Brian convencido—. Y si no es en este, será en el siguiente.

— Sí, tienes razón —sonrió—. Dejaremos la habitación de huéspedes para el bebé, ¿verdad?

— Claro, eso fue lo que planeamos antes —se encogió de hombros mientras comía su ensalada—. Pondremos una hermosa cuna y muchos peluches para ellos.