Capítulo 1 Ψ

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Adair

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Adair

Mi vida ha estado llena de secretos y mentiras, a mis tan solo 24 años, los últimos tres han sido un fiasco, del cual desearía que no se hubieran dado como fueron. Es ahí donde me cae un balde de agua fría, nosotros no podemos elegir cómo queremos vivir la vida. La vida nos tiene nuestro destino listo, pero nosotros somos capaces de ir por ese camino o experimentar nuevas aventuras, nada más es cuestión de aprender con ello y sacar lo mejor de cada uno de los sucesos que se nos presentan.

En el transcurso de mi vida personal y escolar me he topado con situaciones que me han afectado, una de ellas es por ser millonarios, ya que, por una simple etiqueta eres juzgado y criticado por tener todo a la mano, cosa que en mi no es así, gracias a Dios tengo algunos lujos, pero me gusta conseguirlos por mi propio esfuerzo y mérito. En mi caso no es así, yo me caracterizo por no decir qué tengo, una vez fui egoísta y egocéntrico, cosa que me fue de la chingada...

Ahí les va por qué.

Era una mañana como cualquier otra, nunca pensé que ese día, me marcaría para toda mi vida.

Empezó de lo más normal, me encontraba en la escuela cursando el segundo semestre de mi carrera en Psicología, al principio me costaba por que no era un chico que le pusiese empeño, pero ese día era Viernes, había un maestra que era famosa por acostarse con alumnos que veía vulnerables, o que necesitaban de clases particulares para tener un mejor rendimiento académico.

Aquel día tenía examen de la materia Neuroanatomía y con ella, me encontraba muy frustrado porque el día de ayer me la pase estudiando y repasando mis apuntes, pero no se me pegaban ninguno de los temas y conceptos que habíamos visto.

Estaba tan sumergido en mi examen que no sentí la presencia de la maestra, hasta que sentí su mano en mi entrepierna, en ese momento volteo a verla y lo hizo con disimulo.

Me sentía tan incómodo.

—Perdón, ¿Se le ofrece algo?—pregunté algo nervioso.

—Si, veo que estás sufriendo con el examen, ¿qué te parece si terminas de hacer el examen y hablamos?—dijo susurrando en mi oído.

Ese simple comentario me puso más nervioso de lo que ya me encontraba, sabía la fama que tenía la maestra y lo peor, en ese momento identifiqué que yo iba a ser su próxima víctima.

—Está bien, maestra—dije y me puse a terminar mi examen.

Pasaron unos 20 minutos, estaba de los últimos por salir, el examen era simple, me había costado mucho aprenderme los conceptos que habíamos estudiado, pero en ese momento no podía distinguir cuales eran los correctos.

Esperé a que terminaran todos, para de alguna forma quedarme a solas con la maestra, sabía que me estaba metiendo en un grandísimo problema pero estaba dispuesto a escucharla y ver que intenciones tenía conmigo.

Me levanto de mi lugar para acercarme al escritorio de la maestra, le entrego el examen y mi mano rozó con la suya.

Sin pensarlo hablé, pero a la vez muriéndome de los nervios.

—¿Qué es lo que quería hablar conmigo?—me escuché con autoridad cosa que no tenía o demostraba tan seguido, en el fondo quería que terminara este martirio e irme de inmediato a mi casa a descansar.

—Disculpa, ¿Cómo te atreves a hablarme así joven Russo?—dijo lo más seria que pudo, nunca la había visto de esa manera en las clases que me daba.

—Perdone maestra Escamilla, pero se me hace raro que quiera hablar conmigo a solas y en horario de clase—mencioné algo tímido, toda mi valentía se fue al vacío.

No era la primera vez que le levantaba la voz a un adulto, lo hacía con frecuencia en casa, mis padres se comportan de una forma inmadura a su edad y más haciendo y actuando de una manera que no era la correcta.

—Descuida, no pasa nada, creo que es por el nerviosismo del examen y de alguna forma saber cómo le fue en él.

—Sí, maestra, creo que es por el examen, pero ahora, ¿Qué desea hablar conmigo? —mencioné lo más sutil que pude.

—Quiero proponerte una cosa que a los dos nos beneficiará —dijo con un tono de voz seductor.

—¿Qué cosa?—pregunté algo dudoso.

—Entonces, sí aceptas—habló con ilusión.

—Depende de lo que me diga maestra—intenté sonar lo más tranquilo que pude.

—Primero deja de decirme maestra y llámame por mi nombre Scarlett...Lo segundo es, que yo te puedo ayudar a mejorar tus calificaciones —dijo acercandose a mi.

Esto no me estaba gustando para nada, lo peor era que ya no había escapatoria.

—¿Pero a cambio de qué?—pregunté con algo de nerviosismo y miedo a lo que me dijese.

—Es simple y sencillo, tener encuentros sexuales entre nosotros, y esto puede ser hasta que uno de los dos se canse.

Tardé unos minutos en contestar, era simple, si contestaba que sí, ella sería mi primera experiencia sexual. Muy en el fondo, yo quería que mi primera vez fuera por amor y no por conveniencia, mucho menos con una mujer que se ve que no tiene ni un poco de dignidad y decencia a sí misma.

El recuerdo de aquel día, es mi tormento hasta hoy. Porque fue en entonces, que empezó mi tortura con aquella mujer psicópata, espero que todo esto termine y poder ser quien realmente soy... Y que uno de mis mayores secretos no sea revelado nunca.

 Y que uno de mis mayores secretos no  sea  revelado nunca

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Mi niña bonitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora