Amores y manías

8 0 0
                                    

Modesta se limitaba a observar a Angelo acariciar el dorso de su feminina mano mientras mantenía su mirada perdida en algún punto de ésta. Siempre que la tocaba, parecía pensar mejor las cosas, hundiéndose en su mundo, razón por la cual no le reclamaba nada, siendo una cuestión aparte la gracia que le transmitía el contemplarlo así.
Unió sus manos en un suave apretón, provocando que él despertara de su ensoñacion y le mirará un tanto sobresaltado, sonriéndole después, levemente avergonzado, al escucharla reír.
Cada uno poseía una extraña manía, que ambos amaban.

Deseos encapsuladosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora