Las rodillas de Ame cedieron y cayó al suelo con el corazón latiendo a mil por hora y la respiración entrecortada, como si acabara de correr una maratón entera. Joder, joder, joder. La esposa de Cole lo había descubierto. Con una mano temblorosa, acarició la marca que lo unía al alfa. ¿Ella sabría también de la marca? No, seguramente no, sinó ella ya lo habría matado. Pero sólo era cuestión de tiempo.
Debía alejarse de Cole, era definitivo.
El problema era, ¿cómo?
Llevaba cinco días sin ver al alfa y ya parecía un zombie. No podía ni comer ahora, por lo visto. Él llevaba días soñando cada noche con los brazos de Cole a su alrededor, envolviéndolo con amor, con cuidado, para protegerlo. Y luego se despertaba llorando, porque sabía que eso era algo casi imposible.
Respiró profundamente e intentó levantarse, pero no pudo.
Frunció los labios y se tensó, intentando reprimir las lágrimas. Él se sentía jodidamente desgraciado en esos momentos. Era cuestión de segundos para que se rompiera si alguien no lo evitaba antes.
Meneó la cabeza y evitó que las pequeñas gotas que se habían acumulado en sus lagrimales cayeran por sus mejillas. Se negaba a empezar a llorar en el medio de la calle. Así que haciendo uno de sus mayores esfuerzos, se levantó temblando para irse de allí. Pero sus piernas estaban débiles y de no haber sido por unos brazos, habría vuelto a caer al suelo.
- Te tengo, omega - susurró una voz ronca y profunda en su oído.
La respiración de Ame se trabó al oler ese suave aroma a madera.
Él estaba allí.
Él estaba allí, envolviéndolo en sus brazos mientras lo levantaba. Y él no estaba siendo brusco ni agresivo como lo era normalmente con Ame. Él estaba siendo suave, como si Ame estuviera hecho de cristal.
¿Ese...?
¿Ese realmente era Cole?
Parpadeó sorprendido y se giró para poder ver su rostro.
Cole estaba serio, sin ninguna emoción aparentemente, y como Rob le había dicho, tenía un buen moratón en su mandíbula, el labio partido y unos puntos en la frente. Pero... pero sus manos estaban siendo suaves con él. Por primera
vez en todos esos meses el alfa no parecía querer matarlo.Cole parecía resignado.
Pero en esos momentos eso ya era un mundo.
- Por lo visto ni siquiera puedes aguantar cinco días sin mí - dijo Cole - Sigues siendo un omega inútil.
Ame tragó.
Claramente lo que le estaba diciendo no era un cumplido ni nada parecido pero... no eran las palabras, era el tono.
- S-Sr. Ashwood... - balbuceó Ame - ¿Cómo sabía que estaba aquí?
- Tenemos un lazo ahora, sé dónde estás constantemente, sólo debo concentrarme para visualizarte. Y tu miedo me alertó de que algo no estaba bien. ¿Qué ha pasado, Ame?
El omega tragó y lo miró nervioso. Sí, el debía decirle lo que había sucedido pero... era de su esposa de quien estaba hablando, ¿qué pasaba si no le creía? ¿si lo trataba de mentiroso? En ese momento Cole parecía... tranquilo a pesar de que Ame podía notar a través del lazo su tensión, su molestia y su enojo, que aunque no iban dirigidos hacia él... eso podía cambiar en cualquier momento si decía algo equivocado.
- Suéltalo.
- Uhm, yo, bueno, m-me he encontrado co-con su esposa - fue un susurro pero Cole lo oyó perfectamente, lo supo porque de inmediato su cuerpo se puso tenso como un palo. Mierda. Cerró los ojos con fuerza esperando que el alfa empezara a gritarle o a agarrarlo fuerte por el brazo.
ESTÁS LEYENDO
Pedazos de un alma de cristal
Romance- ¿Cielo, por qué has vuelto tan pronto a casa? - Me dolía el corazón, mamá. *** Ame siempre fue un niño alegre y decidido, lleno de energía y optimismo para poder realizar sus sueños. Pero, des de la corta edad de ocho años supo que la buena suerte...