Adrian
He esperado toda la tarde por una segunda llamada, mis nervios están alterados y no hay nada que pueda calmarme.
Aron se ha quedado a acompañarme, quiere estar enterado de todo lo que sucede. No puedo decirle que no, se volvió amigo de Layla y tiene derecho a saber que pasa con ella.
No paro de dar vueltas incluso cuando llega la noche. Aron quien se ha hecho un lugar en el suelo me pide que me calme, pero el no entiende lo que ese señor es capaz de hacer.
No me doy cuenta que comenzó a amanecer hasta que la luz en la habitación es demasiada. No me detuve en ningún momento, mientras Aron se quedo profundamente dormido.
Mi celular empieza a sonar lo que hace que Aron despierte en segundos, corro a contestar y lo coloco en altavoz.
-Eres rápido, muchacho. Después de pensarlo toda la noche, ya he decidido cuanto dinero quiero por ella.
-¿Cuanto es?
-Quiero un millón de pesos.
-¿Que? Eso es mucho...
-Dudo que tengas problemas,- interrumpe.- se que tienes mucho mas. Consiguelos, confío en ti.
-¿Para cuando?
-Hoy mismo. Te llamo mas tarde.- y cuelga.
-¿De donde sacaremos un millón?
-Mi padre tiene el dinero y se me esta ocurriendo una idea.
-Dímela.
-Tengo el presentimiento que me llevara con el porque le conviene sacar aun mas dinero, que mi padre use un localizador conmigo para que sepa donde estoy, que llame a sus contactos y policías para que lleguen al lugar y nos salven a todos.
-Eso solo ocurre en películas.- comenta Aron.
-He visto demasiado, pero puede funcionar.
-El problema sera tu padre.
-Déjamelo a mi.
Layla
Me despierto en una silla, con las manos amarradas detrás de mi. Solo hay obscuridad y demasiado silencio.
De pronto unas luces se encienden y por fin veo el alrededor. Estoy en un edificio vacío y antiguo, en un rincón veo a Bianca y a Felipe.
Felipe esta demasiado delgado y blanco, con varios golpes y rasguños. La que de verdad me preocupa es Bianca, no se mueve y no logro ver que su pecho se infle.
-Al parecer ya los viste.- comenta mi padre acercándose.
-¿Que les hiciste?- grito.
-Te repito, se lo hiciste tu.- dice tranquilo.- Te deje muy claro que no le dijeras nada a nadie y fue lo primero que hiciste, así que cumplí con lo que yo dije.
-¿Como pudiste? Lo pagaras muy caro.
-Sigue así y acabo con el niño también.- amenaza.
-Eres un maldito. Te odio.- digo antes de recibir una cachetada.
-No vuelvas a hablarme así.
Me quedo callada esta vez, no por mi sino por Felipe.
-Así me gusta. Hace rato llame a tu querido amigo y pagara por ti, pero creo que lo mantendré aquí también ¿Cuanto darán por recuperar a los dos?- pregunta lo último riendo.
Tengo ganas de escupirle encima, matarlos con mis propias manos. Tengo ganas de hacerle pagar todo el daño que me esta haciendo a mi, pero antes de que pueda decir o hacer algo, me vuelve a dormir.
Adrian
Llego a la oficina de mi papá y entro en ella sin importarme que este con alguien. Por suerte esta solo, revisando unos papeles.
-Mi querido hijo vino a visitarme ¿Que se te ofrece?
-Necesito tu ayuda.- digo sin rodeos.
-¿Que te hace pensar que te ayudare?
-Puede que en estos momentos te odie, pero si me tienes tantito cariño lo harás.
-Dime que quieres y veré que puedo hacer por ti.- responde serio.
Le comento mi plan y duda un poco en arriesgarme tanto, pero termina aceptando. Arregla todo lo que necesita, llama a todos los que están a su cargo y todo esta listo para cuando vuelva a llamar.
Esto acaba ahora, dije una vez que lo haría pagar y cumpliré.
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Segunda oportunidad
Ficção Adolescente-Mi vida es un desastre. Yo soy un desastre.- suspire. -Eres un desastre con un corazón enorme. Segunda parte de Depresiva.