seungmin mira desde la ventana del auto de yukhei, los grandes y pequeños edificios de la ciudad de seúl se muestran ante sus brillantes y emocionados ojitos, el pequeño sonrió involuntariamente: casi nunca salía de casa, no porque yukhei no se lo permitiera, sino, la gente de afuera, los extraños, aquellos olores nuevos y los revoltijos, solían asustarlo fácilmente. todo parecía mucho más grande para un pequeño conejito.
- ¿quieres que pasemos por algo de comer, bebito? - pregunta el mayor aún con su mirada atenta en la carretera.
- dulces - responde seunmi sin dudar.
- hablo de comida, cielo - corrige enternecido, mostrando una sonrisa, y seungmin tiene ganas de apretar sus mejillas entre sus manitos.
- uhm, ¿podemos comer hamburguesas? - pregunta en un pucherito, batiendo sus pestañas de manera repetitiva para "convencer" al mayor.
- bién, le diré a sooyoung que las pida.
seunmi asiente felíz ante la respuesta. minutos después, ya se encuentran frente al gran edificio donde está la empresa de su papi, las chicas lo saludan, y jihyo, quien es una de las secretarías de yukhei, saluda al pequeño apretujando sus mejillas.
- pero mira cuanto has crecido, seungminnie - la chica sonríe. seungmin sabe que ha crecido pero no tanto como lo hacen los humanos, de ser así no tendría la estatura de cualquier infante de doce años, teniendo un poco más de eso en realidad. y por su condición de conejito, era bastante delgadito y ligero.
cuando por fín llegan a la gran oficina del mayor, el rubiecito corre emocionado hasta el sillón que está ahí, es su sillón, yukhei lo compró para él, es grande, y de un color suave, un color crema que combinaba a la perfección con el resto de los muebles de la oficina.
- ya pedí tu comida, bebé - el pequeño sonríe, camina hasta el mayor y toma asiento en su regazo, ronroneando felíz.
- besito - pucherea el rubiecito, y los labios de lucas no tardan en chocar con los suyos - otro - pide.
las manos de wong se cuelan bajo la ropita del menor, acariciando su suave piel, explorando su pequeña cinturita, es demasiado tersa y con un características aroma a bebé gracias a los jabones y cremas que le aplica con tanto cuidado y cariño a su pequeño luego de cada baño.
- traje mis colores en la mochila, ¿puedo dibujar algo para usted? - pregunta el rubiecito jugueteando con la enorme mano derecha de yukhei.
- claro que sí, mi amor - wong besa su pequeña frente, y seungmin corrió hacia el sillón en busca de su mochila, saca sus crayones y una colorida libreta para volver a tomar asiento en su regazo.
- ¿qué tal si dibujas un león, bonito? - seunmi asiente, comenzando a dibujar al león lleno de colores vibrantes y llamativos, al terminar, pidió que yukhei dejara su firma como si de un documento importante se tratara, para luego dejar la propia en un elegante garabato de su nombre. seunmi escribía bastante bién, su letra llegaba a ser comprensible y muy pulcra. lucas estaba muy orgulloso de su pequeño.
al ver tan concentrado al conejito, simplemente se dedicó a observarlo y dejar suaves besos en su cuellito; seungmin rió, haciendo sus ojitos desaparecer en dos pequeñas medias lunas, y reluciendo aquellos dientesitos de conejito que yukhei encontraba terriblemente tiernos.
- hyunggie, me hace cosquillitas.
wong decide parar sus besos y simplemente quedarse ahí, aspirando el dulce y relajante aroma de su bebito, hace unos años jamás se habría imaginado de esa forma, loco de amor por un chico con orejitas de conejo, y sonrisa que hace a su corazón saltar de amor.
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