Parte 1 😸

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Iba de vuelta a mi casa, pensando en mi fracaso (que novedad, ¿no?). Siempre me pasaba lo mismo, ¿que no aprendía de una vez?

Hace apenas unos minutos había estado con Astrid, solos en un pasillo vacío de la escuela. Todos se habían ido ya.

-Quieres ser mi novia? -le había dicho.

-Hipo... -me miró con tristeza- lo siento mucho pero no me gustas, nunca me has gustado. Siempre te vi como mi mejor amigo... lo siento -Astrid se fue corriendo e yo me quedé perplejo como un idiota, boté la pequeña flor que traía en las manos.

Siempre me sucedía lo mismo, cada chica que llegaba a provocar en mi algo más que amistad, me rechazaba. Triste, caminé por las calles hasta llegar a la esquina de la panadería, entré y compré unos dulces. Al salir me encontré con una caja que parecía del almacén y asomando su cabecita vi un pequeño gato blanco, con algunas manchas de suciedad, me maullaba sin parar, tenía una carita triste, como si la vida se hubiera encargado de tratarlo mal.

-Hola pequeño...- dije, pasando mi mano por su lomo- que solito que estás - el minino o minina se restregó contra mi mano. Lo levanté cuidadosamente- veamos si eres macho o hembra, siendo sincero no era tan pequeño, no era un bebé, solo se veía muy desnutrido- macho -afirme y solté una risilla.

-Sí, es macho -dijo el señor que atendía el almacén, dándome un buen susto. Era robusto y con una larga barba blanca- ha estado vagando por estos lugares últimamente y yo lo alimento como puedo, pero no puedo adoptarlo. Sería un gran favor si te lo llevas, debe tener sus seis meses... ¿17 años gatunos? -dijo con una sonrisa. ¡Vaya, este pequeño era más grande que yo!

Bueno, al menos teníamos algo en común. Llegué a mi casa con el pequeño gato en mis brazos temiendo por su vida. Como siempre, no había nadie en casa así que dejé la bolsa con pastelillos en la cocina, saqué uno y subí a mi habitación aun con el minino en brazos. Justo antes de abrir la puerta de mi habitación recordé un dato importante y bajé otra vez las escaleras dejando al gato en la mini bodega que está debajo de estas (algo así como la habitación de Harry Potter), el pequeño reclamó por el encierro. Fui corriendo al baño a preparar la ducha, el gato era callejero, ¡no iba a dejar que entre a mi habitación así como si nada! 

Yo y mi obsesión por el orden y la limpieza.

Cuando verifiqué que el agua no estuviera ni muy caliente ni muy fría para traer al pequeño que aún lloraba en la bodega.

- ¡Ya voy! -dije, al principio sus maullidos podían parecer tiernos pero después de un rato si callarse, este chico podía ser realmente molesto. Al abrir la puerta de esta me encontré al gato banco hecho bolita en una esquina mirando para todos lados. Lo tomé y lo apreté contra mi pecho, él solo se acurruco en mí cerrando sus ojos- hey, no te duermas -le dije moviéndolo un poco y el felino abrió sus ojos- muy bien -le sonreí- vamos a bañarte... -el pequeño parecía no entender hasta que llegamos al baño y... pues... ya sabrán lo que pasó.

Costó la vida bañar al (maldito) gato, pero cuando ya estaba listo subimos a mi cuarto, ¡era la hora de ponerle un nombre!

-Que nombre te pondré? - dije mientras me sentaba en mi cama y ponía a "sin nombre" sobre esta, este en seguida se bajó y comenzó a explorar la habitación- eres muy curioso... - dije alzando una ceja, me miró y me sacó la lengua, le respondí con el mismo acto- y muy travieso... ¿Rockie? ¡como la película! -El gato se erizó y me gruñó - ok, ok, ya entendí -bufé y pensé en otro nombre- ¡John! -hizo arcadas, como si me entendiera- que pesado -volvió a sacar la lengua- ¿Jackie? -El gato ladeo un poco la cabeza- ¡Jack! - Dio un salto a la cama y se acurrucó en mis piernas- ¿te gusta, Jack? - el minino ronroneó y me miró con sus ojitos azules- bien -sonreí- buenas noches Jack. Tenía los ojos llorosos y estaba cansado, solo quería dormir y al parecer a Jack le agradó la idea, ya que hizo lo mismo.

 Tenía los ojos llorosos y estaba cansado, solo quería dormir y al parecer a Jack le agradó la idea, ya que hizo lo mismo

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