La realidad del cuento

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Los feroces ojos ámbar de la señorita veían desde la ventana de sus aposentos, como todos esos idiotas de buen aspecto y valentía inquebrantable, llegaban en busca de su amada princesa, pensando seriamente en derrotar al malvado dragón que la mantenía cautiva.
Lo que aquellos ilusos sin ingenio no sabían, era que su enorme enemigo escupe fuego no existía, sino que el dominante carácter de su adorada doncella era el dragón.
Esperó paciente a que ellos se acercarán lo suficiente para 'rescatarla'  y sólo de esa forma les demostraría que tan dulce era su bestia interna.

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