Día 12

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Enero 23 - 18 días para el cumpleaños

Dos días para la fiesta de Luis...

Dos días para pedir permiso, más bien...

De portarme bien.

Me levanté con un desánimo infinito. Ayer había sido un día tan raro y estresante. Odio cuando hace frío en el pueblo, no se puede casi ni salir.

Por lo menos no niebla.

Bajé a desayunar —como de costumbre—. En la mesa se encontraba desayunando mi mamá, en realidad sólo tomaba té y comía un pan integral. — buenos días — dijo al instante de verme.

— buenos días — sonreí y me senté frente a ella. Hoy iba a ser el día de hablar de aquello — mamá — me miró — me invitaron a una fiesta el sábado, ¿puedo ir?

Aprieta los labios y baja la taza de té a la mesa. — ¿dónde?

— a un par de casas de la de Ana — mentí. En realidad no sabía siquiera dónde vivía Hugo; Ana aseguraba que vivía al lado de su casa —de la de Hugo—.

— ¿a qué hora es? — callé — más bien, si te vas a quedar en casa de Ana y vas con ella..., — torció la boca — te dejo ir — sonreí.

— perfecto — esbocé en lo alto de la sala. Caminé a el refrigerador y tomé un pan tajado; lo coloqué en mis dientes mientras cerraba el empaque en el que estaba.

***

— ¿te dejaron? — asentí — ¿sabías que a mí no me invitaron, cierto? — asentí — y por lo tanto no voy

— ¡Ana! — supliqué — por favor — junté las palmas de mis manos —, si quieres yo hablo con él, ¿si?

Me mira de reojo por un momento, la veo bufar y asentir antes de sonreír. — está bien, pero si te dice que no — añade —, sabes que es un no mío — se levanta de la silla de adelante y se va a su puesto.

Genial.

***

En recreo aproveché que Luis estaba solo, sin aquella chica rubia de la que todo el mundo hablaba. Me le acerqué por la espalda mientras estaba de pie en el marco de la puerta de su salón.

O eso creo.

Toqué su hombro. — ¡hey! — se voltea a mí con brusquedad y su cara pasó de estar seria a sonreír.

— Hola, Jessa — besa mi mejilla

— Hola, Luis — sonreí — quería hacerte una pregunta

— adelante — añadió con buena vibra

— ¿Ana puede venir a la fiesta conmigo? — me mordí la mejilla un poco ansiosa

Asiente con el ceño fruncido. — ¿Ana? — asentí — bueno yo, no sé quién es pero sí — se encoge de hombros — puedes llevar a todas las chicas que quieras.

Y aquello me había dejado choqueada. No solo por el hecho de que no tiene idea de quién es Ana —aunque eso no debe sorprender mucho—, sino por la manera en que había respondido a todo. ¿podía llevar todas las chicas que quiera? ¿quién era yo para llevarle chicas a su fiesta?.

Y me desilusioné de Luis, pensaba que era un chico... Menos chico que los de ahora. Pensaba que no le interesaba tener la cantidad de chicas en las fiestas o al rededor de él.

365 días para cambiarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora