Capítulo 4

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Vegetta se levantó a las 8:00 a. m. Púes tenía que organizar todo para esa noche que era la fiesta.

Primero hizo todo lo que hace cada mañana: hacer sus necesidades, bañarse, lavarse los dientes con pasta dental y usar enjuague. Se cambió su pijama por ropa más casual, púes debía limpiar, pero no sin antes alimentar a Kira.

Después de eso bajo a la cocina, en busca de algo para desayunar. Preparo unos huevos cocidos, arroz y un batido de avena con fresas. Se dispuso a comer en la tranquilidad de su sofá mirando Hora de Aventura con Kira a su lado, mirándolo comer. Paso exactamente 20 minutos en lo que comió y reposo.

Al terminar de desayunar llevo los platos al fregadero. Sacó todo los trastes sucios y los lavo, se encargo de tirar toda la comida echada a perder que ya tenían una especie de pelusa blanca sin mencionar el mal olor que producían (si su madre estuviera lo mataba). Limpió el refrigerador, sacando todo de su interior para después volver a acomodar todo lo que servia, la estufa fue lo más fácil de limpiar, el microondas también fue fácil, los muebles que tenían un poco de polvo igual, acomodó todo sus condimentos en la mesa, por último limpió el piso y asi siguió con la sala, sacudió el polvo de sus estanterias, limpió la televisión, la mesa de centro y el sofá.

Desde la parte de las escaleras, Kira miraba a su dueño limpiar, meneaba su cola gris de un lado a otro observando el trapeador ir de un lado a otro por el suelo, al ser una gatita traviesa se abalanzó sobre el objeto atrapándolo con sus patitas delanteras, esa simple acción saco unas cuantas carcajadas a Vegetta.

— Kira, chiquita, ¿Qué haces? — Vegetta miro con ternura a su gatita, quien feliz jugaba con el trapeador — eso no es para jugar, corazón — intento separar a su gatita para poder seguir con lo suyo, pero la pequeña gatita no dejaba de atacar el trapeador, con delicadeza levanto a Kira con una mano y la colocó en su cama.

Intento seguir con lo suyo, intento, porque Kira quería seguir jugando, pero al final logro limpiar todo el piso de la parte baja. Ahora debía limpiar arriba, subio las escaleras, decidido con todos los productos de limpieza que debia ocupar.

Primero limpio su habitación, que no era un desastre, aunque si el polvo se acumulaba muy rápido, tendió su cama, sacudio sus aparatos electrónicos, lavo el baño, acomodo su ropa, siguió con su habitación de grabación, movió todo lo que tenia en los estantes para limpiarlo del polvo y acomodo los cables que tenía enredado debajo de su mesa de trabajo. Las horas pasaban muy rápido ya que no se dio cuenta de la hora y realmente no quería saberlo, si no se desesperaría y dejaria todo. Continuó arreglando la habitación para los invitados, saco mantas, almohadas y también arreglo su lugar de trabajo para que también pudieran dormir ahí.

Al terminar se dispuso a limpiar el baño de invitados poniendo dos rollos de papel higiénico. Al bajar a la cocina miro la hora en su celular, eran las 4:30 p. m. Se dispuso a pedir la comida por Uber Eats, escogió un poco de todo en el menú que se mostraba, también pidió bebidas; a algunos de sus amigos les gustaba la cerveza y púes tenia que ofrecerles. Hizo los pedidos y dejo su celular en la mesa, fue a buscar unas botellas de vino que habia comprado hace algunas semanas atrás junto con Fargan, quien andaba diciendo que era un experto en vinos y como buen amigo lo escucho toda la tarde.

Al sacar los vinos miro las marcas y los años de reserva. Había uno que le gustaba entre todas ellas, el vino se llamaba: Concha y Toro Casillero del Diablo, un vino con sabor a gindas rojas y ciruelas negras complementadas con un toque de vainilla, moca, café tostado y chocolate. Un vino suave, perfecto para lo que pidió, carne.

No tardo ni media hora cuando tocaron a su puerta, miro por la pantalla de la puerta y el repartidor habia llegado con toda su comida en tiempo récord. Le abrió la puerta, saludo amablemente al chico que estaba frente a él, púes lo conocía de todas las veces que le ha llevado la comida, además de ser un buen tipo, púes nunca le ha dicho a nadie donde vive, cosa que le agradecia inmensamente. Tomó todo su pedido y le dio propina al chico, quién se despidió alejándose de su departamento.

Aprendamos a Maullar // HernygettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora