Mista llenó de ronquidos la entrada del local.
- Cerrad las cortinas y asegurad la puerta - dijo entre risas -. No queréis oír lo que viene ahora.
- ¿No se iban a confesar su amor por fin? - Narancia frunció el ceño.
- Claro, cariño. Por eso mismo. Ya sabes cómo es Abbacchio.
- ¿Un padre ejemplar y un amante comprensivo? - propuso Fugo.Mista tuvo que contener un par de lágrimas.
- Ya veréis cuando cumpláis los dieciocho y os de la charla. Os vais a cagar.
- ¿La charla esa de las abejas, las flores y utilizar protección? - preguntó Narancia, cada vez más confuso - Ya se encargó Bucciarati hace años.
- No. La charla especial de Abbacchio para prevenir que nos ahorque un desconocido en un motel - concretó Mista.
- O sea, ¿la de la defensa personal? Esa también nos la dieron.Mista acarició las mejillas de Narancia con ojos dulzones.
- Nunca cambies.
El sonido de un disparo se filtró por las ventanas. Los chicos se sobresaltaron y se miraron asustados, salvo Mista que se sentó cómodamente en uno de los sillones de la entrada.
- Sí que se lo están pasando bien.
- Mista, no conozco ninguna práctica sadomasoquista que tenga que ver con pistolas - advirtió Fugo.
- No subestimes a Abbacchio.
- Más bien a Bucciarati - murmuró Giorno entre dientes.Mista se recostó en el asiento y animó a los demás a hacer lo mismo. Narancia abrió la boca para preguntarle por el comentario que había hecho al salir del coche, pero fue interrumpido por un segundo disparo más claro que el anterior y que golpeó el suelo cerca de los pies de Fugo.
- Agachaos todos - ordenó Giorno -. Detrás de las mesitas de café.
Mista volvió a emocionarse.
- Hostia, chicos, que los zombies están aprendiendo a usar pistolas. Igual fue mala idea venir al campo de tiro.
- Porque la posibilidad de que unos cadáveres sin capacidad de raciocinio hayan logrado utilizar un revólver con éxito es abrumadoramente mayor que la de que un humano con conocimiento previo esté haciendo uso de su experiencia en este lugar para intentar ahuyentarnos - dijo Fugo.
- Me he perdido en eso de posibilidad. ¿Qué cojones has dicho?
- Es un humano el que nos está intentando disparar, Mista - explicó Giorno.
- ¿Seguro? Entonces solo tenemos que decirle que nosotros también lo somos y todo solucionado.
- No seas tan confiado.Tres disparos seguidos cortaron su conversación, y un silbido despreocupado los congeló en su sitio.
- No te lo tomes tan a la ligera - riñó una voz grave.
- No hay ningún humano que no podamos derrotar juntos, Geil. Déjame hacer mi parte.
- ¿Tu parte consiste en llevar esas horribles botas de cowboy?
- Nada me impide verme increíblemente sexy mientras trabajo, ni darle un una última alegría a las damas antes de darles el golpe de gracia.
- Con el amo Dio delante va a ser difícil que nadie se fije en ti.
- El amo Dio esto, el amo Dio lo otro... ¿Soy el único que no se quiere tirar a ese señor? ¿En serio?
- Si no ha sido su increíble carisma lo que te ha llevado a unirte a nosotros, ¿qué haces aquí?
- Intentar no morirme. Me preocupa mucho que os importe más lo guapo que es el jefe al hecho de que trabajemos bajo amenaza de muerte. No me mires así. Mejor dicho, mírame. Qué sexy soy. Espera, mejor no me mires, que parece que te han atropellado la cara con un tractor. Ugh. Sí que eres feo.Giorno se deshizo la trenza como pudo y se cubrió el pecho con sus largos cabellos dorados. Trish pareció entender su plan.
- ¿He oído algo de un caballero dispuesto a alegrar a una dama? - dijo con tono afligido, y Narancia y Mista se taparon la boca para evitar soltar una carcajada.
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Bajo la luna de sangre (jjba fanfiction)
FanfictionGiorno Giovanna llevaba un tiempo soñando con huir de casa, pero no esperaba que la oportunidad perfecta para empezar de cero se la brindase un apocalipsis zombie. El fin del mundo tal y como lo conocemos le atraerá a una nueva familia y a otra viej...