Erik no era un bebedor asiduo. Nunca había sido de esos tipos que apreciaban el sabor de un whisky añejo bailando en la boca y dejando notas de vaya a saberse qué. No era capaz de distinguir la madera en la bebida, ni el valor de que ésta hubiese permanecido años fermentándose, ni nada por el estilo. Las veces que había bebido, fueron siempre por negocios, para parecer ameno a la hora de cerrar los tratos.
No era bueno para relacionarse con las personas, por lo que había escuchado, siempre bastaba una sonrisa amable y eso también era un problema, su sonrisa no ayudaba. La cantidad innecesaria de grandes dientes que solía mostrar, lo hacía parecer más un predador que alguien accesible, por lo cual, la única respuesta era beber. Un brindis, una palabra amable y las campañas publicitarias en las que solía trabajar, se cerraban solas.
La Torá no requería la completa abstinencia, por lo cual no había problemas con su consumo de alcohol. Erik, no bebía más que en los momentos adecuados, pero, esa noche, había encontrado necesario dejar de lado muchas cosas que había aprendido. La punzada dolorosa en su pecho acrecentó la sensación de desconsuelo y soledad en la que se sumergía al llegar a su departamento y no encontrar a nadie esperándole.
Erik nunca había tenido una pareja estable, un par de relaciones fugaces habían bastado para darse cuenta de que no tenía madera para ello y que era mejor quedarse solo... La última vez que había estado con alguien, bueno, había pasado un buen tiempo de ello y creyó que podía acostumbrarse, es más, lo había hecho con éxito. Acallar las necesidades de su cuerpo no había resultado demasiado difícil. Solo, algunas veces, se encontraba hambriento de contacto y, sin embargo, había soportado al darse cuenta de que había perdido el toque; la gracia requerida para seducir a alguien. Quizás, nunca la había tenido.
Pagar por sexo ni hablar. Estaba en contra de la idea de obligar a alguien a estar con él. El solo pensar en que la persona a su lado estaba esperando con ansias que la noche terminase para sacárselo de encima, le generaba un tipo de pánico atroz, seguido de una creciente repulsión.
Así que estaba bien. Sobrevivía a su soledad. Miraba de lejos a las parejas felices y podía sosegar la envidia que había sentido años anteriores. Pero esa noche no. Esa noche necesitaba beber. Esa era la fecha en la que se cumplía un año desde que habían alejado a Charles de él.
No es que alguna vez hubiesen estado juntos. Erik había estado un poco colado por Charles, posiblemente, no era el único. Era un muchacho simpático, alegre y muy servicial, a eso se le sumaba su hermoso cabello castaño, sus impresionantes ojos azules y sus bonitos labios rojos, que te distraían de la nariz grande que tenía, sin embargo, su nariz estaba bien también. Era dolorosamente apuesto y mucho más cuando sonreía. Si, definitivamente, Erik estaba completamente perdido por él.
Se había conformado con mirarle desde lejos y asentir a los joviales saludos que el muchacho brindaba a todos por igual. De vez en cuando, Charles cruzaba algunas palabras con él, pero no era como si alguien se atreviese a entablar algún tipo de relación con Erik Lehnsherr. Tenía fama de gruñón y, si eso ya era malo, empeoraría gracias a Shaw, el jefe del departamento.
Probablemente, si se hubiese negado a su pedido no estaría donde se encontraba en esos momentos, lamentando su estupidez. Shaw había llegado a él con una nueva campaña para una fábrica de golosinas y algunas ideas para la publicidad del nuevo producto que lanzarían al mercado. Un helado que a Erik se le hacía horrorosamente empalagoso y lleno de colorantes innecesarios, que lo hacían parecer aún más terrible. Shaw le había pedido que se encargara de ellos, a pesar de que el proyecto estaba casi finalizado. Erik debió dudar, por supuesto, pero Shaw era su jefe y no podías discutir con tu jefe cuando necesitabas un aumento de sueldo para ayudar a tu madre con la panadería de la que era dueña y se estaba fundiendo.
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Apathie
FanfictionLa apatía es la falta de emoción, motivación o entusiasmo. Es un término psicológico para un estado de indiferencia, en el que un individuo no responde a aspectos de la vida emocional, social o física. A Erik, la soledad lo está abrumando. (AU sin...