Capítulo 14 - final

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Los señores Weasley se abalanzaron sobre su hija cuando la vieron, y Melody y Thomas se acercaron a Eira y a Orión. A ellos también los habían avisado por Eira, dado que no la encontraban.

—¿Estáis bien? —preguntó Melody, dirigiéndose hacia su hija y después hacía el chico, preocupada—. Nos avisaron de que no estabais ninguno de los dos... sabíamos que os habríais metido en problemas.

Thomas asintió confirmando las palabras de su esposa.

—Vosotros estabais a salvo; sois de sangre limpia... ¿por qué lo hicisteis? —preguntó, dirigiéndose especialmente a Orión, dado que conocía las buenas intenciones de su hija.

—Iban a cerrar el colegio, y no quería que lo hiciesen —respondió el mago—. Pero cuando fui y vi quien era el culpable... no pude hacer nada.

—Yo lo noté extraño y lo seguí —dijo Eira.

Entonces Orión dejó sobre la mesa la réplica del diario de su padre, y Harry dejó el Sombrero Seleccionador y la espada.

Los alumnos comenzaron a contar la historia, omitiendo tanto Harry como Orión el hecho de que Eira hablaba pársel. La bruja tampoco lo mencionó. Todos escuchaban con atención mientras Harry, Eira y Orión contaban todo lo sucedido.

—No sabía que Tom hubiese hecho algo así —admitió Melody.

—Es probablemente el alumno más inteligente que ha tenido nunca Hogwarts —comentó Dumbledore pensativo—. Muy pocos saben que antes se llamó Tom Riddle. Yo mismo le di clase. Desapareció al abandonar el colegio...

—Profundizó en las Artes Oscuras, según dicen —comentó Melody—. Muy pocos lo relacionaban con quien había sido en el colegio.

Ginny explicó cómo la había controlado mediante el diario. Temía ser expulsada, pero Dumbledore decidió que ya había tenido castigo suficiente.

Dumbledore quiso hablar a solas con Harry y Ron, y pidió a Eira y Orión que esperasen fuera, pues quería hablar con ellos más tarde. Todos salieron. Los señores Weasley fueron con su hija a la enfermería, y Melody y Thomas se quedaron con los dos Slytherin.

—Ven unos días a casa durante las vacaciones —dijo la mujer a Orión—. Lo ocurrido hoy debe de haber sido duro para ti...

—Sí, deberías venir —apoyó Thomas—. No es bueno que pases tanto tiempo solo... A tu padre le gustaría que vinieses.

Por lo que Eira sabía, Orión estaba a cargo de un antiguo mortífago de su padre, pero poca gente sabía de quién se trataba. Él apenas hablaba de ello.

El chico asintió y miró a Eira, sin querer precipitarse. Tal vez ella quisiese tener espacio y no desease que entrase en su casa.

—¿Tú estás de acuerdo? —preguntó.

La joven asintió.

—Claro que sí. No seas...

Pero en aquel momento se interrumpió, porque alguien llegó corriendo. Luke se detuvo ante Eira y suspiró, aliviado. Parecía haber estado muy preocupado.

—Temía... creía que te había sucedido algo malo... Me alegro de que estés bien.

Trató de no mostrarse demasiado efusivo ante los padres de la chica y de Orión, hacia quien Luke se volvió después.

—Me alegro de que ambos estéis bien —agregó.

—No te preocupes, Luke, finalmente no ha ocurrido nada grave —lo tranquilizó Eira—. Harry ha vencido al basilisco que estaba en la cámara. Ya ha pasado todo.

El chico sonrió, aliviado.

—Os veré en la sala común.

Se despidió de Melody y de Thomas y se marchó, más relajado que cuando había llegado. La pareja miró a su hija con una sonrisa que Eira de inmediato reconoció.

—¡Solamente es un amigo! —dijo, negando con la cabeza.

Orión trató de disimular la risa, mientras Melody había una mueca.

—Tu padre también comenzó siendo un amigo —comentó la mujer, mirando a su marido y recordando el momento en el que se habían conocido.

—No por mucho tiempo —agregó él—. Aún recuerdo cuando intentábamos matarnos en aquel pueblo de Bulgaria...

Eira nunca había sabido exactamente cómo se habían conocido sus padres, aunque sabía que había sido mientras su madre investigaba nuevas pociones. Nunca habían entrado en detalles pero, conociéndolos, creía que podían haber intentado matarse mutuamente de verdad.

Melody iba a continuar hablando, pero en aquel momento se abrió la puerta del despacho y salieron Harry y Ron, que indicaron a los dos Slytherin que entrasen por orden del director. Ellos obedecieron y pasaron al despacho.

—La casa de Slytherin no se suele caracterizar por sus buenas acciones —comentó Dumbledore—. Pero vosotros teníais intención de acabar con el monstruo, por tanto debo recompensaros con setenta puntos a cada uno. Vuestros compañeros me han contado lo ocurrido.

—Apenas hemos podido hacer nada —dijo Eira—. Harry lo ha hecho todo...

—Pero ambos habéis estado dispuestos a ir —dijo el director—. Orión decidió buscar la Cámara de los Secretos para evitar el cierre del colegio, Eira, y tú lo seguiste de inmediato, sospechando. Ambos merecéis el Premio por Servicios Especiales al colegio, al igual que Harry y Ron...

La bruja miró a su amigo. Sospechaba que Dumbledore no les otorgaba el reconocimiento solamente por haber ido a la cámara, sino también para ver la reacción de Orión al obtener el mismo reconocimiento que había obtenido su padre cincuenta años atrás.

—Gracias, señor —dijo el mago, también consciente de que el director estaría a la espera de su reacción—. Es un gran honor.

El hombre asintió y permitió que se marchasen. Ellos salieron sin decir nada más. Orión no había mirado a la bruja durante todo el tiempo que había estado en el despacho, algo que a ella no le había pasado inadvertido.

—¿Estás molesto por algo? —le preguntó antes de llegar hasta donde sus padres se encontraban.

—No —respondió Orión—. Pero estoy cansado de las estrategias de Dumbledore. No va a verme demostrar nada delante de él, si es lo que pretende.

Eira sabía que Orión era perfectamente capaz de permanecer impasible, de manera que nadie pudiese notar lo que pensaba o sentía. Y lo comprendía. Tampoco a ella le gustaba demasiado cómo había actuado el director con Orión, aunque confiaba en su buen criterio.

Cuando llegaron hasta Melody y Thomas, los encontraron con Lucius Malfoy, quien parecía estar realmente enfadado.

—No debería haber vuelto —fue lo único que alcanzaron a escuchar antes de que el hombre se despidiese y se dirigiese hacia el despacho de Dumbledore, seguido por Dobby, su elfo doméstico.

—Fue él quien metió el diario entre los libros de Ginny en el Callejón Diagon —les explicó Melody a los chicos—. Aunque no sabía bien de qué se trataba...

Aquel día celebraron el banquete todos los alumnos, incluso aquellos que habían sido petrificados. Todos, excepto tal vez Malfoy, se alegraban de que aquel horrible curso hubiese terminado finalmente y de que el problema del monstruo se hubiese resuelto. Y a ello se sumó la felicidad por el hecho de librarse de Lockhart, el peor profesor que habían tenido hasta el momento.

Al día siguiente, Eira viajó en el compartimento junto a sus amigos de Slytherin, a quienes tuvo que explicar una y otra vez lo ocurrido en la Cámara de los Secretos, con el recuerdo adolescente de Voldemort.

—Me parece una historia increíble —comentó Daphne—. Fuiste muy valiente al seguir a Orión... Yo nunca lo habría hecho.

Blaise y Theodore le dieron la razón. Ellos tampoco habrían tratado nunca de entrar en aquella cámara, y menos con un posible sospechoso de abrirla. Pero Eira le restaba importancia a la acción cada vez que podía.

Finalmente llegaron a la estación de tren, lo que indicaba que el curso había llegado a su fin.

Eira y la cámara secreta ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora