20. Mi lugar preferido.

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Desperté. En esa esquina tan fría. Miré con cuidado y salí con sigilo del baño.

Mi padre no estába. Decidí ir a mi cuarto, tumbarme en la cama y encenderme un cigarro.

Tras mirar un largo rato al techo, cogí el teléfono. Le llamé. Oí su voz y me tranquilicé.

Había quedado con él, me vestí y salí de casa. Bajé y me senté en la escalera a esperarle. Tenía la cuchilla en el bolsillo por si necesitaba desahogarme.

Me vió y me saludó. Bonita forma de hacerlo con un beso en la frente y otro en el cuello. Se sentó a mi lado y estuvimos hablando.

Él no paraba de agarrarme fuertemente la mano, me gustaba, hacía que no me sintiera tan sola.

Posé mi cabeza en su hombro y cerré los ojos.

Descubrí, que la ciudad del amor no era París, era él. Y al mísmo tiempo era el rincón más bonito de todo Madrid.

Se giró y me dió un abrazo. Yo seguía sin abrir los ojos. En ese momento sólo quería sentir que le importaba un poco.

Oí como algo caía al suelo y se rompía. Él me empezó a soltarme suavemente.

Entonces vi a mi padre, ahí parado, lleno de rabia, con los ojos fuera de las órbitas y con la mandíbula desencajada.

Levantó el brazo y fue a pegarme. Pero él se puso en medio y cayó al suelo.

¿Por qué habia hecho eso? Fuí corriendo hacia él. Vi que tenía el labio superior lleno de sangre. No me importó, le besé.

Después de esto salimos corriendo. Fuimos a su casa. Le curé ese labio, pero sin darme cuenta le hice una herida en el de abajo. Aunque esta fue con cariño.

Estába enamorada y ya no servía de nada ocultarlo, el también lo estába.

Dicen que lo bueno se hace esperar, creo que vale la pena si encuentras a alguien que esté dispuesto a darlo todo por ti.

Creo que después de tantos años, de tantos daños, de tantas palizas, cortes y heridas. Creo que al fin, tengo algo por lo que vivir.

"Te quiero" me susurró al oido, sacandome de mís pensamientos.

"Te necesito" le dije yo y me besó.

Estuvimos todo el día sonriendo y divirtiendonos como dos niños pequeños.

Nos quedamos dormidos del cansancio, él abrazandome, yo en sus brazos.

¿Sabeis? Creo firmemente que hay personas que no valen la pena, que valen la alegría, y él era una de ellas.

Atrapada en el espejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora