Capitulo 4

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Como una leona acechando a su presa,  entró al baño de hombres,  asegurándose de que nadie la viera y puso el seguro a la puerta... Héctor sabia que ella llegaría,  la estaba esperando...  Había esperado ese momento durante dos meses...  Al verse frente a frente se besaron frenéticos,  una y otra y otra vez,  el le besaba la cara,  el cuello,  los hombros,  ella le pasaba la lengua por los labios,  se los mordía suavemente,  le recargaba sus enormes senos en el pecho,  quería asegurarse de que la sintiera,  el a su vez tocaba sus nalgas primero por encima de la tela,  luego por debajo de Ella,  su tacto recordó al instante esa piel tan suave,  esta vez lo hizo con calma,  levanto su pierna y le bajó la panty,  poco a poco con mucha delicadeza comenzó a lamerla,  su sabor era delicioso,  como tantas veces lo había soñado,  quería quedarse así,  en esa posición,  de rodillas a los pies de ella,  ella por su lado,  jadeaba delirante,  lo tomaba de la cabeza,  jugaba con su cabello,  se retorcía y le pedía más y más,  en un movimiento de sus dedos hasta el fondo,  activo la fuente del placer y le mojo la cara,  la boca,  mientras un gemido ahogado se le escapaba...

- Cogeme Héctor! Cogeme ya!

Recordando el proceso de la vez pasada hizo lo mismo,  la puso de espaldas hacia el,  pero esta vez la acomodo en el lavamanos,  en esa posición y a merced de el le metió nuevamente la lengua más en forma,  de arriba abajo, recorría desde su vagina hasta el ano sin dejar un milímetro  sin explorar y ella temblaba parejita, se sacó el miembro que ya estaba enmielado y se lo metió hasta el fondo,  mientras un sonoro gemido escapó de su garganta,  ahí estaba nuevamente poseyéndola como un verdadero cabrón posee a su puta preferida,  frente al espejo del lavamanos se veían ambos,  gozando,  gimiendo,  tocando el cielo,  ya se había ella sacado las tetas y estas rebotaban en cada uno de los movimientos,  el estaba encantado ante tal visión y le sonreía complacido... 

- Te gusta mamita?  Te gusta este cabrón enamorado?

Ella sonreía y gemía,  su cara de placer era de verdad hermosa,  se mordía los labios y lo miraba a los ojos con mirada muy pervertida...

- Cógeme no pares! No pares!  Lléname de ti... 

Se la daba una y otra y otra vez,  le daba nalgadas,  la tomaba del cabello,  de los hombros,  con sus dedos le frotaba el clítoris que estaba hinchado y empapado... 
La volteo,  la subió en el lavamanos y le abrió las piernas...  Volvió a hundirle su miembro y la besaba ahora con ternura,  ella con las manos recargadas hacia atrás levantó la cadera y así se dejó embestir otra vez,  la posición perfecta para que el le besara los pechos hasta cansarse... 
De verdad que la adoraba...  Estaba seguro de eso...

- No puedo más!  Voy a terminar...

Ella se bajó del lavamanos y se puso en cuclillas...  Sabía lo que debía hacer y no vaciló...  Se metió aquel miembro en la boca hasta la garganta y comenzó a lamer...  El no podía creer lo que ella hacía y sentía que estaba a punto de desmayarse...  Lo hacía como una verdadera diosa, usaba todo,  labios,  lengua,  garganta,  saliva todo...  Explotó en su boca en medio de un aullido y se derramó en sus tetas...  Era demasiado lo que había esperado y cada segundo fue recompensado... 
Comenzaron  a tocar fuertemente la puerta

-Héctor!, Héctor!! ¿estas ahí?  Héctor abre la pinche puerta!
- Puta madre es ella!!

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Pinche Gorda (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora