Secretos del pasado [Elsanna]

Capítulo 4

Ya era hora de partir, apenas estaba amaneciendo cuando Anna salió de su habitación sigilosamente para no despertar a Kristoff. Se dirigió al cuarto de Elsa, extrañándose de que la puerta estuviera totalmente cerrada y no arrimada como sí lo estaba antes de su boda, y entró para despertarla. Todavía no le había dicho nada sobre el viaje, pues quería darle la sorpresa durante el desayuno que le había preparado y que ahora se encontraba junto a la cama sobre su mesita de luz. Le resultó una imagen sumamente tierna ver a Elsa dormir tan tranquilamente, contrario a ella.

—Elsa—la despertó entre susurros, claro que no fue para nada difícil debido a que su sueño era ligero. Observó con una sonrisa cómo se movía bajo las sábanas y se estiraba para después abrir sus ojos. —te preparé el desayuno—pero el ceño de Elsa se frunció al escuchar esto y la miró extrañada, mientras Anna colocaba la bandeja sobre sus piernas.

—Anna, debería ser yo quien estuviera despertándote con un desayuno como tu primer día de reina—claro que todavía no habían hecho ninguna ceremonia ni la habían presentado al pueblo como tal, primero había reglas que cumplir antes de cambiar el trono, pero ambas sabían que ya lo era por contraer matrimonio. —¿a qué se debe esto? —preguntó mientras se incorporaba en la cama.

—Quería desayunar contigo.

—¿Tan temprano? Deben ser como las cinco apenas—preguntó de inmediato, dándole a entender que no le creía en lo más mínimo, ya que Anna nunca se despertaba tan temprano.

—Quiero que desayunes antes de decírtelo—pero eso claramente la alarmó.

—¿Qué pasó? ¿Está todo bien? Sabes que si es algo importante debes decirme de inmediato, todavía soy yo quien emite las órdenes para actuar.

—Elsa, tranquila, no pasó nada. —la tranquilizó, llamando su atención al poner su mano sobre las suyas para que la mirara a los ojos y le creyera—es solo que tengo una sorpresa, y quiero decírtelo luego de que desayunes porque conociéndote no sé cómo pueda llegar a caerte.

—Oh, lo siento, siempre termino arruinando todo.

Anna soltó una leve risa y acarició su mejilla para luego negar con la cabeza, si había alguien en esa habitación experta en arruinar las cosas era Anna, siento tan aventurera y extremista en casi todas las situaciones. Las dos amaban compartir miradas porque eran intensas, conectaban como nunca conectaron con cualquier otra persona, aunque bueno, Elsa nunca había conectado con nadie más que con la pelirroja. Entre medio de ese intercambio de miradas Anna se acostó junto a la rubia platino porque quería sentir la calidez de su cuerpo. Elsa había decidido la noche anterior, al ver a la pareja de recién casados juntos, tomar la distancia que hasta ese día no había podido en su totalidad, pero al sentir su cuerpo pecoso pegado al suyo supo que le costaría mucho más de lo que había imaginado.

Estuvieron el mayor tiempo en silencio mientras desayunaban juntas o, mejor dicho, mientras Elsa desayunaba y Anna le robaba comida, hasta que por fin terminaron de comer. Anna se llenó de valor y soltó la información de repente.

—Organicé un viaje para buscar a tus padres, nos están esperando fuera—Elsa casi se atraganta, y no precisamente porque todavía tenía comida en su boca, sino porque definitivamente no esperaba aquello. La pelirroja cubrió su rostro con las sábanas esperando un reproche, pero nunca llegó. Cuando se destapó y miró a la chica junto a ella pudo ver un par de lágrimas recorriendo sus mejillas, y, sorprendida, la abrazó con fuerza.

—Lo siento, es que no pensé que lo harías y mucho menos que sucedería tan pronto. Quiero decir, ayer te casaste y hay muchas cosas por hacer en el palacio, y—

—Hey, está bien. —se alejó un poco, todavía manteniendo los brazos por alrededor de su cuello, y luego secó sus lágrimas—Quiero hacerlo si es lo que te hará feliz. Creo que podría ayudarnos a entender varias cosas y a cómo manejarnos de ahora en adelante sin ningún peso del pasado. —le dio un beso en la mejilla y se separó para llevarse los restos del desayuno—mientras prepárate.