Capitulo 9: Sonrisas

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Y ella tenía una sonrisa enorme, del mismo tamaño de su dolor

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-¿Estoy viva?- dijo la mujer antes de centrar su atención en el sujeto a su lado, suspiró ante la imagen de la serenidad hecha persona e inmediatamente la calidez de antes se instaló en su pecho, supo entonces que todo estaría bien...

-Hmp- contestó el hombre.

Kagome sabía quién era, el cazador, él estaba ahora frente a ella con sus enigmáticos ojos, brindandole silenciosamente alivio, no pudo evitar suspirar, el dolor en su costado era punzante pero ése hombre sabía calmar su alma, tenía razón, era como un día de invierno después de una tormenta de hielo, Sesshomaru Taisho...

-Gracias- sonrió ella. Hacía tanto que no sonreía sin sentirse forzada.

Él asintió. Se quedó un rato más contemplando a la desconocida, sus suplicantes ojos de cielo, eran bálsamo en su alma atribulada. Recordó a Sara y sus días juntos.

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-Te amo Sesshomaru- dijo su esposa mientras borda un pañuelo. Estaban sentados en el saloncito para té viendo el jardín, era uno de esos días bellos de verano.

Sesshomaru se quedó callado, no era de mentir, si no sentía algo, simplemente no lo diría y con ella mucho menos. Siempre le aseguró que no le desagradaba pero el amarla era algo abismal, Taisho conocía el concepto del amor a través de los ojos melancólicos de Sara, pero no por su propia experiencia, era algo que no había experimentado fuera del cariño por sus hermanos.

Sara sonrió bajando la mirada, sabía lo que su falta de respuesta significaba, el no la amaba, todavía, ella estaba segura él tenía mucho amor por dar, solo necesitaba un poco de ayuda y ella estaba dispuesta a esperar.

Levantó la mirada del bordado con una radiante sonrisa.

-Lograré algún día me digas, Te amo también- su declaración fue tan tierna y resuelta que logró derrumbar un poco del muro en el interior de su esposo, lamentablemente no viviría para escucharlo decir ésas ansiadas palabras. Pero su obra permanecería intacta en él.

****

Decidió darle espacio a la mujer, tomó asiento en la otra esquina, tan callado como le era normal.

Kagome aún estaba mareada por la pérdida de sangre, se arrepintió de haber actuado tan torpemente, su vida no era para morir así, había sobrevivido a tantas cosas ya... debía aferrarse a la idea de que su existencia tenía un propósito. Se recostó del lado opuesto a su herida, vio la silueta del hombre antes de cerrar los ojos.

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El ejército Húngaro se preparaba para terminar su invasión en Transilvania, lo único que los detenían era la amenaza vampírica pero luego de su trato todo estaba arreglado.

Naraku vio por el ventanal atraves de las cortinas de seda las siluetas de los caballos de sus invitados partir, se volteó para contemplar a su esposa en el suelo, estaba llena de semen y "vino" que en realidad era sangre y alcohol, dormía. Se acercó a ella.

Cómo desearía poder tener al menos un sentimiento por ella fuera de la lujuria, pero no lo tenía, por absolutamente nadie. Era un ser vacío, sin sentimientos más allá del placer, la soberbia y la ira. Nunca entendió la razón de su existencia, jamás comprendió su propósito. Él simplemente vivía por complacer a su padre y al consejo pero eso no le satisfacía, cuando llegó Kikyo con su plan creyó éso le daría un propósito y sacaría su sed incontrolable pero el resultado fue una sed de sangre y placer sin límite. Y aquí estaba, llevando miseria y destrucción por un deseo de autorealizacion.

Salió del salón pensativo, donde fuera que iba sus empleados se espantaban al verlo, eso no le molestaba pero tampoco le agradaba, le daba lo mismo, le daba lo mismo su mujer, sus amantes, su ejército, la vida de todos, eran simples peones. Se dirigió a las catacumbas de NightShadow allí, entre la inmundicia de los traidores y prisioneros los cuales gritaban y rogaban por morir, él encontraba otro placer, el de ver el sufrimiento de otros, pero había alguien... alguien cuyo sufrimiento le conflictuaba entre placentero y fascinante. Llegó a la puerta de madera chapada en hierro, buscó la llave en su bolsillo y abrió, entre las sombras del calabozo se asomó el rostro de ella...

-Midoriko- dijo saboreando cada sílaba.

Sonrió satisfecho de ver el odio en sus ojos café, una sonrisa a la cual no podría ponerle nombre o emoción.

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Miroku permaneció afuera buscando leña para hacer alguna fogata, iba distraído hasta escuchar un ruido, volteó listo para matar lo que fuera pero resultó ser un siervo, suspiró aliviado, regresó a la cabaña con la carga de leña.

La tarde caía rápidamente, decidió sería buena idea preparar un guiso para la mujer, si es que no había muerto todavía. Colocó la madera cerca de la entrada, se tardó un poco en encender el fuego pero lo logró, puso un par de rocas alrededor y encima la olla, hecho el agua de su cantimplora. Resoplo.

-Deberemos pasar por algún río- susurró al ver que quedaba vacía.

Se dedicó a preparar la comida con los trozos de verduras que quedaban en sus reservas, esta vez no pudieron cobrar por el trabajo.

Dentro de la cabaña, Taisho observa a la mujer, la marca en su mejilla con la forma de un diamante, se veía demacrada y muy ojerosa, además sus ropas... Decidió hacer algo. La madera vieja del piso crujio ante el peso del hombre y las botas llegaron a oídos de Kagome.

Salió de la cabaña pidiendo a su compañero vijilarla.

Después de un rato al lado del camino escuchó una carreta, los amenazó con su espada, los dos hombres y la mujer en la carreta bajaron asustados, el cazador esculco entre las pertenencias de los viajeros hasta encontrar lo que buscaba, luego les dejó ir. Regresó a la cabaña con su botín, la invitada había despertado de nuevo y esperaba sonriente la sopa que el monje le ofreció. Taisho entró y le lanzó el faldón y la camisa que hurto para ella. Kagome los contempló por un rato, eran preciosos... los ojos se le aguaron y como la herida no le dolía tanto pudo pararse, se quitó el vestido harapiento ante la estupefacción de ambos hombres, voltearon las espaldas pero Taisho no pudo evitar mirar un poco. El cuerpo de la extraña estaba cicatrizado, era como un jarrón quebrado en miles de fragmentos, llevaba el dolor en el cuerpo. Algo se removió en su interior, quizás algo de pena, se obligó a retirar la mirada.

Kagome lloró al terminar de colocar el último botón en su lugar, esos hombres no la conocían y sin embargo

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Kagome lloró al terminar de colocar el último botón en su lugar, esos hombres no la conocían y sin embargo... la estaban ayudando. Nadie había demostrado tanta amabilidad hacia una mujer como ella, alguien mancillada ya en tantos aspectos. Sonrió, con dulzura, con... agradecimiento.

Continuará

Capítulo recién salidito del horno chicas 😊
Gracias a mis amigas del grupo de WhatsApp por la ayuda con los vestuarios ♡♡♡

La cuarentena da tiempo para escribir capítulos diarios 🤭😉

Les gusta cómo va quedando?

Qué más pasará?

Sepanlo en el siguiente episodio 🥰🥰

Sangre Pura ( Fanfic Sesshome Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora