Capítulo 2 Ψ

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Alana 

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Alana 

Mi vida a sido de una forma no tan interesante a mis tan solo 23 años, no he tenido experiencias de ningún tipo; me refiero a que no he tenido novio, mucho menos experiencias sexuales, al igual que no he salido a fiestas, a las que he ido son con toque de llegada, mis padres son muy sobreprotectores, pero olvidadizos a la hora que se trata de mi persona, porque en ese sentido he sido un tormento para ellos regularmente soy alguien que les hace perder el tiempo o los saca de su zona de confort.

No me siento agusto en mi casa, pienso que no encajo en la familia, que nada más me tuvieron por simple legado que les dejarían mis abuelos y por esa razón, he cometidos errores de los cuales me arrepiento y a la vez no, porque sin que ellos se den cuenta he probado hasta lo que no, gracias a la escuela a la que voy, una de las más prestigiosas del país; pero nada de eso tiene que ver con lo que verdaderamente oculta la escuela, en lo más profundo de la oscuridad oculta algo que yo soy testigo de ello, al igual que muchos profesores y alumnos de diversas carreras y por miedo a divulgarlo se han quedado callados por lo que le puedan llegar a hacer.

Cosa que no debería de ser, porque es como si estuvieran pagando por nuestro silencio.

Nos han tenido callados de diversas maneras, ofreciéndonos subir nuestras calificaciones o dinero entre otras cosas... Pero lo más bajo que han hecho es ofrecer dinero sabiendo a la perfección que nosotros somos hijos de grandes empresarios, por lo tanto nos hacen ser personas de gran prestigio.

Yo me caracterizaba por no presumir de lo que tengo, porque al final te hacen ver como una persona sin valores, superficial y sin sentimientos, mucho más una persona que se caracteriza por presumir lo que no tenía...Soy una persona de bajo perfil no ando diciendo lo que tengo por lo mismo, no quiero que me vean como una persona egocéntrica y presumida aunque en la escuela ya sabían la clase de alumnos que asistían a ella.

Cosa que no soy y que nunca voy hacer.

Mi rutina diaria era la misma desde que entré a la universidad, de casa a la escuela y de vez en cuando a casas de mis compañeros para hacer trabajos en equipo, pero nada de diversión, durante la semana, rara era la vez que salía y era más por compromiso que por gusto.

Pero lo que más odiaba era llegar a casa porque si no estaban mis papás, se encontraban en reuniones de trabajo y cuando estaban en la casa se la pasaban discutiendo y uno de los temas más frecuentes era yo.

Cuando empezaba a escuchar los gritos de ellos, me dirigía a mi cuarto y me encerraba en él, a veces me ponía a leer o ya de plano a escuchar música ya que sus gritos se escuchaban hasta mi cuarto, cosa que odiaba.

Y me sentía triste y sin ánimos de seguir en este ambiente lleno de energías negativas en donde no me sentía parte de una familia y sin poder encontrar una solución en este momento de vulnerabilidad.

Pero hubo un día en donde empezó una de mis manías más frecuentes ¿Por qué lo digo?

Era un día común y corriente, venía de mis clases de la universidad estudiando una carrera que me ha dejado mucho aprendizaje y que compruebo que cada día estoy más enamorada de ella, la Psicología.

Mi niña bonitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora