XIV

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Había sido rechazado. Esa era la conclusión a la que Erik había llegado y con el paso de los días, la certeza parecía pesar sobre él más y más. Aceptarla era un dolor, un tipo de sufrimiento que deseaba dejar atrás. Ya debería haberse acostumbrado a que esas cosas sucedieran, después de todo, no era la primera vez que alguien le decía que no sentía lo mismo por él. Admitir que nadie te amaría, que no eras suficiente como para que quisieran intentarlo, no era algo sencillo.

Erik era un gruñón desagradable con las personas. Apenas le gustaba salir de su departamento, no bebía y no era capaz de disfrutar una buena fiesta por el hecho de estar rodeado de desconocidos. Sus pasatiempos eran: jugar ajedrez con el programa de computadora, tener pensamientos deprimentes y quejarse de la mayoría de las cosas. No había nada especial en él, nada que a alguien pudiese interesarle lo suficiente como para decidir quedarse... ¿Cómo se había permitido imaginar, alguna vez, que con Charles sería diferente?

Charles era maravilloso. Era guapo, inteligente, agradable y amable. El tipo de persona por la que cualquiera lucharía por tener a su lado. ¿Qué podría ver Charles en él?

Suspirando y tratando de resignarse, ingresó a la panadería. Su madre le había dicho que se tomara el día libre la noche anterior, luego de verlo tan decaído, pero a mitad de la mañana, Erik descubrió que no tenía nada de qué ocuparse. Sabía que lo haría como tantas otras veces, ponerse a pensar en cosas desagradables y la verdad era, que estaba agotado física y mentalmente de ello.

No se sorprendió escuchar la risa, a diferencia de él, Edie siempre había sido sociable y se llevaba bien con todos los clientes. Sin embargo, lo que si generó en él un cierto desconcierto, fue hallar a Logan allí. No era que ellos hubiesen dejado de mantener un tipo de relación, ambos habían quedado como amigos y se veían de vez en cuando... Era solo, que sabía que Logan se relacionaba con Charles... y ni siquiera podía preguntar por él sin quedar como un imbécil desesperado.

—Magnus... Creí que te tomarías el día- dijo Edie mirándole. Logan se volteó a verle esbozando una media sonrisa.

—Pareciera que has visto un fantasma.

—¿Qué haces aquí?

—Hola, ¿Cómo estás?... Edie, reprende al niño.

Su madre rio ante la broma.

—¿Qué ha pasado, schatz?

—Nada... Estaba aburrido.

—¡Oh, pobre Erik! Ser tu debe ser tan deprimente.

Edie golpeó el brazo de Logan.

— Lass mein Kind in Ruhe, dein hässliches Monster (Deja a mi niño en paz, tú monstruo feo) – lo reprendió ella con cariño y Logan le sonrió en respuesta, alzando las manos, en un gesto que buscaba parecer inocente. —Ve a ponerte tu delantal, hijo-

Erik avanzó hacia la cocina, que era donde estaba el armario de los delantales, y se arregló antes de regresar junto a su madre y Logan.

—Entonces, podría invitarles a cenar- dijo ella con tono alegre y Logan se rascó la barba un poco avergonzado. Era gracioso que ese estúpido lobo, se volviera un cachorro frente a Edie.

—La verdad, no sé qué tan bueno sea que mi ex nos invite a comer. Además, aún es muy pronto.

—¡Oh, vamos! La pobre mujer no se pondrá celosa si le hablas de mí de la manera correcta.

—Y ¿Cuál es la manera correcta?

—Decirle que el sexo con alguien a quien consideras una hermana, de repente, se volvió extraño.

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