Parte 4 😹

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Me desperté con mucha pereza, era día sábado y había dormido muy bien pero los rayos de la luz del sol me molestaban la vista. Me di la vuelta para quedar con la espalda contra la ventana, entreabrí mis ojos y lo que vi me dejó perplejo.

Había un chico alvino durmiendo muy cómodamente conmigo.  Y estaba totalmente desnudo.

Grité saltando de mi cama con los ojos abiertos como platos. Con mi grito el chico se despertó de golpe y se cayó de la cama.

-¡¿Q-Q-Q-QUIEN ERES?! –grité asustadísimo, viendo que mi gato no estaba en la cama- ¡¿qué hiciste con Jack?!

-¿De qué hablas?- el chico se sorprendió al ver su voz salir, revisó sus brazos con los ojos abiertos como platos, vio sus piernas, sus manos, dirigió estas últimas a su cabeza y al no tocar nada sobre esta dio otro grito. Yo me aleje más de él, ¡¿por qué mi papá tenía que trabajar justo este sábado?!

-Qué me pasó?! –dijo tan horrorizado como yo.

-¡Responde! ¡¿Quién eres y qué hiciste con Jack?!

-¡Yo soy Jack! -dijo poniendo las manos en su pecho.

Nos quedamos en silencio.

-¿Qué?

El chico se levantó y buscó algo en mi escritorio y lo encontró.

-¿Ves? – Me mostró mi libreta con el dibujo de él– yo soy Jack, Jack Frost –dijo aún con cara de sorpresa- no sé cómo pasó esto... ¿dónde está mi pelaje? –dijo triste.

- T-tu... -lo vi, luego vi el dibujo, todo calza, todo estaba ahí- pero... ¿cómo es posible? -murmuré 

-No sé... -recorrió su cuerpo con la vista una vez más- no sé qué me pasó...

-Te convertiste en humano... -concluí, sin dejar de mirarlo.

-¿En.. un humano? -preguntó, volviendo la vista hacia mi, yo asentí.

-No sé cómo, pero tu definitivamente eres Jack- dije después de ver sus ojos azules, tan profundos y su cabello blanco como la nieve al igual que su piel.

-Mis orejas... – dijo con tristeza luego de tocarse otra vez la cabeza.

-Las tienes a los lados- dije agarrándome mi oreja aún con los ojos muy abiertos. Jack se tocó en donde señalé.

-No son las mismas -replicó.

-Claro que no, ¡eres un humano! -Sí, era un humano. Un humano desnudo frente a mí- t-te traigo ropa –dije abochornado y saque la ropa que me quedaba más suelta de mi armario, pues era más alto y grande que yo- ten.

-gracias- dijo y se puso los bóxer y los pantalones, pero al parecer le resulta muy difícil ponerse la polera. Chilló enojado al descubrir que se había enredado en el chaleco. Reí y lo ayudé a colocárselo. Una vez listo se hincó en cuatro patas y se puso a lamer el agua que tenía en su plato.

Um, esto era incómodo.

-Em...– dije sin saber que hacer.

-¿Qué? –replicó mirándome.

-Ahora eres un humano- dije.

-Oh, cierto -se levantó y se secó la boca- y cómo... -dijo dudoso, realmente no tenía ni idea de cómo comportarse como humano.

-Yo te ayudo- le tome la muñeca y lo ayudé a bajar las escaleras, fue todo un logro cuando llegamos abajo, ya que no sabía equilibrarse bien en los pies- toma- le pasé un vaso con agua- con mucho cuidado lo agarro con las dos manos y se lo llevó a la boca.

-Gracias –dijo sonriente cuando se le acabó el agua.

-¿Quieres torta? –le dije.

-¿Torta? –Preguntó dudoso- ¿esa cosa de colores que comiste con tu papá ayer en tu cumpleaños?- sí, definitivamente era Jack.

-sí –sonreí y le di pedazo.

-¡Woah! está exquisita –dijo después de que le enseñara a usar los cubiertos- es mucho más rica que la comida de la calle -cuando terminó de comer nos quedamos en un silencio incomodo, hasta que...

-¡Hey! –me mordió el brazo y salió corriendo dando una carcajada- con que así nos llevamos, eh –dije en tono competitivo y me puse a perseguirlo, esta vez era más fácil porque ya no se podía esconder como antes, pero igual lo perdí de vista (no es que mi casa fuese pequeña)- ¿Jack? –dije y por unos segundos nadie contestó hasta que él se abalanzó sobre mi capturándome en un abrazo haciéndonos caer muertos de risa.

-¡Te atrapé!

-¿No se supone que yo tenía que atraparte? –dije ya con lágrimas en los ojos de tanto reír.

-¡Pero aquí el que manda el juego soy yo! –medio segundo de silencio para volver a reír más fuertemente que antes.

Paré de reír cuando literalmente se me acababa el aire, hace tanto que no me reía así...

Aun en el suelo nos miramos a los ojos y pude contemplar los suyos, azules, tan profundos como el mar y el cielo, con hermosos toques celestes.

-Um... ¿quieres jugar con el avión?  -dije rompiendo el silencio y levantándome.

-¿El qué? ¡Ah, la cosa voladora de ayer! -asentí- ¡Sí!

Saqué el avión de su caja y lo hice andar por la casa mientras Jack lo perseguía como todo gato juguetón. Después de entretenernos por horas, se cansó, y mientras yo veía la tele él puso su cabeza en mis piernas y se acurrucó, haciendo un intento de ronronear que salió más como un bostezo. Me sonrojé, pero no le dije nada y puse mis manos en su desordenada cabellera blanca y la acaricié, jugando con unos cabellos rebeldes. Terminé quedándome dormido.

 Terminé quedándome dormido

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