Giorno se encontraba sentado en el duro bordillo que rodeaba el aparcamiento, como casi cualquier otro viernes por la noche. Ya eran más de las diez, pero su madre nunca lo había regañado por llegar tarde a casa y dudaba que empezase a hacerlo ese mismo día, sobre todo teniendo en cuenta que debía de estar celebrando el aniversario con su novio. Llevaba con él ya ocho años, pero Giorno todavía no conseguía acostumbrarse a él y lo consideraba ajeno a la familia.
Aunque tampoco es como si él mismo se considerase parte de ella. Había sido ignorado por su madre desde pequeño, teniendo que buscarse la vida él mismo. Y esa había sido la mejor época, ya que desde que empezó a salir con su nueva pareja todo empeoró exponencialmente. Giorno no hablaba de ello con nadie y trataba de ocultar las marcas que en él dejaba su turbulenta relación familiar.
Su mecanismo de duelo era bastante simple. Se refugiaba en sus pensamientos y fantasías. Soñaba con un mundo mejor, vacío de adultos controladores que no dudaban en aplastar a los demás para aplacar su propio sufrimiento y alimentar su ego. En él, Giorno no tenía que cargar con los tormentos de los demás ni era utilizado como una simple herramienta.
Le gustaba perderse en sus mundos, pero solo se permitía hacerlo fuera de casa, donde nadie podía reprochárselo. Por eso, además de para evitar otro tipo de confrontaciones más violentas, pasaba tanto tiempo como fuese posible lejos de sus padres.
Uno de sus sitios favoritos era ese, un parking al aire libre perteneciente a un supermercado que abría las 24 horas del día. A veces se distraía viendo a los coches entrar y salir, pero en general se mantenía concentrado en sus fantasías. Tanto, que no se percataba de las cosas que sucedían a su alrededor.
Por ejemplo, no se había dado cuenta de que parecía haber una grave epidemia de gripe en su instituto. Una gran parte de los alumnos no habían asistido a clase los últimos días, y los profesores repetían una y otra vez la importancia de la higiene personal a la hora de evitar contagios. Giorno no solía atender en clase, pero dado que no tenía amigos y la gente evitaba acercarse a él, esa información no le serviría de mucho.
Como no veía la televisión, tampoco se había dado cuenta de que unos casos extraños estaban asolando el país. Los ataques de drogadictos se habían vuelto algo frecuente; se estaban reportando numerosos incidentes de toxicómanos que parecían cegados por la rabia y se abalanzaban sobre los transeúntes con furia para intentar morderlos. También se habían multiplicado las desapariciones de personas sin techo. Casi todos los vagabundos que solían pedir por las calles se habían volatilizado, y los que se dejaban ver lo hacían después de muertos. De vez en cuando aparecía el cuerpo sin vida de alguno de ellos, drenado hasta los huesos, como si lo hubieran exprimido para hacerse un zumo.
Algunos canales recomendaban amablemente a los espectadores que permaneciesen en casa por las noches, ya que parecía ser la hora favorita para quienesquiera que estuviesen detrás de estos incidentes. Giorno preferiría añadir su nombre a la lista de desaparecidos antes que volver a su casa.
Afortunadamente, no era el único. Muchas personas necesitaban el dinero y no podían permitirse faltar al trabajo, por muy peligroso que resultara salir después de que se pusiera el sol. Ese era el caso del empleado del turno de noche de aquel supermercado, que entraba todos los días a las 10 y se pasaba las horas escuchando música tras el mostrador.
Su presencia nunca pasaba desapercibida para Giorno, por muy inmerso que estuviera en sus fantasías. De hecho, era parte de su rutina verlo aparecer haciendo gala de su estrafalario sentido de la moda, y admirar el conjunto que había decidido llevar ese día. Esa noche se trataba de un crop top azul y unos pantalones pitillo que para nada combinaban entre sí, y para completar el look unas botas de cuero negras. Un gorro de lana gris tapaba los rizos negros que en días de sol se dejaban acariciar por el viento.
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Bajo la luna de sangre (jjba fanfiction)
FanfictionGiorno Giovanna llevaba un tiempo soñando con huir de casa, pero no esperaba que la oportunidad perfecta para empezar de cero se la brindase un apocalipsis zombie. El fin del mundo tal y como lo conocemos le atraerá a una nueva familia y a otra viej...