Capítulo 18

107 14 18
                                    

Giorno terminó de atarse las botas y salió corriendo hacia la puerta de la mansión. Antes de que pudiese alcanzar su objetivo, una voz grave lo detuvo.

- Ningún hijo mío va a salir así de casa.

Giorno frunció el ceño ante la advertencia y bajó la mirada hacia sus pantalones ceñidos y la camisa a topos que le había prestado Bucciarati.

Dio bajó las escaleras con parsimonia.

- Ponte un poco de purpurina al menos.

Giorno sonrió. Su padre biológico era un vampiro un tanto extravagante, pero no guardaba malas intenciones. O, más bien, sus propósitos malévolos no involucraban a su hijo adolescente.

Dio había rechazado por completo la idea de tener descendencia hasta el momento en el que Giorno le sostuvo la mirada por primera vez. Al reconocer en él su ambición y sufrimiento, se deshizo por completo. Lo que significa que mantuvo la compostura y no dio señales de conmoverse, pero dejó entrever en sus conversaciones con Pucci la culpa que sentía por haber dejado a Giorno en manos de su padrastro.

Bucciarati, que estaba más que preparado para pegarle la paliza de su vida por no haberlo cuidado, se relajó un poco al descubrir que la razón de dicha negligencia había sido ocasionada por el simple desconocimiento, y dejó que Dio se hiciese cargo de Giorno para recuperar los años perdidos.

- Cuidado con lo que vas a hacer con el novio – lo riñó Pucci antes de tiempo -. Nada de darse la mano antes del matrimonio; no es cristiano.

Giorno lo miró sin decir nada. Todo lo que Dio descuidaba en el día a día lo arreglaba Pucci, con quien además era más fácil hablar. Y cada poco tiempo aparecían Bucciarati y Abbacchio, el primero para comprobar que todo iba bien y el segundo para aterrorizar a Giorno o intercambiar tips de maquillaje con su padre, Dio. Aunque Pucci y Bucciarati actuaban como una figura paterna tanto como él; si algo había ganado con el apocalipsis había sido en padres. El mundo era su padre.

- Giorno, el padre Pucci ha hecho una broma – lo recriminó Dio -. Ríete.

Giorno curvó los labios y el párroco se dio por satisfecho.

- Esparce la bondad allá donde vayas – dijo -, y recuerda que la cena es a las siete.

- Aunque si quieres picar algo antes hay un par de jóvenes en las mazmorras - bromeó Dio.

Giorno declinó la oferta educadamente y se dispuso a salir de casa.

Era de día, pero la luz solar no le afectaba en lo más mínimo. Aparentemente eso de que convertía a los vampiros en ceniza no era nada más que un mito.

Dio siempre decía que los genes de vampiro tiraban hacia lo sexy. Y se debe estar sexy tanto de día como de noche. Otra consecuencia de esto es que un vampiro adoptará siempre su forma más adulta y desarrollada, independientemente del momento en el que haya sido mordido o si su condición es de nacimiento. Aun así, Giorno no quería arriesgarse y se negaba a morder a Fugo o a cualquiera de sus amigos hasta que estos cumpliesen los veintiuno.

Con Bucciarati y Abbacchio la historia era algo diferente. Leone siempre había querido ser un vampiro y Bruno era un romántico empedernido al que la idea de una eternidad al lado del amor de su vida le provocaba mariposas en el estómago. No haberlos convertido habría sido un acto de excesiva crueldad, incluso para Dio Brando.

Giorno se dirigía a casa de sus amigos para pasar un rato agradable. Abbacchio había insistido mucho en que todos debían presentarse sin falta ese día; había preparado una misión especial y si cualquiera de ellos le fallaba convertiría sus intestinos en espaguetis.

Bajo la luna de sangre (jjba fanfiction)Where stories live. Discover now