Epílogo

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5 años después.

Layla

Adrian y yo nos encontrábamos en la playa, junto con Felipe y Luna. Ambos estábamos viendo el atardecer, mientras Felipe era correteado por mi perra.

Tanto el niño como yo, asistimos a un psicólogo después de los eventos desafortunados de hace 5 años. Estábamos aprendiendo a superar nuestros traumas y miedos causados por mi padre.

-Estas muy callada, bonita.

-La platica con mi padre me puso a pensar.

Justamente hoy, fui a verlo a la cárcel. El había pedido verme y no pude negarme.

-¿Que fue lo paso?

-Me pidió perdón y me rogó para que lo ayudara. Lo han maltratado todo este tiempo, me contó que hasta han llegado a abusar de el, también me confeso que esta enfermo, pero no sentí nada al enterarme.

-¿Que hiciste?- pregunta curioso.

-Solo lo escuche, al terminar me levante y salí de ahí. No iba a ayudarlo y mucho menos perdonarlo, me causo demasiado daño y no solo a mi.

Aun recuerdo las llamadas del orfanato por las continuas pesadillas que sufría Felipe, por suerte un año después la madre de Adrian logro adoptarlo y hace dos años, yo conseguí tener todos lo derechos sobre el.

-Es un imbécil, hiciste bien.

-Mira Layla, caracoles. ¿Puedo quedármelos?- pregunta Felipe mostrándome su mano.

-Solo uno.

-Y dos mas para mis primos.- dice con una sonrisa, que es contagiada a Adrian y a mi.

-Claro.

Toque mi vientre, estaba en mi 5° mes de embarazo y la panza comenzaba a notarse. Habíamos ido hace pocos días a hacerme un ultrasonido y nos dijeron que serian mellizos. Íbamos a tener dos bebes, ya sabíamos sus sexos y habíamos escogido sus nombres, Emma y Lucas.

Seria madre a los 22 y tanto Adrian como yo estábamos mas que emocionados. Y no solo de uno, sino de dos maravillosos niños.

Ambos seguíamos estudiando y trabajando, mi trabajo era algo leve por el embarazo y pronto debía dejarlo.

-No quiero seguir esperando, ya quiero tener a mis hijos en mis brazos.- comenta Adrian.

-Cada vez falta menos.- sus ojos se iluminaron y desvió la vista.-¿Pasa algo?

-Si.

-¿Me dirás?

-Claro, pero caminemos unos minutos antes.

Se levanta de la arena y después me ayuda a pararme, caminamos hasta la orilla de agua. Me quite los zapatos y deje que el mar tocara mis pies, di unas cuantas vueltas.

Amaba sentirme libre.

Pare cuando sentí los brazos de Adrian rodearme. Me di la vuelta aun rodeada por el y lo bese.

-Asco.- dijo Felipe al vernos.

-Eso dices ahora pequeño,- dice Adrian.- deja que seas mayor y amaras hacerlo.

-Jamas lo haré.- se defendió cruzando los brazos.

-Ya veremos.

Luna se acerco corriendo y nos salpica a todos, acaricio su cabeza que me llegaba a la cintura. Luego se alejo de nuevo con Felipe.

-Hay algo que ibas a decirme.

-Es que no se como hacerlo.

-Solo dilo.

-Sabes que hemos estados juntos por casi 18 años, nos conocemos desde pequeños y ahora tenemos una hermosa y estable relación, llena de amor. Ahora no solo te tengo a ti y a Felipe, también a dos preciosas criaturas.- toca mi vientre antes de continuar.- Has llenado espacios que no sabia que estaban vacíos, me complementas como ninguna otra persona y estoy mas que seguro que eres tu con quien quiero pasar el resto de mi vida.

-Adrian...

Comienza a hincarse, saca una caja pequeña de su bolsillo y la abre, revelando un hermoso anillo. Mis ojos se llenan de lagrimas y siento que el corazón se me quiere salir del pecho.

-Así que, Layla. ¿Quieres casarte conmigo?

-Claro que si. Te amo Adrian.- contesto dando pequeños saltos de alegría.

Coloca el anillo en mi dedo y se levanta, coloca un brazo debajo de mis rodillas y otro debajo de mi espada para cargarme.

Da unas cuantas vueltas conmigo en brazos y no puedo evitar sentirme tan afortunada por todo.

Pase tantas cosas malas que ahora no puedo sentirme tan plena con toda la felicidad que me rodea.

Me baja, quedando frente a él y le planto un beso en los labios, sin importarme los ruidos molestos que hace cierto niño de 7 años.

Coloco mis brazos en su cuello y el toma mis caderas con ambas manos. Separa sus labios de los míos y junta nuestras frentes.

-Te amo Layla.

-También te amo.

Quedo entre sus brazos, observando como el sol termina de ocultarse. Tantas cosas malas, me fueron recompensadas.

Estoy viviendo mi segunda oportunidad y no la pienso desaprovechar.

Segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora