XIII Plata

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Priamos entra a las habitaciones de Laurent sin importarle que no sean suyas. Encuentra el salón limpio y ordenado, sin cartas, cerveza, vestidos o escupitajos que decoren el suelo. Se adentra en un pasillo con varias puertas y las abre una a una hasta encontrar lo que busca. Raquen está recostado en una cama con la muchacha de la noche anterior, Meera, si mal no recuerda, que duerme sobre el pecho de su amigo, ambos cubiertos hasta la cintura por una sábana blanca. Su rostro se ve aún más dulce sobre la piel curtida y con cicatrices de Raquen, que rodea con un brazo su fina cintura.

Priamos busca en sus bolsillo hasta encontrar una bolsita de cuero que tintinea al moverla. De ella saca un par de monedas de plata. Con el ruido la muchacha abre sus ojos ambar y lo observa, todavía adormilada. Él recoge el vestido de seda del suelo, se lo lanza y Meera lo atrapa con agilidad.

-Sal de aquí. Si necesitas algo puedes esperar en la sala. -dice Priamos mientras desvía la mirada.

Meera asiente y, sin perder tiempo, se viste y se levanta. Hace una pequeña reverencia al encaminarse a la salida y Priamos le ofrece las monedas. Ella niega con la cabeza.

-El príncipe Laurent nos pagó por adelantado.

-Cortesía de Ilrish. -Priamos se encoge de hombros sin retirar la mano. Meera agarra las monedas y se escabulle por la puerta.

El príncipe encuentra una bota en el suelo y se la lanza a Raquen con fuerza, directo al pecho. La bota da en su objetivo y rebota para ocupar el lugar dejado por Meera. Ante el ataque repentino, Raquen se incorpora y mira a los lados para devolverle la bota, furioso. Priamos la esquiva con facilidad.

-No tienes mucha puntería por la mañana, recuérdamelo si tenemos alguna pelea a esta hora, no voy a apostar por tí.

-Estaba muy bien hasta que llegaste. ¿Dónde está Meera?

-No me digas que te encariñaste, no me gustaría que te rompa el corazón. Vamos, vestite que hay cosas para hacer.

-¿Cosas?

Priamos suelta una risa sarcástica.

-Bueno, mientras vos disfrutabas de todos los placeres de Jaqum, todo se fue a la mierda y ahora necesito tu ayuda para arreglarlo.

Raquen entrecierra los ojos y empieza a vestirse. Olfatea su camisa y frunce el ceño.

-Antes de resolverlo tengo que cambiarme, esto apesta a cerveza.

-No sería la primera vez. No me digas que ahora vamos a empezar a seguir las normas.

-Bueno, si hay que hablar con el rey...

-Me importa una mierda lo que piense el rey de tu perfume, pero tengo que hablar con él. Ahora.

Raquen alcanza su bota y se sienta en el suelo para atarse los cordones. Desde allí mira a Priamos con preocupación.

-¿Qué te pasó en la cara?

Ríona despierta con aroma a pan tostado, té verde, manteca y dulce de frutillas. Tina le sonríe. Se la ve descansada y alegre con una bandeja de plata entre las manos.

-Buenos días.

-Buenos días, Tina.

Tina apoya la bandeja en la mesita y acomoda los almohadones para que Ríona se siente con comodidad en el respaldo de la cama.

-¿Cómo durmió anoche?

Ríona se incorpora del todo y lo recuerda; apenas durmió. Se saca la sábana de encima y observa sus pies, tan limpios y blancos como el resto de la enfermería. Tina la mira sin entender mientras Ríona no deja de observar su pies como si fueran un descubrimiento inaudito.

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