Capítulo 5

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Anna y Elsa estaban durmiendo abrazadas, pero la mayor terminó despertándose, no por la incómoda posición en la cual estaba durmiendo porque Anna ocupaba todo el poco lugar que tenían, sino por una pesadilla que había tenido.

—Elsa, ¿estás bien? —claro que Anna se despertó cuando escuchó la respiración agitada de la rubia, en lugares tan incómodos no tenía un sueño profundo como sí lo tenía en la comodidad de su habitación. —ven aquí, todo está bien—por más dormida que estaba se dio cuenta, por la expresión de su rostro, que algo andaba mal, así que rodeó el cuerpo frío con sus brazos en un cálido abrazo.

—Era mamá, estaba asustada llamándonos—la pelirroja se sorprendió ante aquel sueño, ya que no era de soñar con sus padres y muchísimo menos en los últimos años, pero tal vez se debía a que estaban buscando a su verdadera familia y, de todas formas, no sabía qué pensamientos pasaban por su mente. Sin duda, debían ser tristes.

Acercó a Elsa a su pecho y comenzó a cantarle aquella canción que su madre siempre les cantaba antes de acostarlas. Le sorprendió que se dejara dar amor, ya que eso no era lo que precisamente la caracterizaba, ni tampoco darlo. Por más que nadie le cantó esa canción por más de 10 años, la reconoció de inmediato, haciendo que el pelo de su cuerpo se erice por un momento y haciendo que las ganas de llorar aumentaran. Pero ahí, entre esos brazos que tanto la cuidaban, se sentía bien, como si nada volvería a afectarle y como si nada malo volvería a suceder. En el fondo todos saben que esas cosas no pasan, que los finales felices no existen realmente, solo dejan la historia hasta donde todo fue felicidad y tratan de omitir los sucesos tristes. Reescriben la historia y la transguiversan, eso había notado Elsa en casi todos los libros y papeles que tuvo que leer a lo largo de su corta vida, los cuales habían sido bastantes.

Les resultaba algo extraño sentirse en casa, ahí, en esas cuatro paredes de madera que cerraban el pequeño lugar en uno de 2x2 y no en su enorme palacio de metros inimaginables. Sin duda no se trata del lugar sino con quien compartes el momento, y definitivamente no sentían que podían ser ellas mismas ni en su propia casa porque tenían que ocultarse, pero en ese lugar era diferente, había tan poco espacio que nadie, por más que quisiera, podría verlas.

Pero Elsa quería mantener su "promesa".

—Tengo algo que aclararte—posó su mano sobre el pecho de la pelirroja para ayudarse a tomar distancia, mientras con la otra seguía sosteniendo sobre sus hombros la chalina de su madre—hubo un momento, cuando todavía Jacqueline estaba aquí, en el cual expresaste uno de tus pensamientos en voz alta y quiero decirte que tus pensamientos están equivocados—pero, claro, Anna no tenía idea de lo que hablaba. Era una persona olvidadiza, ¿en serio creía que se acordaría de lo que dijo? Su mente era una máquina, cada minuto entraba un pensamiento nuevo y mandaba a volar al anterior. —no mantenemos ninguna relación, Anna, y no lo haremos nunca. Así que, saca esa idea de tu cabeza y mete en ella que estás casada. —al decir esto último tomó su mano y la levantó para mostrarle el anillo de compromiso que tenía puesto.

Ahora las dos estaban un poco más rotas que antes.

—No es eso, ¿verdad? —preguntó, elevando su voz para manifestar su enojo. —sigue dándote miedo lo que puedan pensar y, aun peor, decir o hacer—empezó a mover su cabeza de un lado a otro en negación mientras la miraba llena de decepción y dolor—¡No sigas protegiendo a una familia que te mintió toda la vida!

—Lo haría si no serías parte de esa familia, Anna.

Sin duda aquella respuesta descolocó a Anna completamente, no la estaba en absoluto. La tomó tan de sorpresa que, más que calmar sus gritos y enojo, no supo qué más decir. El ambiente tenso que había existido tan solo cinco segundos se había esfumado con el último comentario de la reina.

Secretos del pasado [Elsanna]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora