Adrian
-Buenas tardes a todos.- saluda quien se hace llamar mi "papá"
Quiero gritarle y golpearlo hasta cansarme. Tengo ganas de llamarlo de mil formas, pero antes que pueda decir una palabra, mi madre se adelanta.
-¿Como pudiste?- le grita.
-¿Disculpa?
-¿Como fuiste capaz de hacerle eso a Layla? ¿Que te ha hecho ella?
-¿Que les contó?- pregunta asustado.
-Que entraste a su habitación, le pediste un favor y como no acepto, intentaste violarla.- cuenta mi madre.
Escucharlo de nuevo provoca que todo mi cuerpo comience a temblar de ira.
Sin previo aviso, me le acerco a mi papá y suelto un puñetazo directo a su pómulo. Quiero darle otro, pero mi madre me sostiene, impidiendo que llegue a el.
-¿Como fuiste capaz? Eres un poco hombre.
-Créeme a mi, ella se me insinuaba. Es una zorra...
Antes de que pueda soltarme y atacarlo, Aron se adelanta. Su puño conecta directamente a la nariz de mi papá y se escucha el característico sonido de un hueso roto.
-Nunca vuelva a hablar así de Layla. Ni de ninguna otra mujer.- comenta Aron.
-Nadie va a creerte.- digo.
-Pero soy tu padre.
-Dejaste de serlo, imbécil. Ahora lárgate...
-¿Vas a dejar que me vaya?- pregunta mi padre mirando a mi madre.
-Si. Si eso pudiste hacerle a esa pobre chica, que mas pudiste hacerle a otras.- suelta mi mamá.
-Espero que después no vengas rogando por mi.
-Lárgate.-digo tan fuerte como puedo.
Toma su maletín del suelo y se dirige a la salida. No mira hacia atrás ni una sola vez y cuando la puerta se cierra detrás de el, me relajo. No sabia que tenia los puños tan apretados hasta que veo mis palmas blancas.
-¿Estarás bien?- pregunto a mi madre, quien se sienta en el sofá.
-Si cariño, saldremos de esta juntos. Ahora ve por Layla.- dice tomándome el rostro.
-Llévame con ella.- ordeno a Aron.
Layla
Bastante tiempo después y con mucho esfuerzo, me levanto de la cama.
Voy al baño al otro lado del pasillo y no puedo reconocer a la persona del espejo.
Frente a mi hay una chica pálida, con pómulos demasiado marcados, ojeras pronunciadas, falta de color en todo el rostro y con los huesos muy notables.
Me desnudo y entro a bañarme. Al salir me doy cuenta que la ropa que normalmente uso se me cae, ninguna logra sostenerse por si sola. Tengo que amarrar las prendas un poco para que no caigan al suelo.
No quiero encerrarme otra vez, así que aviento la ropa que recién me quite desde la puerta. Luego camino despacio hasta el primer piso, donde encuentro a la mamá de Aron alimentando a Luna.
-Muchacha, no te reconozco.- comenta sorprendida.
-Yo tampoco.
-¿Quieres que te prepare algo? Te ves muy mal.
-No, gracias. Después lo hago.
-¿Te sientes bien?- pregunta preocupada.
-Para nada.
-La primera impresión que tuve de ti no fue nada buena, pero con lo que me contó Aron mi visión de ti cambio. Eres muy fuerte Layla, has soportado lo que muchos no y eso te sera recompensado.
-Gracias.- contesto sincera.
-¿Puedo abrazarte?
-Claro.
Dejo que sus brazos me rodeen y siento gran paz. Necesitaba tanto un abrazo.
-Señora saldré un rato y aprovechare a pasear a Luna.- digo al separarnos.
-Por supuesto. Ten mucho cuidado.
-No tardo.- le sonrió.
Salgo soltando unas cuantas lágrimas, jalo un poco la correa de Luna para que camine.
Un buen rato después de caminar nos encontramos en un parque, me siento en una de las bancas vacías y suelto a la perrita para que juegue con los demás perros.
De pronto un señor se sienta al lado mio, lo cual me sorprende porque hay muchos lugares vacíos alrededor pero no le tomo importancia.
Se me acerca un poco conforme va transcurriendo el tiempo, hasta el momento que ya no hay espacio que nos separe. Me pone demasiado incomoda y cuando intento levantarme su voz me detiene.
-Es mejor que no te muevas, mi niña o alguien las pagara.
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Segunda oportunidad
Novela Juvenil-Mi vida es un desastre. Yo soy un desastre.- suspire. -Eres un desastre con un corazón enorme. Segunda parte de Depresiva.