"Inalcanzable"
Aunque mis piernas dolían y el aliento comenzaba a faltarme no detuve mi carrera. No podía perder un solo segundo más.
Giré en la calle siguiente y casi a tropezones entré a las dependencias del edificio que concurría cada semana.
Como de costumbre el hombre que se encontraba en el recibidor me miró mal, pero no dijo nada, así que seguí mi camino.
Al fondo del pasillo estaba el salón de ensayos de la orquesta sinfónica.
No había nadie allí, ya que siempre me anticipaba a todos solo para tener ese momento que tanto anhelaba.
Mientras sacaba el violín de su estuche eché una mirada hacia el salón de enfrente a través de los enormes cristales y por supuesto, él ya estaba allí.
Como un ángel, como un ser que no parecía real. Alguien que me inventé en mis sueños.
Muchas veces divagaba con esa idea en mi mente, ya que no cabía en mi entendimiento la existencia de alguien tan perfecto como él.
De todas formas, para mí suerte era completamente real.
Siempre lo veía conversar con otras personas de su grupo de ballet, donde siempre se le veía alegre, ruidoso y comunicativo.
Como me encantaba ver su sonrisa. Era como ver un brillante amanecer, aunque fuera el día más gris en Seúl.
Esa solo era una de las muchas cosas que me tenían extasiado de su persona.
Minhyuk estaba aquí desde antes que yo me integrara a la academia de artes.
Lo vi por primera vez cuando me propuse llegar antes a los ensayos para ponerme al nivel de los demás violinistas, ya que sentía que no estaba a la altura de ellos y no quería arruinarlo.
Había ordenado las partituras frente a mí y antes que el arco rozara las cuerdas del instrumento, escuché una agradable melodía proveniente del salón vecino.
Curioso me asomé a través del cristal y me quedé embobado desde el primer momento.
La gracia, la delicadeza, la técnica tan limpia en cada paso que daba. Giros estables que hacía como si nada de un lado a otro de la habitación.
Su perfecta silueta solo se acentuaba más en cada postura que practicaba, la serenidad en su fino rostro de bellas facciones no reflejaba el esfuerzo que hacía por mantenerse en las puntas de sus pies.
No hacía falta saber nada de él para entender que había nacido para bailar, así que no fue una sorpresa cuando me enteré que era el bailarín principal del grupo.
A veces coincidíamos en el mismo salón de ensayos, pues al menos una vez al año la orquesta sinfónica y la compañía de ballet presentaban un musical en conjunto.
Muchas veces lo tuve solo a metros, solo a un "hola" de distancia, pero era tan difícil para mí dar un paso hacia él o simplemente decir una palabra.
¿Cómo podían los demás hablarle tan naturalmente?
Yo apenas lo veía cruzar por la puerta me quedaba helado. Prendido en esa costumbre que tenía de entrar atando su cabello negro en una pequeña coleta y de sonreír tan hermosamente cuando caminaba a saludar a sus amigos.
Estaba perdido. Mientras practicábamos no era una opción mirarle, la única vez que lo intenté terminé con la mano atascada dentro del violín.
Era tan torpe a su alrededor. Por eso mi elección era mirarle desde lejos siempre o lo único que tendría de él sería una carcajada cuando me viese siendo tan patético.