Día 11

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Enero 22 - 19 días para el cumpleaños

Me levanté soñolienta y me di cuenta de que los tres avisos de cinco minutos de mi alarma fueron perdidos. Me di una ducha corta, un tiempo límite de cuatro a cinco minutos y no me llevó mucho cambiarme

— ¡Jessa es la última vez que te llamo! — la voz de mi tía me hizo sentir frustrada

Bajé con el mas mínimo ánimo de encontrarme con su cara o con la de mi mamá. La sábana amaneció con el manchón rojo del mes, el que tanto detesto y me pone de mal humor.

Y casi como predecible ambas estaban con caras largas. — ¡te he llamado ya cinco veces! — vuelve y grita mi tía sin razón alguna. Ya estaba cerca de ella

— ¿podrías dejar de gritar? — balbuceo una vez estoy cerca y masajeo mi cien

Pasé a la cocina esquivando a mi tía y de su posible mirada como respuesta. — buenos días — me dirigí a mi mamá mientras esta preparaba café

Serví un poco de agua caliente y bebí rápido. Rogando que los cólicos no se me aparecieran durante clases.

Salí de la cocina y me dirigí a la puerta de entrada de la casa. — chao — abro de esta y salgo tras mi paso

No esperaba despedida alguna.

Caminar rápido estando en tus días en un clima frío no es que sea tan alentador para cuando te da mal humor. Soy insoportable.

Llegué al fin. Para alentarme a mi misma me di cuenta de que aun no cerraban las puertas, pero ya casi todos habían entrado.

Una vez dentro pasé a el salón de clases. El profesor no estaba para mi suerte.

Al pasar por una de las filas hacia mi puesto me topé con Lina. — ¡oye! ¿te has quedado dormida hoy? — su tono era divertido. Aunque bromeaba yo no estaba de bromeo hoy

Sonreí desalentadora. — Hola, Lina — la esquivé un poco y pude pasarla

— te veo en recreo, Jessa — escuché por último antes de sentir que no hacía presencia a mis espaldas.

Llegué a mi puesto y me senté.

Las primeras horas eran horribles, más si tocaba dos horas seguidas de historia.

¿un taller en grupo la segunda semana de clases? Debe ser una broma. Más si no lo puedo terminar en casa con algo de ayuda del Internet.

Ana se acercó a mí para practicar, creo. — Jess, ¿estás bien?

Coloqué dos mechones de cabello tras mis orejas mientras guardaba el cuaderno. — sí — balbuceo

— ¿seguro? — intenta buscar mi mirada. Tenía la cabeza gacha

La miré. — sí — repetí de mala gana. Su cabeza se echó atrás, como si le fuese gritado —, estoy bien sólo he llegado tarde hoy y yá — volví a agachar la cabeza para cerrar el bolso y apoyarme en mi pupitre

— con esa amargura te pareces a Isabel — su tono de voz era más suave —. ¿puedo hacerlo contigo?

Asentí. — no presté atención al viejo ese — protesté

Y sí, era un viejo el de la clase de historia.

Le pasé las hojas del taller, grapado e inmensamente largo.

Me reojea. — Jessa... — la miré —¿tienes el periodo?

Asentí con un ligero puchero. — es terrible — balbuceo

— te entiendo — balbucea.

***

— Hola — me sorprende en la puerta del salón

365 días para cambiarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora