Cuando llegué a mi casa pasaban de la 8, entré sin hacer ruido, aun sabiendo que ahí dentro no había nadie salvo Nala. No había que ser muy listilla para saber que mis padres seguían en el trabajo.
Pero aun así nunca había llegado tan tarde del colegio sin avisarles. La plática con Jin fue muy reveladora no tanto por lo que dijo si no por el efecto que tuvieron en mí sus palabras, leí millones de veces esa corta frases donde ponía que a la profesora Yoo le iban bien las jovencitas mientras que un enorme y devastador tornado se formaba en mi cabeza.
Había tantas cosas que necesitaba preguntar y sin embargo me despedí de él diciendo que tenía que ir a clases por miedo a que sospechara algo.
Respiré hondo antes de revisar el teléfono de casa para comprobar que ninguna llamada había entrado. Pese a que tenía el celular mi papá conservaba la costumbre de llamar al fijo por las tardes para comprobar que estaba allí y que todo se encontraba en orden.
Había sido un día bastante raro. La conversación con Sana, Jeongyeon espiando, y luego el dato que Jin me dio. Casi inconscientemente busqué el móvil para leer de nuevo ese mensaje y me sorprendí suspirando.
La profesora Yoo ni siquiera me volteo a ver cuando estuvimos en la biblioteca, no recordaba haber dicho nada malo de ella.
Incluso la defendí de Sana pero con eso no me gané ni una fugaz mirada. Realmente extrañaba
verme en sus ojos, por muy tortuoso que esto fuera.El estómago se me encogió.
Tenía mucho que pensar, pero el remolino en mi cabeza no me dejaba concentrar, succionaba mis ideas y me las devolvía transformadas en pensamientos absurdos.
Sin un ápice de hambre fui a mi recamara dispuesta a expresar en cinco cuartillas mi opinión sobre unas obras del siglo de oro.
Era muy de noche cuando dieron ligeros golpes en la puerta de mi recamara.
—Creí que dormías —susurró mi madre entrando.
—Tengo mucha tarea —dije con un bostezo.
Ella miró las hojas sobre el escritorio.
— ¿Literatura de nuevo?... creo que esa maestra se está excediendo.
—Encargó esto hace días —le explico rápido— yo lo dejé para última hora.
Mis palabras no parecen convencerla.
—Considero que tu maestra es muy exigente...
—Está muy preparada, solo pide que estemos a la altura.
Ella se rasca los ojos, se le nota mucho más cansada que a mí.
— ¿Todo está bien? —pregunta de pronto.
— ¿Por qué?
— Mina necesito saber si hay alguien dándote problemas, si te hacen sentir incomoda, si te han ofrecido alguna sustancia extraña o...
— ¿Tienes un caso de traficantes o algo así? —le pregunto al mismo tiempo que niego con la cabeza.
—No hay que ser traficante para tener acceso a drogas o para ofrecérselas a alguien más. Por eso te pido que confíes en mí —me toma de la mano— sé que nunca estoy en casa, pero siempre voy a velar por tu bien y cualquier problema que tengas ... ahí voy a estar, poniendo todo lo que esté en mis manos para ayudarte.
—Lo sé mamá —susurro— no te preocupes por mí, sé decir que no. Y hasta ahora lo peor que he consumido son las sopas instantáneas.
Ella sonríe.
—Escribes como alguien que lee —susurra devolviéndome la hoja.
— ¿Esa frase está en un libro o algo así?
— ¿Por qué?
—Mi profesora dijo exactamente lo mismo.
Veo los músculos de su cara tensarse.
—Debe ser... pero francamente ya no recuerdo cual.
—Mejor ve a descansar.
Ella sale de la habitación después de darme un beso.
Pasaban de las tres cuando puse el punto final, con el andar pesado me alejé del escritorio para tirarme sobre la cama muerta de cansancio y al instante entré en un profundo sueño.
Cuando sonó el despertador y abrí los ojos me encontré con las sabanas hechas un nudo, los cojines habían ido a para al piso y Nala caminaba sospechosamente sobre mi escritorio. Al notar que yo había despertado corrió fuera de mi habitación dejando pequeñas huellas azules en la alfombra.
Me levanté de un salto. Mis ojos fueron hasta las latas de pintura que tenía en una esquina donde desde hacía varios días estaba intentando capturar un paisaje, luego vi las huellas azules que había dejado Nala, y luego finalmente las hojas sobre mi escritorio.
— ¡Maldita Gata! —Solté furiosa.
Mi tarea se encontraba espantosamente decorada con las patas de mi mascota.
La profesora Yoo había sido muy atenta conmigo, y me había cuidado e invitado a comer y luego llevado a mi casa, pero los últimos días ella había dejado bien claro que seguía siendo mi profesora y cuando viera lo que Nala había hecho yo estaría en problemas, y justo eso era lo que menos quería.
Me bañé lo más rápido que fue posible. Hice de mi largo cabello castaño una trenza para no perder el tiempo pasando el peine una y otra vez, y ni siquiera me moleste en maquillarme para cubrir mis pecas y mis terribles ojeras (ya se ocuparía Sana de mí más tarde.) Ni mucho menos tenía tiempo de desayunar, necesitaba llegar al colegio y pasar toda la tarea a limpio.
(...)
Me paré de puntillas en la esquina para mirar si no venía el autobús.
Era media hora de viaje, tiempo suficiente para trascribir la tarea y entregarle un trabajo impecable a la profesora Yoo.
"La profesora Yoo" dijo una vocecita en mi cabeza al mismo tiempo que un Ford fiesta blanco, extrañamente familiar, aparecía en la esquina.
Bajé la vista con el pulso acelerado y problemas de respiración.
— ¿Un aventón?
Fingí sorpresa.
—Profesora, buenos días.
—Buenos días, Mina —dijo mi nombre despacio como acariciándolo con sus labios rojos— anda sube al auto, me gusta llegar temprano.
Le obedecí.
— ¿Vive cerca de aquí? —pregunté cuando ella puso el auto en marcha.
Dudó unos segundos.
—Me queda de paso —eso no respondía a mi pregunta.
No le insistí porque estaba más interesada en algo más: su trabajo. No podía sacar las hojas y ponerme a hacer la tarea frente a la profesora.
A como estaban las cosas tenía tres opciones.
1) Pasaba todo a limpio justo en sus ojos.
2) Le entregaba la desastrosa tarea y le explicaba mi descuido.
3) No le presentaba ningún trabajo.
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𝗜𝗳 𝗬𝗼𝘂 𝗪𝗲𝗿𝗲 𝗠𝗶𝗻𝗲 ✧ 𝐉𝐞𝐨𝐧𝐠𝐌𝐢
Roman pour Adolescents˗ˏˋ 𝕵𝖊𝖔𝖓𝖌𝕸𝖎ˎˊ˗ ↳ ❝ Cuando Myoui Mina cruzó la puerta del salón de literatura no se imaginó que ese era el inicio de una importante historia. No se imaginó que estaba a punto de enamorarse, ni siquiera alcanzó a sospechar que pr...