Secretos del pasado [Elsanna]

Capítulo 6: ¿Cómo afecta ser reina?

Anna miraba a Elsa hablar con la tropa que habían traído, aparentemente les estaba dando indicaciones que quería que sigan. Verla manejar esa situación con calma y saber qué hacer y cómo hacerlo no la hacía dudar para nada de que era una buena reina, y de paso aprovechaba porque le encantaba verla haciendo su trabajo. Sin duda aprendía de ella todos los días.

—Si no disimulas notará tus miradas y se enojará—sorprendida, se dio la vuelta y alcanzó a ver la sonrisa de Jacqueline, sonrió al verla alejarse.

Elsa era buena persona, siempre quería lo mejor para todos, incluyéndose, y le gustaba hacer las cosas sola a pesar de tener que admitir que algunas veces necesitaba una mano, y si se trataba de Anna quien la ayudara no iba a quejarse. Ya eran un equipo. Se cuidaban entre sí, Anna, a pesar de ser tal aventurera y confiada, ponía un alto a Elsa cuando empezaba a hacer las cosas sin pensar, que a verdad de la pelirroja pasaba más de lo que los demás creían. Elsa, por su parte, cuidaba de ella de una forma que Anna tal vez no podría.

Admiraba muchísimo a Elsa, desde pequeña lo hacía. Siempre le pareció la más cuerda y madura de las dos, afrontando las cosas como se debían, con la cabeza en frío y no por puro impulso, pero claro aquello era ponerle más presión y ponerla en un altar donde nadie nunca debería estar. Cometía errores como todos y algunas veces tenía poca autoestima, se sentía vacía y sola en ese mundo por pensar que no encajaba en ningún lado. Esas cosas habían desaparecido casi por completo después de que congeló Arendelle, pero luego de enterarse lo que sus padres habían ocultado todo pareció desmoronarse nuevamente. Ya no se sentía segura poniendo las cosas sobre una balanza porque esta le fallaba y salía todo mal, había veces en las cuales quería decir una cosa y por expresarse mal interpretaban otra y se generaba una pelea que nunca quiso que ocurriera. Ya no se sentía ni comprendida por Anna y eso jamás le había pasado sin que pudiera hablarlo, pero ahora era diferente porque sentía que si hablaba la iba a perder y eso era lo último que quería en la tierra.

—Así que, ¿qué haremos ahora? —preguntó mientras se acercaba a Elsa, quien ya no se encontraba hablando con nadie.

—Haremos no, haré. —Anna quiso protestar, pero lo pensó dos veces y optó por no hacerlo, ya que, al fin y al cabo, era su lucha, su familia y su vida la que fue una mentira (al menos, mucho más que la suya). —¿crees que puedes quedarte con ellos cuando tenga que ir a buscarlos? —su mirada era triste, no porque no confiaba en Anna, sino más bien porque le daba terror estar buscando a su verdadera familia.

—Claro que sí, ¿dudas de mí? —hizo un gesto con el brazo y le sonrió, intentando que la expresión de su cara cambiara, pero no funcionó.

—No—frunció el ceño—confío en ti más que nadie, lo sabes. —suspiró y miró al cielo antes de seguir hablando, preguntándose si debería desahogar con ella todos sus miedos y dudas respecto a esa búsqueda—¿qué pasará si no los encuentro?, pero si pasa ¿qué se supone que tenga que decirles? ¡o peor! ¿Qué pasará si no quieren escucharme o no me creen? Y también, ¿Cómo crees que—

—¡Basta! —Anna la interrumpió, haciéndole saber que sus dudas y/o miedos estaban siendo un poco paranoicos—todo saldrá bien, lo verás. —pasó la mano por su espalda para darle contención, le pareció que la necesitaba. —De igual forma, te acompañaré y no estoy pidiendo permiso. No quiero que te pase nada, y si sucede y no estoy ahí para al menos intentar evitarlo me sentiré fatal, Elsa. —la rubia sonrió con tristeza.

—Nos cuidaremos mutuamente entonces—entrelazaron sus manos y se reposó su cabeza en el hombro de Anna, haciendo que esta rodeara sus hombros.

Estuvieron así, en silencio, unos cuantos minutos mientras la gente alrededor suyo iba y venía de un lugar a otro. Estarían casi todo el día allí, ya que necesitaban descansar, comer y asearse, contando que mantener contacto con el aire libre y la naturaleza no vendría nada mal luego de horas viajando prácticamente dentro de una caja. En un momento Anna pegó un salto de donde estaban sentadas y tiró de la mano de Elsa mientras le sonreía.