Capítulo 2

328 85 101
                                    

Taehyung se escurrió sigiloso detrás de unas rocas y observó el rastro de sangre que perseguía al viejo dragón que había escuchado rugir de dolor mientras se dirigía al norte. Por lo visto se trataba de uno que en su momento fue glorioso entre los demás, ya que gozaba de un cuerpo macizo muy grande y unos ojos azules eléctricos que indicaban su poder para alterar el clima, formando comúnmente tormentas eléctricas y tornados que se encargaban de sus víctimas. Caminó con lentitud tras la criatura y sus ojos se maravillaron al ver luego de más de veinte años a unas crías de dragón de a penas unos días. A su lado una mujer semidesnuda trituraba unas hojas y especias para curar las heridas profundas que el animal tenía.

El problema comenzó cuando el aprendiz de cazador que el rey le había designado llegó con su espada desenfundada y en posición de ataque, consiguiendo que los pequeños dragones empezaran a chillar.

—¡Imbécil, si haces algo te mataré! —por el contrario de lo que se imaginó, el joven hizo caso omiso a su advertencia y se lanzó contra el dragón, cortando parte de su cola. El animal le dio un manotazo y lo lanzó por el aire—. ¡Sasre! 

—Señor, no podemos detenernos ahora... —dijo jadeando una vez que se levantó del piso tambaleándose—. Podremos volver esta misma noche con las cabezas de estas asquerosas criaturas para descansar un poco.

El hombre empuñó su espalda de plata una vez más y antes de que Taehyung pudiera hacer algo, la cabeza del dañado animal rodó hasta los pies de la mujer que estaba rodeando a sus hijos para protegerlos. Ella lloraba desesperada y en su mano había un pequeño cuchillo que apuntaba hacia ambos hombres. Taehyung hizo una señal de paz sobre su cabeza, que se vio afectada por la actitud obstinada del más joven cuando apuntó el cuello de la fémina. Esta terminó por cerrar los ojos abrazando a sus hijos y cuando oyó el filo de la espada rozar con el viento se estremeció; sin embargo, el dolor nunca la atravesó. Taehyung había cortado el cuello de su antiguo compañero de viaje susurrando en su oído un: "te lo advertí".

El dragón más pequeño de las tres crías se acercó al pie de Taehyung olfateándolo y la madre se arrodilló frente a él implorando que no los matara. Sus lágrimas recorrieron la punta de sus zapatos y se sintió terriblemente culpable, porque esa madre bien podría ser su hermana y lo odiaría. Así que se agachó y acarició con ternura al pequeño, que se inclinó hacia su mano en busca de más. La madre lo veía con precaución, pero nunca hizo nada. Tiempo después tomó al dragón entre sus brazos y le tendió su mano a la madre, que a pesar de negarse avergonzada primeramente, igual terminó aceptando después de la insistencia del hombre.

—Tranquila, no les haré daño —murmuró cuando los demás dragones se acercaron curiosos a él—. Pero necesito que me permitas llevar la cabeza de ese dragón para simular que mi tarea aquí ha terminado —señaló el cuerpo difunto—, y también quiero que cuando salgas por comida o con tus pequeños sea en su forma humana, porque si alguien los ve, querrán sus cabezas.

—Permítame pagarle de esta manera —dicho esto abrió la bata que poseía y se paró frente al cazador. Tae tragó saliva incómodo y acarició la cabellera rubia de ella—. Tómeme. No tengo más para ofrecerle.

—No —Taehyung quitó con su pulgar una lágrima que bajaba por la mejilla de la dragona—. Sólo quiero que prometas cuidar a estos pequeños para que algún día pueda verlos convertidos en unos fuertes muchachos —La mujer asintió agradecida y se alejó hasta una esquina de la cueva para adquirir su forma animal. Y el hombre se sorprendió gratamente cuando vio el color ámbar y rojo en sus ojos. Ella era una Hymia, y eso significaba que era la última dragona con la capacidad de generar portales y curar heridas superficiales sin recurrir a la magia como tal. Vio como su cabeza se juntaba con la de su amado y conjuraba una frase para que su energía se fuera con el dios Ackil.

THE SENTINEL OF Astaroth; HopeV [龙]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora