2

28 3 4
                                    

NARRADOR OMNISCIENTE:

—¿Hola? ¿Qué está ocurriendo? Los escuchó a todos gritando.

La chica encargada de la habitación de radio informa.

—Esa es Mimi.— Siete le dice a Shal quién lo mira asustada. Ambos jóvenes están temblando en su lugar. Sus pieles han perdido color por lo que sus ojos han presenciado.

—Por favor, no se lo que ocurre. Pueden llamar...

Ella fue interrumpida por el ringtone de su teléfono.

—Um, ¿Hola?

Mimi pregunta con total disgusto. Se escucha a través de las bocinas.

—Soy Seven. Llamo para informarte de la situación. Escucha: No le abras la puerta a nadie. Nadie ¿De acuerdo?

—Pero...— Mimi se detiene al escuchar unos toques a la puerta tras ella. El micrófono está transmitiendo todo.

—Mimi, no abras.— Seven vuelve a advertir. Mimi no dice nada en la otra línea.

—¿Quién es?— Se le escucha dirigirse a la puerta. Unos chicos piden que les abra mientras que dicen ser de confianza. Mimi trata de negarse sin ser hostil ocasionando que los chicos actúen de forma brusca. Uno de ellos jala de la cerradura consecutivamente mientras que grita a que le abran.

—¡Por favor, ayuda!— Ella grita en el teléfono pero se transmite por las bocinas.

Shal toma la muñeca de Seven diciéndole que ella se encargara de ellos. Seven trata de razonar con Shal de que es peligroso pero ella le dice que puede solucionarlo. Seven le permite la situación por lo que Shal corre todo el pasillo para subir las escaleras al final de este con mucha rapidez.

—Mimi, Shal va en camino hacia a ti. No apuntes a nadie con tu dedo índice. No le apuntes a Shal.

—¿Dedo índice? ¿Por qué haría tal cosa?

—Te lo explicaré luego.

  ⛓

Shal sube los últimos escalones con delicadeza. Pone un pie frente al otro hacia el lado contrario a derecho. Una vez termina los escalones, se coloca contra la pared a su lado. Escucha los gritos. Son chicos en multitud pero debe mirar para saber cuántos. Su corazón late como loco. La posibilidad de morir es de 90%.

Ella asoma su rostro un poco, viendo a los tres estudiantes que están causando tanto escándalo.

—Bien.— Shal susurra. Ella se sostiene la muñeca derecha. Sus manos tiemblan. No quiere matar a nadie. Lo más que quiere es solucionarlo con palabras. Todo sería más agradable con palabras. No quiere volverse una asesina.

Pero entonces, ¿Sería exactamente una asesina por querer vivir?

Shal suspira. Su mano derecha ya apunta su dedo índice hacia el suelo, su pulgar esta afuera.

Uno de los chicos parece sentir la vigilancia pues mira en dirección a Shal. Ella rápido vuelve a ocultar su cabeza.

—¡Mierda!— Ella susurra, prácticamente llorando. Ella mira al techo como si pudiese mirar a Dios. —¡Por favor, Diosito! ¡Sólo esta vez! Perdóname. Sé que he hecho cosas irracionales y ya me debes tener como pecadora pero por favor, no me marques como asesina. Tú conoces mi situación y sabes que siempre te he servido. ¡Soy un pan tuyo!

Ella estampa su pie contra el suelo en desespero.

—¿Quién an...?

El chico no puede terminar su frase al apenas asomarse con su dedo índice apuntando abajo porque Shal lo mira con miedo y le apunta. El chico explota con mucha sangre cayendo sobre ella.

Aprovechando que el cuerpo apenas esta explotando y desmembrándose, ella se posiciona frente a este sin importarle la explosión masiva de sangre y le apunta a los dos chicos restantes con mucha rapidez ya que estos iban a subir sus dedos índices.

Los dos chicos explotan, las mitades de sus cuerpos cayendo al suelo con su esqueleto por medio.

Shal está empapada en sangre.

—Lo siento.— Ella pide perdón. —Realmente lo siento.

Shal brinca por encima de los restos del primer chico que mató para poder correr hacia la puerta.

—¡Mimi, soy yo, Shal! Seven me envío. No te asustes por mi apariencia. Puedes confiar en mí.

—Gracias a Dios...— Mimi iba abriendo la puerta pero pega un gritito al ver a Shal.

—Lo sé, soy un desastre.

—Te faltan los cuernos y una cola puntiaguda para parecerte al demonio.

—Ya. Creo que este es el sitio más confiable hasta ahora.

Mimi se mueve a un lado para que Shal entre.

—¿Y el chico roquero?— Mimi pregunta. Shal se da la media vuelta para mirarla.

—Seven.— Ella corrige a Mimi.

—Ah, perdón.— Mimi se encoge de hombros con las cejas alzadas como si le debiera importar un pepino desde que llegó a la escuela.

Ahí mismo, Mimi recibe otra llamada a su teléfono. Ella lo pone en voz alta.

—¿Hello?— Mimi pregunta.

—Soy Seven otra vez.

—¿Por qué sigues llamando a mi teléfono?

Shal la mira mal.

—Iré a buscar estudiantes que necesiten ayuda.

—¿Estás loco?

—Tan sólo quería dejarles saber.

—¡No lo hagas! Esperame, yo...— Shal va diciendo pero Seven interrumpe.

—¡Ustedes quedense allí! Estaré bien. Si necesitan salir, tengan precaución.

Seven informa.

Elige A Quién Odias Donde viven las historias. Descúbrelo ahora