Capítulo 6: Infierno

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En algún lugar del alma se extienden los desiertos de la pérdida, del dolor fermentado; oscuros páramos agazapados tras los parajes de los días.

-Sealtiel Alatriste.


Los aires de cambio en la nación Transilvana a nivel político se hacen sentir con fervor mientras la luna, arrogante, es testigo mudo de las desgracias terrenales, luna incapaz de ayudar, simplemente iluminas esas noches oscuras y desgarradoras en las que los seres humanos sufrimos nuestros propios viacrucis. Luna atestigua las pérdidas y por favor, trata de no esconderte esta vez, porque se necesita de tu luz para ver mejor ese sufrimiento y aprender de él.

Sabía algo andaba mal, su instinto se lo gritaba desde los rincones más recónditos de su existencia, por eso para correr más a prisa recogió el faldón a la altura de sus muslos dejando expuesta esa parte de su cuerpo, pero el decoro, las miradas y las costumbres no le importaban, solo importaba encontrar a Kaede. Encontrar lo único bueno de su pasado aún con vida.

Llegar a la pensión fue desgarrador, los lugareños tratando de extinguir el infierno en los pobres hogares, mercados y tabernas, otros gritando y llorando, era casi apocalíptico, pero la persona que le importaba no estaba por ningún lado, temió, cada fibra de su cuerpo vibró de terror. Contra cualquier sentido común entró a la pensión en llamas, la encontraría o morirían ambas.

****

El cazador observó a aquella extraña mujer correr con las faldas arremangadas, semejante desfachatez solo la recordaba entre las rameras de una casa de citas a la cual visitó hacía ya un buen tiempo, pero en ella no veía el descaro ni la coquetería interesada de una ramera, había algo distinto. Se quedó estático sin saber del mundo a su alrededor, pensando en esos ojos tristes y la sonrisa forzada, ¿Podría existir realmente un ser humano tan roto?.

-¿Sesshomaru?- llamaron.

El mencionado volteó. Observó a su emisor en silencio luego dirigió sus ojos hasta el lugar del que provenía el humo, el recién llegado no necesitó más explicaciones, se fue de inmediato. El cazador acarició el mango de su espada, sonrió, creyó podría tener un día de paz. Hecho a correr.

****

Ella tenía la esperanza de encontrarle bien, poderle ayudar a salir y todo sería nada más un mal momento, pero desde que entró en la pensión en llamas todo fue como entrar al purgatorio. Se abrió paso entre el espeso humo esquivando los pasillos envueltos en llamas, escuchó las botellas de la cocina estallar por el intenso calor y a su sangre correr por su torrente advirtiendo el aumento de adrenalina. La madera crugia, subió los escalones, saltando, corriendo o deteniéndose abruptamente esquivando los tablones en llamas que caían como ramas podridas de algún viejo árbol.

Finalmente llegó a la habitación, abrió la puerta de una patada, pero apenas puso un pie adentro el suelo cedió, casi cayó, logró sostenerse por sus brazos recibiendo zarpazos por los bordes artillados de la madera, luchaba contra la gravedad y una segura caída mientras sus pies se tambalean sobre las llamas ya cercanas hasta el instante de ver la escena más desgarradora y sus oídos escucharon la muerte...

Sus ojos azules contemplaron el horror, ¡Kaede se quemaba viva frente a ella!, se quemaba en el fuego, se le iba la vida de la forma más horrorosa imaginable mientras gritaba de forma subreal, espantosa, a medida la piel se le desprendía, sus ojos se le derritieron y estallaron como las ventanas de vidrio, su huesuda mano trató de llegar a ella, quiso hablar pero ningún sonido salió, los órganos los tenía reventados y calcinados.

La quijada le tembló, el corazón le tembló, el alma le tembló.

-¡KAEDE!- gritó al punto de perder la voz moviéndose como animal salvaje buscando poder subir.

Trató de ayudarla, de encontrar fuerzas en su humano cuerpo para lograr subir, pero fue inútil cada vez la madera se hundía más y más amenazando con fragmentarse.

Cuando lo que tenía al frente no era más que huesos calcinados, el suelo terminó de quebrarse y se vino abajo, no supo más solo sintió su cansado cuerpo caer lentamente, el calor intenso, el humo llenarle los frágiles pulmones, sus brazos llenos de heridas y astillas ligeros como plumas, caía sin control hacia el vacío, abrazó esa nostálgica sensación.

Era como si la vida le estuviera terminando de dar la última estocada para mostrarle lo amarga que era...

Cayó.

****

La luna envuelta en sus circunspectos sentimientos decidió ocultarse tras su manto de desdicha dejando esas lágrimas sangrientas tras ella.

Le habían salvado, lo supo en el momento su cuerpo fue jalado lejos del calor ardiente, lo supo cuando abrió los ojos, hubiera preferido morir...

La ceniza cae lentamente como copos de nieve grises cubriendo el destrozado poblado, el fuego se esparce sin control quemando y purgando lo que se atreva a interponerse en su camino, la luna llora sangre como hace tantos años, Kagome temblaba, seguía en shock, su único ser querido sobreviviente a la masacre de Kikyo ahora era como las cenizas cayendo. Permaneció estancada, con la mente en blanco, con el corazón desmembrado, con un vacío y un silencio lazerante. Kaede, su Kaede se había ido, como todo lo que amaba. Finalmente su dolor estalló en forma de gritos desgarradores. Gritó sin control, gritó de miedo, de dolor, de rabia, frustración y sobretodo de pesar.

-¡Calla mujer!- dijeron mientras le jalan por el brazo para hacerle ponerse en pie -Debemos irnos de aquí

Ella levantó la mirada para ver al ser que le hablaba, el que rescató a la mesera, la simple mesera de una taberna, una mujer mancillada y rota en tantos sentidos ya. Una que hubiera preferido morir quemada también.

Lo reconoció, las marcas de garras en su mejilla eran el sello inconfundible de quien ejerce su profesión, con una reputación escabrosa que le precediria donde fuera, era el famoso cazador.

Sesshomaru, Sesshomaru Taisho...

Sus ojos azules lo estudiaron. Como si el tiempo se le detuviera.

Sesshomaru era un enigma, como esos que inventan los hombres para hacer que los mundanos se sientan menos dotados de inteligencia. Tenía un rostro que se asemejaba a un día de invierno, calmo y sereno, pero por el que se cuelan algunos rayos de sol sin querer, porque a pesar de su frigidez, era un hombre cálido cuando sabías ver a través de sus nubes grises, aunque ella todavía no lo sabía. Tenía el mentón casi cincelado por los ángeles, la voz arrogante cual chaparrón de agua, una tez como copo de nieve y unos ojos... ¡Dios! Qué ojos, eran el perfecto otoño. El otoño es colorido como los ojos ambarinos de Sesshomaru e igual es frío, así era ése personaje tan peculiar que salvó a nuestra perdida protagonista y que sin querer, seguiría salvandola, pero de sí misma.

Continuará...

Perdonen la tardanza chicas 😅

Espero lo hayan disfrutado

Pobre Kagome 🥺

Pero nuestro amo bonito, a su manera, le mostrará otro lado de la vida

Qué más pasará?

Lo sabrán en el próximo episodio, nos vemos 😊

Sangre Pura ( Fanfic Sesshome Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora