C A F É N.15

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—¿A dónde me llevas?— pregunté

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—¿A dónde me llevas?— pregunté.

Aparté mi vista un momento de la carretera. Teníamos más de media hora en el auto con él al mando y aunque el paisaje era estupendo, algunos tonos rojizos anaranjosos empezan a pronunciar el atardecer y eso me preocupaba un poco.

—Ya falta poco, tranquila —dijo y sonrió.

Estaba impaciente por saber a donde íbamos, el ambiente era de montaña, algo espectacular; muchos árboles, pinos y arbustos le hacían lateral a la carretera, e igual algunas aves que aún mantenían sus cántico. Suspiré, repito, el lugar era estupendo.

Creo que con sólo esto ya había superado mis expectativas.

—¿Pretendes secuestrarme?— pregunté, tratando de sacar conversación.

—Si quisiera secuestrarte ¿No crees que ya lo fuera hecho? —inquirió, dándose un momento para mirarme— Créeme cuando te digo que estamos cerca, Lan, calma.

Pensé por un momento su respuesta.

—¿Cómo que ya lo fueras hecho? — pregunté.

—Nolan, no creo que sea un secreto lo obvio—dice, frunciendo el ceño.

—¿Lo obvio? —digo sin entender.

—Si—afirma—Lo obvio.

—¿Qué es lo obvio?

—¡Oh,vamos! ¿Cómo no puedes darte cuenta? Hasta Ámbar y Sienna lo saben.

—¿Por qué no puedes decírmelo y ya?—  pregunto.

Él se queda callado, y yo me quedo esperando su respuesta, ¿Qué era lo obvio según él? Sus palabras me estaban haciendo dudar ahora de lo que era obvio o lo que no, aunque pensandolo bien actuabamos como novios, tal vez quiso decir que...

—Llegamos—dice y detiene el auto frente una entrada de piedras.




—¡Oh por Dios!—exclamo viendo mi alrededor—Dime que estoy viendo un espejismo, por favor.

Camino hasta la mesa maravillada, ya el atardecer había comenzado dándole paso a la noche, pero ya no me preocupaba, le daría un mejor ambienta a todo lo que admiraba; la mesa estaba debajo un árbol, el cual estaba adornado con luces amarillas que hacían que el ambiente se viera romántico; en la mesa estaban dos copas y vino en una hielera, todo se veía sencillo pero ¡Rayos! Era hermoso, fantástico, maravilloso ¡Dios! Esto no parecía real.

Todo era demasiado especial para la forma en la que estaba vestida, es que ¿A quién se le ocurre vestirse como moribunda en su primera cita? ¡A MÍ! Y no podía mirarlo a él, se veía perfecto.

Volteo a ver a Kenay y mucho más atrás de él, se encuentra una pequeña cabaña con un hermoso camino de piedra. Dirijo mi mirada a Kenay, que me ve sonriente.

—N-no me digas que esa cabaña es tuya— digo tartamudeando y él sólo se acerca a mi lentamente.

—Algo así —toma mi mano derecha y la junta con la suya —¿Te molestaría quedarte?

No lo pensé dos veces.

—Estaría bien—acepto.











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